El diálogo se impone en Centroamérica

Por que no llegó el comandante Villalobos

El comandante Joaquín Villalobos, considerado como el mejor estratega de la guerrilla y sin duda el más popular por sus frecuentes intervenciones en Radio Venceremos, no estuvo en la reunión negociadora entre el Gobierner salvadoreño y los insurgentes, celebrada el pasado lunes en La Palma, porque el presidente, el democristiano José Napoleón Duarte, se negó a facilitar un helicóptero de la ccimpañía eléctrica para trasladarlo.Cuando la Cruz Roja le formuló la petición, el sábado por la tarde, Duarte contesté más o menos así: "Si yo voy per tierra, también él puede hacerlo".

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El comandante Joaquín Villalobos, considerado como el mejor estratega de la guerrilla y sin duda el más popular por sus frecuentes intervenciones en Radio Venceremos, no estuvo en la reunión negociadora entre el Gobierner salvadoreño y los insurgentes, celebrada el pasado lunes en La Palma, porque el presidente, el democristiano José Napoleón Duarte, se negó a facilitar un helicóptero de la ccimpañía eléctrica para trasladarlo.Cuando la Cruz Roja le formuló la petición, el sábado por la tarde, Duarte contesté más o menos así: "Si yo voy per tierra, también él puede hacerlo".

Se olvidó de que el hombre más perseguido por el Ejército salvadoreño debía tener su libertad de tránsito algo más restringida que el presidente de la República. Villalobos se encontraba a orillas del río Torola, a más de 300 kilómetros del lugár de la cita. En ese momento, los retenes militares instalados en la carretera a La Palma se mestraban aún muy minuciosos en el cacheo personal.

La Cruz Roja localizó finalmente, en el puerto mexicano, de Acapulco, un helicóptero dispuesto a realizar la operación, pero desistió ante su enorme coste: 3.600 dólares (más de 600.000 pesetas). Otras alternativas combinadas de ambulancia y avión fueron desechadas por motivos de seguridad. La guerrilla ha ratificado que, en cualquier caso, el comandante Villalobos tenía el propósito de estar presente.

No fue éste el único problema de seguridad que planteó la reunión, especialmente a los representantes de la izquierda. El acoso de la Prensa, sobre todo de los canales norteamericanos de televisión, a punto estuvo de frustrar el domingo por la tarde la cita de Guillermo Ungo y Rubén Zamora con la guerrilla, que debía producirse en algún lugar entre La Palma y la frontera con Honduras. La caravana de vehículos de Prensa impidió que se realizase el contacto. Después de una breve conferencia en La Palma, los dos políticos opositores, acompañados siempre por diplomáticos de Francia, Colombia, y Suíza, se internaron en vehículos de doble tracción hacia la montaña Miramundo, uno de los más sólídos santuarios de la guerrilla.

El encuentro con los insurgentes tuvo lugar ya de noche, en una casa en la que se encontraban descansando no sin cierta sorpresa por pake de algún diplomático ante las armas que llevaban los guerrilleros. Se explicó que estaban ya fuera del área desmilitarizada de 10 kilómetros. En esta casa, Ungo y Zamora conversaron casi toda la noche con Fermán Cienfuegos, la comandante Nidia, Facundo Guardado y el comandante Lucio para ultimar su estrategia.

Ya en la mañana del lunes, Cienfuegos se mostraba sumamente nervioso por los aspectos de $eguridad. La Palma era, en teoría, una ciudad desmilitarizada, pero la falta de todo control en los accesos facilitaba cualquier atentado por parte de la extrema derecha. El carácter abierto del encuentro hizo que se dieran cita en los alrededores policías, guerrilleros, militares y espías.de toda índole.

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Los comandantes guerrilleros y el ministro de Defensa, únicos, uniform ados de la reunión, acudieron visiblemente desarmados. En el variopinto auditorio no se veía ni siquiera una pistola, pero proliferaban las bolsas de deportes. Cualquier amago cke atentado hubiera podido desatar una guerra, pero nada de esto pareció preocupar en las vísperas a Duarte, que se extrañó incluso del énfasis que ponía la Cruz Roja en los acuerdos previos en materia de seguridad.

Pocas horas después del encuentro, Duarte ponía como ejemplo de la voluntad pacificadora de su Gobierno el hecho mismo de que se hubiera realizado la reunión sin incidentes, y que Ungo y Zamora llegaran al país por el aeropuerto, haciendo uso del salón diplomático sin obstáculos. La ausencia de Villalobos la justificó de pasada diciendo que el Gobierno no pudo conseguir el helicóptero.

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