El Estado italiano dejará de subvencionar a la Iglesia católica a partir de 1990

A partir del primero de enero de 1990, el Estado italiano no subvencionará económicamente a la Iglesia católica. Por tanto, la Iglesia tendrá que vivir a partir de esa fecha sólo de las limosnas de los fieles. El clero renuncia a una financiación que resultaba, además de caduca, anticonstitucional, al afectar a todos los contribuyentes, fueran o no católicos.El Estado italiano venía asegurando anualmente a la Iglesia católica de su país unos 300.000 millones de liras (unos 27.000 millones de pesetas).

Según los expertos, en el mejor de los casos, la Iglesia italiana ingresará la mitad c...

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A partir del primero de enero de 1990, el Estado italiano no subvencionará económicamente a la Iglesia católica. Por tanto, la Iglesia tendrá que vivir a partir de esa fecha sólo de las limosnas de los fieles. El clero renuncia a una financiación que resultaba, además de caduca, anticonstitucional, al afectar a todos los contribuyentes, fueran o no católicos.El Estado italiano venía asegurando anualmente a la Iglesia católica de su país unos 300.000 millones de liras (unos 27.000 millones de pesetas).

Según los expertos, en el mejor de los casos, la Iglesia italiana ingresará la mitad cuando entre en vigor el nuevo sistema.

La decisión, que ha causado impresión en Italia y ha sido acogida con aplauso casi general, es el primer fruto concreto del nuevo concordato entre el Estado italiano y la Santa Sede, que fue firmado meses atrás, tras largos años de debates y vacilaciones recíprocas por lo que se refiere al delicado asunto de la financiación. Hasta ahora, el Estado proporcionaba a la Iglesia, con cargo al presupuesto italiano, los créditos necesarios para pagar a párrocos, obispos y otros eclesiásticos.

Como consecuencia del acuerdo entre el Estado y la Iglesia, serán a partir de la próxima década los católicos italianos quienes voluntariamente contribuyan al sustento de sus ministros. La ayuda que el Estado seguirá facilitando es que los católicos que contribuyan al sustento de su iglesia podrán detraer del bruto de sus impuestos anuales hasta un máximo de 90.000 pesetas de las limosnas entregadas y debidamente justificadas.

Una cuestión delicada será el dilucidar qué instituciones eclesiásticas pueden considerarse verdaderamente religiosas y entregadas al culto y cuáles no, ya que sólo las primeras estarán exentas de impuestos al Estado, mientras las demás -de tipo cultural, docente o con fines de lucro- tendrán que tributar al fisco, a partir de la fecha señalada, como una empresa cualquiera.

La Conferencia Episcopal italiana ha decidido también que desaparecerá el llamado sistema de beneficios, una institución medieval sobre la que se sostiene todavía hoy la estructura patrimonial de la Iglesia italiana.

Esto quiere decir que dejarán de existir las fuentes individuales de ingresos que hoy poseen las diversas diócesis o parroquias, a través de propiedades inmobiliarias o mobiliarias, y que son las responsables de la discriminación en tantas ocasiones entre clero rico y clero pobre.

Con la normativa que entrará en vigor en 1990 cada diócesis tendrá un instituto para la sustentación del clero, que agrupará todos los beneficios existentes y los administrará equitativamente.

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