Las ambigüedades del PNV

Sin entrar en la polémica de si las acciones de ETA poseen hora una raíz política o es sólo el producto de una dinámica terrorista que actúa automáticamente y que imposibilita a sus miembros a contestarse a la pregunta "y después, ¿qué?", desearía centrarme en el uso y abuso que, aderezado de una ambigüedad que a veces bordea el cinismo, está haciendo el PNV. Un partido, conviene recordar, cuyos antecedentes y su presente son profundamente conservadores y que ha cultivado ese ambiente especial creado en torno al nacionalismo vasco.Un ambiente generador de un temor, cuya influencia ha sido la c...

Sin entrar en la polémica de si las acciones de ETA poseen hora una raíz política o es sólo el producto de una dinámica terrorista que actúa automáticamente y que imposibilita a sus miembros a contestarse a la pregunta "y después, ¿qué?", desearía centrarme en el uso y abuso que, aderezado de una ambigüedad que a veces bordea el cinismo, está haciendo el PNV. Un partido, conviene recordar, cuyos antecedentes y su presente son profundamente conservadores y que ha cultivado ese ambiente especial creado en torno al nacionalismo vasco.Un ambiente generador de un temor, cuya influencia ha sido la casi total desaparición de los partidos españoles, algunos fuertemente arraigados en el pasado. Ahora, vivir en el País Vasco obliga a reconocer públicamente postulados nacionalistas, impulsados por la conveniencia del PNV o por la demagogia, esa terapia ocupacional de crearse enemigos, que oculta una impotencia de adaptación de Herri Batasuna, en ambos perviven dos generaciones. Son la santa familia nacionalista y vasca.

ETA es un comodín que se utiliza cuando se debe presionar al Gobierno central, sobre todo en materia económica. Este juego absurdo tiene un precio: una sociedad cada vez más cerrada y un sentimiento antivasco que crece en el resto del Estado, y crece fundamentalmente por las manipulaciones de unos partidos cuya única perspectiva son sus propios intereses, sean económicos o psicológicos.-