Editorial:

Nuevo tono de Chernenko

POR PRIMERA vez desde que ocupa las más altas jerarquías de la URSS, en el partido y en el Estado, Konstantín Chernenko ha hecho unas declaraciones a la Prensa occidental, concretamente a The Washington Post, en las que formula de manera más precisa que en otras ocasiones un camino posible hacia la reanudación de las negociaciones entre la URSS y EE UU sobre armamento nuclear.Nos encontramos hoy en una situación completamente anómala, absurda, en esa cuestión tan decisiva para el destino de la humanidad: los arsenales existentes permiten a cada una de las superpotencias arrasar totalmen...

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POR PRIMERA vez desde que ocupa las más altas jerarquías de la URSS, en el partido y en el Estado, Konstantín Chernenko ha hecho unas declaraciones a la Prensa occidental, concretamente a The Washington Post, en las que formula de manera más precisa que en otras ocasiones un camino posible hacia la reanudación de las negociaciones entre la URSS y EE UU sobre armamento nuclear.Nos encontramos hoy en una situación completamente anómala, absurda, en esa cuestión tan decisiva para el destino de la humanidad: los arsenales existentes permiten a cada una de las superpotencias arrasar totalmente a su eventual adversario, no una, sino varias veces, y provocar un holocausto de proporciones planetarias. A la vez, tanto EE UU como la URSS prosiguen el incremento numérico y el perfeccionamiento cualitativo de esos arsenales. Es una carrera irracional en su sustancia y de un coste difícil de calcular, si se tienen en cuenta no ya las inversiones económicas, sino los altísimos porcentajes de capacidad intelectual, de materia gris, absorbidos para fines bélicos. Los dirigentes de Moscú y de Washington están convencidos de que necesitan una negociación que permita controlar y reducir esa loca carrera de armamentos, y llegar incluso, como escribía recientemente el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, a una reducción drástica, "que elimine el aspecto del holocausto de la moderna teoría de la disuasión".

Lo que está sobre el tapete es prioritariamente un problema político: el de quién va a poder rentabilizar el proceso de reanudación de las negociaciones; el de las garantías respectivas de que la negociación va a permitir resultados reales, aunque sean pequeños y lentos en un primer momento. Por eso, observar el momento de las declaraciones de Chernenko es decisivo para comprender cuáles son sus objetivos. Por un lado, ha hablado después del anuncio de que la URSS dispone de misiles de crucero de largo alcance. El mensaje es bastante claro: nos sentimos más fuertes, luego podemos hablar con menos dureza. Por otro, el vínculo con las elecciones presidenciales de EE UU, e incluso con el debate televisado Reagan-Mondale del práximo 21 de octubre, es patente. La URSS busca ahora una presencia en el proceso electoral norteamericano de una manera distinta a como lo ha hecho en etapas anteriores. La propaganda soviética ha utilizado durante meses la retórica más implacable en la denuncia de la política de Washington, y, particularmente de Ronald Reagan. El discurso de Gromiko en la ONU estaba aún en esa onda. Ahora, Chernenko utiliza un lenguaje más objetivo y más abierto. Incluso presenta una imagen constructiva y generosa; indica cuatro campos en los cuales considera posible realizar progresos: la prohibición de las armas en el cosmos, la congelación de los arsenales nucleares, la ratificación de los tratados soviético-nortearnericanos de 1974 y 1876 sobre prohibición de pruebas nucleares y el compromiso de no utilizar los primeros el arma nuclear, y agrega que si EE UU acepta avanzar en uno de ellos, se crearían condiciones positivas para abrir negociaciones más generales y de fondo.

Ninguna de esas propuestas es en sí nueva; han sido ya debatidas; varias de ellas han sido rechazadas por la Administración Reagan, sobre todo a causa de la insuficiencia de las medidas de control o verificación. Pero salvo el último de los puntos resumidos más arriba, los otros tres coinciden bastante con la plataforma de política exterior de Mondale. Es probable que las propuestas de Chernenko vayan a ocupar cierto espacio en los últimos debates de la campaña presidencial en EE UU. La reacción de la Casa Blanca se ha esforzado por combinar un rechazo de los aspectos concretos con una actitud favorable ante la disposición al diálogo expresada por el máximo dirigente soviético en sus declaraciones al Post. En realidad, si las propuestas soviéticas pueden ayudar a Mondale en su polémica electoral, en cambio, el tono nuevo empleado por Chernenko, más sosegado y abierto, puede ser un tanto para Reagan. Confirma la sensación de que, después de una etapa de palabras duras, se acerca el momento de cierto deshielo en las relaciones internacionales.

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Hoy, todo lo que ocurre en la escena mundial está en alguna medida condicionado por las elecciones presidenciales en Norteamérica. Sin embargo, es probable que las declaraciones de Chernenko, aprovechando el ambiente previo a los comicios del próximo 6 de noviembre, tiendan a un objetivo de más largo plazo: preparar una salida del atolladero en que se encuentra la negociación nuclear. La anterior posición soviética -retiradade los euromisiles como condición previa a sentarse en la mesa- cerraba toda eventual apertura. Las palabras actuales indican una mayor flexibilidad, una búsqueda de caminos hacia la negociación.

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