Tribuna:

Las señoritas del abanico

Las ballenas aún no han llegado o ya se han marchado. Da lo mismo. Durante un tiempo se refugian en el mar de cortes y ahora buscan su pan y su plancton en otros mares. No en balde en cabo San Lucas el Pacífico ha abierto en las rocas blancas un arco ojival, que los bajo californianos llaman ventana de dos mares. En cabo San Lucas hay pelícanos, leones marinos. Turistas gringos precocinados o precongelados, ya no me acuerdo, y dos señoritas solteras que son de Puebla, como podrían ser de Cuenca, que llevan una Nikkon como si llevaran un abanico, y se ríen, se ríen siempre para que los g...

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Las ballenas aún no han llegado o ya se han marchado. Da lo mismo. Durante un tiempo se refugian en el mar de cortes y ahora buscan su pan y su plancton en otros mares. No en balde en cabo San Lucas el Pacífico ha abierto en las rocas blancas un arco ojival, que los bajo californianos llaman ventana de dos mares. En cabo San Lucas hay pelícanos, leones marinos. Turistas gringos precocinados o precongelados, ya no me acuerdo, y dos señoritas solteras que son de Puebla, como podrían ser de Cuenca, que llevan una Nikkon como si llevaran un abanico, y se ríen, se ríen siempre para que los gringos las perdonen el ser de Puebla, el ser de Cuenca, el ser solteras, el abanico. Acaso la Nikkon. Las señoritas de Puebla, digo de Cuenca, avistan un barco de guerra y me lo abanican, naturalmente con la Nikkon. Un barco de guerra americano, es decir, norteamericano en su bandera y en su cañón de proa; americano a secas en todo lo demás, especialmente en su viento de popa, y mientras las señoritas de Puebla, digo de Cuenca, abanican el centinela con sus fotos risueñas de solteronas en vacaciones, los gringos precongelados o precocinados se ponen firmes pa que sus fotografías sean un himno visual al patrullaje. Baja California está más cerca del dólar que de México DF, y a uno le parece que el barco norteamericano es como un punto de la i de este Finisterre.Las ballenas volverán, según una secreta lógica ya precolombina; los leones marinos huelen a pescados rancios y están en nómina para turistas, como los pelícanos y los barqueros precolombinos, todos indiferentes al color de las banderas y los cañones. Las criollas de Puebla ríen y ríen entre matrimonios gringos que se sonríen. "Pequeño, es un barco pequeño", les advierte el gringo más viejo, por si sus risas fueran de menosprecio. Tan femeninas las señoritas de Puebla, discuten tamaños con las dos manos. ¿Los tienen así señor? ¿Y así, así también? "Mamita mía, qué grande", el viejo gringo abre los brazos y abre y abre para abarcar el tamaño de su poder, y cuanto más los abre más gritan y ríen las señoritas. ¿Eran de Puebla? ¿Eran de Cuenca? Y quien dice de Cuenca dice Nantes o Barcelona. Hasta por los finisterres van con la Nikkon, digo con el abanico.

El lobo

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Cuando desde un rincón de América Latina se recibe una metáfora del presidente Reagan, una metáfora zoológica que nos retrotrae a aquellos tiempos del maoísmo creativo, la imagen poética está tan cerca de la realidad sobre la que se aplica que la corroboración se impone. El presidente Reagan ha sacado capacidad literaria de donde no sólo Dios sabe, y ha dicho todo el continente americano que destituyan al asesor literario de Ronald Reagan; qué tiempos aquellos en que los discursos de Kennedy se los escribía John Steinbech con el acompañamiento musical de Pau Casals.

Es legítimo considerar que Cuba es un punto de referencia para la expansión del comunismo por América Latina, y es igualmente legítimo que los interesados en que el comunismo no se expanda traten de oponerle sus razones. Lo lógico es que un presidente de Estados Unidos sea anticomunista y lo exigible es que se comporte verbalmente en relación con la grandeza de su imperio. Si al mismo tiempo que se recurre a una adocenada metáfora resulta que se proclama la necesidad de no respetar los derechos humanos en El Salvador, porque la tortura y la matanza son las únicas razones que pueden oponerse a las dentelladas del lobo cubano, eso quiere decir que Reagan o sus asesores no controlan los esfínteres del alma. Según Reagan , son unos ingenuos los que piden que en El Salvador o Guatemala no haya torturados y desaparecidos. La supervivencia de la democracia occidental exige un calculado coste de dignidad humana, y los desaparecidos y torturados hay que ponerlos en el capítulo de inevitables gastos para el mantenimiento del sistema. Son los despedidos de la democracia. Las víctimas de la reconversión estratégica de la moral de Occidente. Por eso la metáfora del lobo cubano se completa con la crudeza de la negación del valor absoluto de los derechos humanos. Si no queremos que el lobo cubano se nos coma América Latina hay que permitir al muy noble cuerpo de verdugos y torturadores que actúe a sus anchas. Al lobo hay que tratarle como una alimaña. San Francisco de Asís era, sin duda, un peligroso ingenuo fichable por la FBI.

