Reportaje:El control informático de la vida privada

Los datos que 'ellos' tienen de usted

Un 'Estado' invisible, a la sombra del Estado visible, amenaza con cobrar vida en forma de gigantescos ordenadores

Con sólo introducir el número de su documento nacional de identidad en un terminal de ordenador, los aparatos del Estado pueden saber sobre usted, de forma automática, entre otras cosas, si tiene coche y cuántas multas tiene aún por pagar, si posee armas legalmente, cuál es su situación familiar, si figura en el registro de interés policial, si está inmerso en alguna causa judicial o debe de ser presentado ante un determinado juzgado, si tiene antecedentes penales o policiales o está reclamado por Interpol, si está usted empadronado y al día en el pago de impuestos, si está matriculado en algu...

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Con sólo introducir el número de su documento nacional de identidad en un terminal de ordenador, los aparatos del Estado pueden saber sobre usted, de forma automática, entre otras cosas, si tiene coche y cuántas multas tiene aún por pagar, si posee armas legalmente, cuál es su situación familiar, si figura en el registro de interés policial, si está inmerso en alguna causa judicial o debe de ser presentado ante un determinado juzgado, si tiene antecedentes penales o policiales o está reclamado por Interpol, si está usted empadronado y al día en el pago de impuestos, si está matriculado en alguna universidad y cómo está su expediente académico, si es usted funcionario, cómo es su situación con respecto al Ejército, cuál es su situación en España en el caso de ser extranjero, etcétera.Todo ello, de forma legal, se entiende. Es cierto que las informaciones constan en programas informáticos distintos, y al menos teóricamente están sin procesar, excepto en aquellos casos que se justifiquen por el interés del Estado: Ministerio de Defensa, policía, servicios de inteligencia. Pero no es menos cierto que cada dato que entrega se informatiza. Y considerando que España ocupa en la actualidad el octavo lugar del mundo en capacidad informática -un puesto que los expertos consideran excesivo en proporción al producto interior bruto-, es fácil pensar que trazar su perfil es sólo una cuestión de tiempo.

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El control informático se extenderá en los próximos meses a las propiedades que usted podría heredar o los bienes y las personas a las que tiene intención de testar, cuál es la situación actual de sus propiedad catastrales, cuyas competencias de control se dispersan ahora en seis ministerios, y cuál es el desarrollo de las causas penales en las que pueda estar inmerso.

Si además usted es un ciudadano honrado que declara sus impuestos cabalmente, la información computerizada que le atañe es algo así como la biblia sobre su persona: ingresos anuales, empresas en las que trabaja, categoría que ocupa, cuáles son sus propiedades, en qué invierte su dinero, si es usted usuario de pólizas de seguros, con qué empresas o particulares negocia y un largo etcétera de datos personales. Todo con pulsar la tecla de un videoterminal.

Y por si fuera poco, desde el propio Gobierno se quiere potenciar la figura de delator fiscal de su propio vecino, del cazarrecompensas, aunque las autoridades prefieren hablar de colaborador ciudadano.

En el afán por perseguir el fraude fiscal -y acogiéndose a las medidas aprobadas por el Gobierno y que lo serán próximamente por el Parlamento-, cualquiera de los 2.100 inspectores o subinspectores del Ministerio de Hacienda puede investigar, peseta a peseta, el destino de su dinero que haya tocado alguna vez una cuenta bancaria y cuánto contienen sus cuentas bancarias.

Si se encuentra en el supuesto anterior y es al mismo tiempo usuario de algunas de las cuatro millones de tarjetas de crédito ex tendidas por entidades bancarias, de las dos millones expedidas por entidades comerciales, (fundamentalmente, grandes almacenes), de las 50.000 de American Express o de las 40.000 de Dinners, entonces irá dejando un rastro en su vida privada que podría ser seguido hasta por un niño. Se sabría hasta la marca de zapatos que usa.

En casos así, levantar dossieres sobre la vida privada de las personas sólo tendría un precio. Partiendo del principio de la probidad del funcionario, que es honrado mientras no se demuestre lo contrario, los expertos en informática han mostrado su preocupación por la facilidad con que podrían producirse las fugas informativas. Hay profesiones florecientes que consisten en aportar pruebas judiciales, especialmente para casos de divorcio. Sin contar la sofisticación con que empiezan a trabajar las empresas de detectives.

Los bancos y entidades financieras que poseen bancos de datos pesonales y servicios de información inestimables saben como nadie de este espionaje, especialmente por la suma de millones que gastan anualmente en seguridad de este tipo. Saben que la base del negocio bancario es la discreción.

