Un foco contagioso bajo la vigilancia de las grandes potencias

Se han dado las más contradictorias especulaciones para definir el alineamiento jomeinista con una u otra de las grandes potencias. Los que sueñan con la ayuda estadounidense para restaurar un día la monarquía describen un Irán bajo los horrores de una democracia popular unida a la URSS por múltiples acuerdos e influencias ocultas, con gran peligro para los regímenes prooccidentales de la región. Los que se inclinan a la izquierda insisten, por el contrario, en los crecientes lazos de dependencia económica entre la república islámica y los países occidentales o sus aliados; lazos que traiciona...

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Se han dado las más contradictorias especulaciones para definir el alineamiento jomeinista con una u otra de las grandes potencias. Los que sueñan con la ayuda estadounidense para restaurar un día la monarquía describen un Irán bajo los horrores de una democracia popular unida a la URSS por múltiples acuerdos e influencias ocultas, con gran peligro para los regímenes prooccidentales de la región. Los que se inclinan a la izquierda insisten, por el contrario, en los crecientes lazos de dependencia económica entre la república islámica y los países occidentales o sus aliados; lazos que traicionan el verdadero alineamiento del país y que se ven confirmados por la liberalización de la economía interna y la supresión de todos los grupos de tendencia socialista del abanico político.Puede que la verdad se halle entre esos dos puntos de vista. Los mismos dirigentes iraníes se proclaman como modelo de no alineamiento. Si su país no se abriera al exterior, la cuestión podría ser eludida. Ahora bien, nunca se ha hablado tanto del papel de Irán en la escena internacional, cuando todo el mundo preveía que la revolución islámica arrojaría al país en el caos.(...)

No cabe duda de que las motivaciones ideológicas han dado un impulso original a la nueva política exterior. El islam es el leitmotiv, y no puede decirse que el imán Jomeini se haya servido de la religión para disimular un plan oculto. Tanto para él como para la mayoría del clero que lo rodea y los militantes islámicos, la primera y esencial finalidad, que afirman constantemente, consiste en reinstaurar allí donde sea posible la legitimidad islámica, única vía liberadora de la humanidad contra las iniquidades de las grandes potencias. (...)

La idea del islam como liberador de los desheredados a veces permite justificary acelerar el expansionismo iraní, así como suscitar una conciencia antiimperialista y reivindicativa que se salga del carril comunista. Los comentaristas de la oposición monárquica han tratado de hacer creer que el lema "Ni Este ni Oeste, república islámica", lanzado frecuentemente tras la toma de rehenes, era en realidad una argucia soviética para extirpar la influencia americana. No hay nada de esto, y hay que estar verdaderamente ciego para no ver en ello un claro deterioro de las relaciones con la Unión Soviética desde hace meses. Después del desmantelamiento de todos los grupos izquierdistas del país, marxistas o islámico-marxistas, para lo cual la república islámica se aprovechó de la complicidad del partido Tudeh, le llegó el turno a este antiguo partido prosoviético, cuyos dirigentes hicieron revelaciones consternantes acerca de sus lazos con la URSS y las traiciones cometidas en su nombre. Moscú ha tomado nota de la nueva política iraní. Tras la detención de los dirigentes del Tudeh, las emisoras en lengua persa de las repúblicas soviéticas redoblaron sus críticas a la política irresponsable del imán Jomeini. La postura oficial de la URSS en el conflicto irano-iraquí es ambigua: su neutralidad no obstaculiza la ayuda militar directa o indirecta a Irak, país con el que firmó un tratado de amistad en 1972. Un 70% del armamento iraquí es de origen soviético. A pesar de algunas muestras de acercamiento a la política americana por parte de Irak, la Unión Soviética no quiere dejar a su único aliado árabe del golfo Pérsico. Los iraníes observan. (...)

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