El hombre que pondrá fin al conflicto

Juan Ignacio Moltó, designado como árbitro para el conflicto que desde hace un mes enfrenta a la dirección y los pilotos de Iberia, nació en Alicante hace 40 años. Está casado y tiene 4 hijos. Desde diciembre de 1982 es director general del Instituto de Mediación, Arbitraje y Conciliación (IMAC).Pertenece al PSOE desde 1976. Inspector de Trabajo, ha desempeñado el cargo de Jefe de Inspección, primero en Bilbao y posteriormente en Alicante. Ocupó en 1978 la Dirección General de Trabajo en la Consejería de Trabajo del Consejo General Vasco. En 1979 intervino como mediador en el convenio del meta...

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Juan Ignacio Moltó, designado como árbitro para el conflicto que desde hace un mes enfrenta a la dirección y los pilotos de Iberia, nació en Alicante hace 40 años. Está casado y tiene 4 hijos. Desde diciembre de 1982 es director general del Instituto de Mediación, Arbitraje y Conciliación (IMAC).Pertenece al PSOE desde 1976. Inspector de Trabajo, ha desempeñado el cargo de Jefe de Inspección, primero en Bilbao y posteriormente en Alicante. Ocupó en 1978 la Dirección General de Trabajo en la Consejería de Trabajo del Consejo General Vasco. En 1979 intervino como mediador en el convenio del metal del País Vasco, cuya falta de acuerdo había provocado una huelga en el sector.

El sistema de arbitraje obligatorio, contemplado en la actual legislación únicamente en aquellos casos en que la duración de un conflicto provoque graves daños a los intereses nacionales, no se encuentra regulado por norma alguna, con lo que se deja absoluta libertad a la persona designada para establecer la metodología y los procedimientos a seguir.

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A diferencia de la mediación, en la que la persona designada se limita a efectuar el papel de hombre bueno entre las partes en conflicto sin que pueda tomar decisiones, el arbitraje otorga facultades para dictar un laudo de obligado cumplimiento para los afectados. Aunque nada impide que el árbitro dicte el laudo sin contactar con las partes, la práctica habitual establece una ronda de negociaciones en las que cada interesado explica sus posturas. Posteriormente, de acuerdo con la información recibida, el árbitro dicta el laudo.

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