La intimidad enlatada

Son estas empresas privadas -especialmente las dedicadas a seguros- las que disponen de mejor información personal. Con el dinero no se juega, sobre todo cuando se presta. En España hay cerca de 500 empresas entre cuyas dedicaciones se encuentra la de confeccionar informes sobre la solvencia de los particulares a los que se le conceden un crédito y sobre las empresas con las que se va a establecer una relación comercial. No en vano los grandes bancos y entidades financieras han sido los pioneros en computerizar toda su información. Hoy poseen sistemas tan avanzados que sería posible hacer auditorías informáticas (es decir, a través de ordenadores) sin visitar el banco de que se trate.A pesar del océano de datos personales que los aparatos policiales y las grandes empresas privadas conocen de usted, lo peor es la evidencia de que su intimidad puede estar encerrada en la memoria de un ordenador, con fines comerciales, sí usted tiene unos mínimos signos externos de riqueza. Si usted, por poner un ejemplo, tiene entre 35 y 40 años, es ingeniero, abogado o actor de cine, con ingresos superiores a cuatro millones de pesetas, con piso propio o una segunda residencia, dispone de un coche caro, etcétera, puede estar seguro de estar enlatado en más de diez registros de marketing fundamentalmente de cara al auge de las ventas por correspondencia, aunque España, con 6.000 pesetas por habitantes y año, dista mucho del país rey (Estados Unidos, con 120.000 pesetas habitantelaño) en la venta por correo.

Los tentáculos informáticos de las grandes multinacionales han llegado a patentar en España, como en otros países, la caza de cerebros por ordenador, a base de rastrear los expedientes académicos de los recién licenciados o los que están a punto de hacerlo, de los ejecutivos, de los mejores vendedores, de los mejores en algo. Y a medida en que se conjugan los signos externos de riqueza más poderosos con las mejores aptitudes, la pirámide se va estrechando hasta llegar, fríamente, a los números uno.

Si usted tiene un cierto poderío económico o social, no dude que estará incluido en listados que ofertan empresas como BD Mail, PDM, Mencor, Publienvío, Promonark, Coditel o Paquebot; o bien, almacenado en bancos de datos públicos o privados que informatizan sondeos de opinión, encuestas o estudios de todo tipo basándose en el supuesto interés público o sociológico que ofrece su propio perfil o el del segmento de población a la que usted pertenece.

El poderoso avance de la microinformática (ordenadores personales) es tal que la colección de datos personales hace buena la máxima de "a mayor información, mayor poder" y, teóricamente, hace posible un supuesto mal uso de lo almacenado en los cerebros electrónicos, como se pudo comprobar en Estados Unidos, donde se detectaron listas de objetores de conciencia, de pacifistas o de comunistas. O, como empieza a suceder en algunos países occidentales, entre ellos España, aumenta la utilización de ordenadores personales para el acopio de datos destinados a extorsiones económicas o impuestos mafiosos de protección.

Las posibilidades de los microordenadores son ilimitadas, especialmente los videotest y teletest. Dependen de su capacidad de memoria, pues, a través de la línea telefónica Iberpack, es teóricamente posible su conexión hasta con la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

Según pusieron de manifiesto expertos que participaron esta semana en Madrid en la conferencia sobre los problemas legislativos en la protección de los datos, patrocinada por el Consejo de Europa, es incluso factible la conexión a través de satélite, de forma que países desarrollados pueden conocer más cosas de un país subdesarrollado que el propio país.

El 'corazón' policial

La mayor potencia informática y los bancos de datos más completos están en manos de la policía. Sus ordenadores centrales están situados en un edificio sin identificación externa en San Lorenzo del Escorial, en la sierra de Madrid, que es inexpugnable, según los mandos policiales. En las últimos años, silenciosamente, se han ido procesando los ficheros policiales divididos en cuatro áreas: la preferentemente policial (investigación policial y criminal, relaciones con Interpol, dactiloscopia, aeropuertos, fronteras, etcétera), identificación civil (pasaportes, carnés de identidad, extranjeros), gestión administrativa (nóminas, presupuestos, instalaciones) y conexiones con otros servicios (Guardia Civil, Policía Municipal, etcétera).Conectado con el otro gran ordenador -el de la Dirección General de Tráfico-, permite, por ejemplo, en el tiempo que tarda en ponerse en verde un semáforo, saber en cualquier punto de España si un coche sospechoso ha sido robado, incluso robado a punta de pistola. Desde el momento en que se recibe la consulta telefónica en el corazón infórmatico, de El Escorial hasta que la operadora lee la ficha pueden pasar de dos a seis segundos, según la sobrecarga de la memoria del ordenador. Hay 200 terminales instalados en toda España y 350 policías trabajan en este servicio -que permite hasta la digitalización de las huellas dactilares- y cuyo mantenimiento y vigilancia corren a cargo de la propia institución.

Entre los proyectos policiales figura la renovación del carné de identidad, en el plazo de un año y medio, que será indestructible, infalsificable e incombustible. Contendrá los datos que ahora figuran -por una sola cara-, será de plástico, impreso en offset, con tintas ultravioleta y llevará una serie de impresiones que impedirán su falsificación. Y, cómo no, será procesable por ordenador.

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