Crispación y temor entre los 'etarras' refugiados

Las expulsiones, los confinamientos y los atentados de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) han generado entre los refugiados del País Vasco francés actitudes de crispación y de temor. Algunos de los confinados fueron detenidos por la policía francesa con armas en la mano o participando en controles callejeros de identificación de ciudadanos.Los refugiados, muchos de los cuales no mantienen en la actualidad relaciones organizativas con los grupos terroristas, se ven atrapados sin posibilidad real de abandonar sus lugares de residencia, fundamentalmente porque no disponen de recursos ...

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Las expulsiones, los confinamientos y los atentados de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) han generado entre los refugiados del País Vasco francés actitudes de crispación y de temor. Algunos de los confinados fueron detenidos por la policía francesa con armas en la mano o participando en controles callejeros de identificación de ciudadanos.Los refugiados, muchos de los cuales no mantienen en la actualidad relaciones organizativas con los grupos terroristas, se ven atrapados sin posibilidad real de abandonar sus lugares de residencia, fundamentalmente porque no disponen de recursos económicos suficientes. Su traslado a localidades situadas fuera del País Vasco francés les está alejando de los ambientes de la refugiada, lo que puede suponer la ruptura de relaciones y de compromisos -algunos laborales- y el distanciamiento todavía más de sus familias.

La otra posibilidad que se les presenta es llevar una vida probablemente más segura, pero también más aislada, y tener que afrontar la condición de emigrante. Quienes sí parecen haber optado por esfumarse son los dirigentes de ETA Militar, a quienes algunas fuentes sitúan en París.

Superado el impacto emocional de los primeros atentados de los GAL, la mayoría de los refugiados parece dispuesta a permanecer "pase lo que pase" en sus lugares de residencia. Y, curiosamente, se teme más a la policía francesa, esto es, a la eventualidad del encarcelamiento, la expulsión a países suramericanos o el confinamiento lejos de la frontera. "Es una cuestión de estadística", comentaba un refugiado. "Con las cifras en la mano, es más probable que te eche mano la policía".

Recientemente, los refugiados de Hendaya, unos 150, acordaron redistribuirse en los 40 pisos que utilizan, para equilibrar casos extremos de hacinamiento y de viviendas ocupadas sólo por dos personas. La crispación se refleja en las peleas violentísimas ocurridas estas semanas entre refugiados de ETA Militar y los que simpatizan con otras organizaciones.

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