Cartas al director

Los militares republicanos

Como miembro del colectivo de oficiales del Ejército de la República española deseo contribuir con estas matizaciones a un mayor conocimiento general del problema de este colectivo.Si nos hubieran dicho que con una democracia restablecida y un partido socialista en el poder prácticamente sin oposición podríamos llegar a ser no sólo traicionados, sino además humillados y ofendidos, no lo hubiésemos creído posible. Pero ahí está la realidad.

La mezquindad llega a tal extremo que incluso en aquello que no iba a costar dinero (los ascensos a título honorífico) se limitan a un grado sobre el...

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Como miembro del colectivo de oficiales del Ejército de la República española deseo contribuir con estas matizaciones a un mayor conocimiento general del problema de este colectivo.Si nos hubieran dicho que con una democracia restablecida y un partido socialista en el poder prácticamente sin oposición podríamos llegar a ser no sólo traicionados, sino además humillados y ofendidos, no lo hubiésemos creído posible. Pero ahí está la realidad.

La mezquindad llega a tal extremo que incluso en aquello que no iba a costar dinero (los ascensos a título honorífico) se limitan a un grado sobre el ostentado al final de nuestra guerra.

Admito la imposibilidad de dar una satisfacción justa e igualitaria en estos momentos de gran penuria económica. Pero antes de optar por lo que se propone en base a la escasez de recursos sería mejor empezar a pagar ya la máxima cantidad que se pudiera, aunque fuese mínima, para ir aumentándola en años sucesivos, dentro de las posibilidades. Nadie se sentiría vejado, y unos pocos alcanzarían la total satisfacción. No se puede alegar seriamente falta de recursos cuando tanto se derrocha en múltiples cosas, tanto en el Gobierno central como en los autonómicos. Ante la penuria, quienes deben de dar ejemplo son los que dependen del erario público. Desde el primero hasta el último. Y se está bien lejos de ello, así como de la tan cacareada solidaridad.

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A todos cuantos desde sus puestos de responsabilidad se siguen llamando socialistas, aunque hayan olvidado lo de obreros, les digo que el ejemplo de la socialdemocracia está en Suecia.-

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