Un acierto de Morán

Desde muchas ópticas y en numerosas ocasiones hemos criticado en esta columna la política de Fernando Morán al frente del Miñísterio de Asuntos Exteriores. Desde su ambígüedad en las genuinas relaciones que mantenemos con la Alianza Atlántica hasta su proclividad hacía el tercermundismo, han sido oportunamente analiza,das y criticadas.Pero la reacción expresada al terminar la reunión de los 10 ministros de Asuntos Exteriors en Luxemburgo nos parece justificada en el fondo, aunque la forma podía haber estado revestida de un lenguaje diplomático más adecuado. Pero como no se trata de analizar la...

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Desde muchas ópticas y en numerosas ocasiones hemos criticado en esta columna la política de Fernando Morán al frente del Miñísterio de Asuntos Exteriores. Desde su ambígüedad en las genuinas relaciones que mantenemos con la Alianza Atlántica hasta su proclividad hacía el tercermundismo, han sido oportunamente analiza,das y criticadas.Pero la reacción expresada al terminar la reunión de los 10 ministros de Asuntos Exteriors en Luxemburgo nos parece justificada en el fondo, aunque la forma podía haber estado revestida de un lenguaje diplomático más adecuado. Pero como no se trata de analizar las formas, sino de buscar el fondo de la cuestión, hay que señalar que la posición españela no puede estar sujeta a actitudes antojadizas, infantiles, de unos ministros que tienen que esforzarse, al menos, para responder a la voluntad general expresada en el Parlamento Europeo. De poco sirven las palabras de aliento de los Gobiernos si al llegar al momento de concretar los términos de los futuros acuerdos nos encontramos con una falta notable de diálogo y, sobre todo, con una ausencia de las mínimas normas de coniriortamiento diplomático.

Hay que exigir, por lo menos, que los compromisos de las negociaciones se cumplan. Especialmente cuando la buena voluntad política española ha estado. presente en Bruselas y -en Luxeniburgo desde el mismo moinento que se abrió el proceso de entrada en los tiempos más difíciles de la transición.

Que hay dificultades ya lo sabemos. Que nuestra entrada en Europa nos costará grandes sacrificios, también. Desde aquel campanudo non del general De Gaulle a los deseos britáinicos de entrar en la Comunidad hasta las más recientes negociaciones para pasar de 10 a 12, el engrandecimiento de la Europa comunitaria es un proceso doloroso, especialmente para los que quieren abrirse camino en unas instituciones que llevan casi 30 años funcionando.

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5 de octubre

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