Editorial:

Alemania, en muchos frentes

MIENTRAS EL canciller Kohl visita España, se vive cierto ambiente preelectoral en la República Federal de Alemania. La proximidad de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo -dentro de un mes- tiende a agudizar las contradicciones, tanto en el terreno político como en los problemas referentes a la situación económica y social.Kohl obtuvo el triunfo y logró el acceso a la jefatura del Gobierno por el viraje de los liberales, que después de 14 años de alianza con la socialdemocracia, rompieron la coalición cuando el empeoramiento de la situación económica se hizo evidente y ofreciero...

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MIENTRAS EL canciller Kohl visita España, se vive cierto ambiente preelectoral en la República Federal de Alemania. La proximidad de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo -dentro de un mes- tiende a agudizar las contradicciones, tanto en el terreno político como en los problemas referentes a la situación económica y social.Kohl obtuvo el triunfo y logró el acceso a la jefatura del Gobierno por el viraje de los liberales, que después de 14 años de alianza con la socialdemocracia, rompieron la coalición cuando el empeoramiento de la situación económica se hizo evidente y ofrecieron su apoyo al partido democristiano; Genscher pasó a ocupar en el Gobierno Kohl los mismos cargos que tenía en el Gobierno Schmidt. Hace unas semanas se ha producido el primer conflicto serio -que ha puesto en peligro la coalición democristiana-liberal- en torno al proyecto de ley de amnistía fiscal. Se trata de que cierto número de empresas y de personas tiene que responder ante los tribunales por delitos fiscales cometidos al realizar donativos al partido democristiano. El Gobierno ha presentado una ley de amnistía que los blanquearía, el canciller se comprometió personalmente en la defensa de esa ley ante el congreso de su partido, que, en fin de cuentas, se dejó convencer, pero no así la opinión pública. El Partido Socialdemócrata Alemán (SPP) inició una campaña; su principal dirigente, Vogel, habló de un olor a Watergate. El partido liberal se dio cuenta de que sí aceptaba esa ley, el coste electoral podría serie fatal; en recientes consultas ha sufrido un serio descenso de votos, quedando por debajo de los verdes. Los liberales rechazaron la ley en el seno del Gobierno. Ante la amenaza de una crisis, Kohl decidió retirar el proyecto unos días antes de la fecha fijada para su discusión.

El otro conflicto al que tiene que hacer frente el Gobierno es más grave: el creciente movimiento de huelga que se desarrolla en la metalurgia. Es un hecho insólito en la historia reciente alemana. El sindicato más fuerte de la RFA, IG Metall, con dos millones y medio de afiliados, ha organizado esa huelga con el objetivo de obtener la semana de trabajo de 35 horas, como única respuesta seria al paro, que no decrece, a pesar de la recuperación económica en otros aspectos. Se trata de un objetivo aprobado en principio por el conjunto del movimiento sindical de Europa occidental, y que a todas luces pretende dar a las luchas obreras una perspectiva al nivel de las transformaciones científicas y tecnológicas del proceso productivo. Pero lo que es nuevo, y en cierto modo sorprendente, es que un sindicato considerado como particularmente moderado y reformista, haya puesto en marcha un amplio movimiento de huelgas con esa reivindicación inmediata. La acción se ha iniciado en algunas empresas de Baden Würtemberg y se irá extendiendo a otras. La patronal ha respondido declarando una serie de lock-outs; la próxima semana, si las cosas siguen como ahora, gran parte de la industria del automóvil puede encontrarse paralizada. El Gobierno se ha limitado a hacer llamamientos tanto a la patronal como a los sindicatos para que reanuden las negociaciones, pero al mismo tiempo ha tomado posición contra la disminución de la jornada laboral.

Es evidente que, en el terreno político, este conflicto puede dañar seriamente al Gobierno Kohl; históricamente, el principal argumento de la democracia cristiana alemana ha sido el de su capacidad para asegurar la paz social y la prosperidad económica. Las elecciones europeas del mes que viene se centrarán probablemente más sobre estas cuestiones que sobre los temas de política internacional. El congreso del SPD que se abrió ayer en Essen ha enfocado su campaña dando prioridad clara a los problemas económicos y sociales y de moralidad pública.

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En estas circunstancias, el viaje del canciller Kohl a Madrid merece un agradecimiento particular de la democracia española. Ha sido una demostración del interés del Gobierno de la RFA por respaldar el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, y en términos más generales, la presencia política de España en Europa. Merece una gratitud añadida por su clarificación, pese a que muchos no gusten del contenido de la misma: aunque las declaraciones públicas han sido escasas en ese sentido, Kohl ha dejado ver que las cuestiones relacionadas con el ingreso en la CEE son indisociables de la permanencia de España en la OTAN. Felipe González ha aprovechado la presencia de tan ilustre huésped para hacer una advertencia en el sentido de que España no está dispuesta a firmar cualquier condición de ingreso en la CEE, pero al mismo tiempo ha expresado su opinión de que ya no es hora de "aislamientos salvadores". Al poner énfasis en la contribución española a la solidaridad europea no se ha olvidado, antes bien ha insistido, en la necesidad de que ésta se extienda a las cuestiones de seguridad común. El término seguridad, un eufemismo para referirse a los planteamientos de defensa frente a un enemigo exterior de la alianza occidental, no era usual en el lenguaje político de nuestro Gobierno. Y aunque la visita del canciller alemán se haya desarrollado en el marco de los contactos bilaterales Bonn-Madrid, decididos hace un año, ha sido aprovechada por ambas partes para dar un nuevo impulso a las explicaciones y razonamientos sobre por qué el Gobierno socia

lista no sacará a España de la Alianza Atlántica. Explicaciones todavía ingenuamente ambiguas por parte del Gobierno español.

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