¿Nos estamos entregando inermes ante la CEE?

Ya

Conviene, en medio de la confusión progresiva en la que quizá se introduce a la opinión española, comenzar a tener, tras Fontainebleau, ideas claras sobre la CEE y nosotros. La primera es que, en estos momentos de reestructuración seria de la economía, sólo tienen futuro las grandes áreas del mercado, debido a que bastantes ajustes deben hacerse con gigantescas acumulaciones de capital. Frente a la ventaja adquirida por Estados Unidos y Japón, cada nación europea aislada poco puede hacer. Sólo mancomunando esfuerzos la competición puede continuar siendo igualada. A España le interesa...

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Ya

Conviene, en medio de la confusión progresiva en la que quizá se introduce a la opinión española, comenzar a tener, tras Fontainebleau, ideas claras sobre la CEE y nosotros. La primera es que, en estos momentos de reestructuración seria de la economía, sólo tienen futuro las grandes áreas del mercado, debido a que bastantes ajustes deben hacerse con gigantescas acumulaciones de capital. Frente a la ventaja adquirida por Estados Unidos y Japón, cada nación europea aislada poco puede hacer. Sólo mancomunando esfuerzos la competición puede continuar siendo igualada. A España le interesa, por supuesto, no estar ausente de esa marcha.La segunda idea a tener presente se relaciona con el proceso ya muy desarrollado de vinculación. Los diez de la CEE, más los miembros de la Asociación Europea de ,Libre Comercio (EFTA), han establecido lazos importantes. Quedan, sí, aún vivas mil trabas administrativas muy proteccionistas en favor de cada Estado. A eliminarlas se dedican con ahínco comisiones, grupos de trabajo, y poco a poco, sin agobios, se van logrando cosas. Pero en ese camino está toda Europa, incluso Portugal, salvo las naciones comunistas y España. Da la impresión, pues, que fue erróneo jugarlo todo a la carta de la CEE para conseguir, parece, respaldos políticos que se creían precisos en 1977, sin percibir que no era ese el camino más rápido.

La tercera idea es que la CEE es hoy más un club de intereses que, de nuevo, un grupo en marcha hacia un futuro político común, como gran proyecto. De Stuttgart a Fontainebleau se ha dicho a los gobernantes españoles en todos los tonos, aunque parece que no lo queremos entender, que sólo podremos entrar como miembro 12 con condiciones muy duras para nosotros. Olvidarlo puede ser muy grave.

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Además es muy significativo que, poco a poco, los países comunitarios han despegado del nuestro el caso de Portugal, porque su adhesión plantea pocos problemas, y queda así aislada España.

Madrid, 1 de julio

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