Trostki y el 'squash'

Ramón Mercader se quedaría un tanto desconcertado al comprobar que alguien ha construido un salón de squash adosado a la que fue casa e inútil fortaleza de León Trostki, tampoco reconocería la calle de Churubasco, en otro tiempo riera que respaldaba la casa esquinada por las calles de Viena y Morelos. Antes del atentado mexicano contra Trostki, cometido por el pintor Siqueiros, la casa era una bonita y a la vez modesta villa historiada: mirtos en el jardín, torneadas balconadas casi a ras de calle, columnas de clasicismo barato rematadas con enjundiosos arcos, diríase que de macramé. El aviso de Siqueiros obligó a tapiar los balcones, elevar los bajos muros de piedra volcánica hasta la estatura de una cárcel con grietas improovisadas para insuficientes guardianes. Dentro, el miedo de Trostki, y sobre todo el de Natalia, cambió las nobles puertas de madera repujada por metálicos portones de submarino, que no pudieron evitar la infiltración sutil de aquella envenenada manzana de ideología que Ramón Mercader puso sobre la mesa donde Trostki tenía y tiene, entre otros libros, un estudio sobre el terror en el III Reich; todo sigue casi igual que en aquellos últimos meses de un Trostki cercado por el estalinismo. Un plástico de encargo de tintorería cubre, como una mortaja transparente, todo el trabajo pendiente sobre la mesa del profeta desarmado y asesinado. Igual sus libros, sus viejos muebles, mucho más viejos; sus colecciones de iconos fotográficos revolucionarios y de irrepetible artesanía mexicana, aquella artesanía años cuarenta, que aún no se vendía en grandes almacenes multinacionales. Natalia Sedova le sobrevivió 20 años en este museomausoleo, y sus cenizas están ahora junto a las de su marido en un pequeño monumento que inspira tanta compasión como respeto: Más alto que el monumento, e incluso que los improvisados muros de tan precaria fortaleza, el palacio del squash recibe maduros ejecutivos agresivos, que luchan contra el colesterol y el espejo, ajenos a que casi pared por pared se muere un poco más, día a día, el recuerdo de uno de los gigantes de este siglo feroz, que concluirá sin haber resuelto la tensión dialéctica entre humanismo y terror.

Geografía e historia

Fue cerca de Los Angeles, si no recuerdo mal, y hace ya unos cuantos años. De pie a contra luz, con el sol poniente, Guillermo Luis Díaz-Plaja soportó estoicamente la pregunta que le hacía el chicano que nos llenaba el depósito de gasolina: "¿Oiga usted, señor, y eso de España estará muy lejos, verdad? ¿Tan lejos como Alemania, verdad, señor? ¿Es más grande que México, señor?". Luego, Guillermo, cual nuevo sabio Paganel, ponía en cuestión,la geografía y la historia que se enseña en los imperios. El personaje de Julio Verne descubre que los vencedores no se limitan a escribir la historia, también dibujan las geografías.

Recientemente , México DF albergó al mismo tiempo un congreso de editores y una feria del libro. Los editores aplaudieron con entusiasmo una intervención de Laín Entralgo que reunió para siempre los significados de cultura y libertad. Me lo contaron cuando fui de visita al congreso, convocado por un vago iristinto, el mismo instinto que en Alexis el Griego lleva a un pobre cerdo cretense al comedor donde se le están comiendo los testículos. Era como entrar en el templo empresarial de la cultura literaria, y allí había de todo, desde el editor rascacielos hasta el editor que apenas edita y gana para tomarse una misma convención cultural respetable, y el discurso de Laín, así como la presidencia de un editor Salvat españolizaba la cosa, le daba a uno ganas de decirles a la mayoría azteca silenciada: mire, va Moctezuma, ese señor que habla tan bien, y yo somos paisanos; horas antes y horas después, da lo mismo, compartía el que esto suscribe una mesa redonda con el maes,tro Arreola, Homero Aridjis, Bernardino Giner de los Ríos y Fuentes Mares en el palacio de la Minería, sede de la Feria del Libro.

Con vehemencia, Fuentes Mares, y con prudencia crítica los otros escritores mexicanos, el acto se transformó en una proclamación de hispanofilla cultural. Luego, en el taxi, la radio es tablecía una reñida competencia entre José Luis Perales y un tal Jackson, que es el no va más rockero. ¿Que es España? Laín, Salvat, José Luis Perales, sin ir más lejos, en un- kilómetro cuadrado de México DF. Lástima que días después, en Baja California, un simpático taxista, sorprendido por el hecho de entenderme, me preguntara: "¿Y cómo fue que ustedes los españoles aprendieran a hablar en mexicano?". Se suele contar como chiste culto, pero yo lo escuché con el puro acento de la sorpresa en la boca de un hombre del pueblo que muy poco aprendió en los libros, consideración primera. Muy mal debieron colonizar los españoles como para que años después los colonizados no sepan quién les dio la lengua. Consideración segunda. Tal vez se trate de una venganza de política cultural, programadora de una sutil venganza de Moctezuma mucho más sutil, es cierto, que la más conocida y habitual desintería. Consideración tercera. Las cosas son como son y agradece a la geografía y a la historia el que te puedas entender con un taxista de Baja California y con Laín Entralgo o José Luis Perales, sin necesidad de pasar por el enjuague bucal de my father is farmer, primera frase hecha que, sin saber por qué, te abre las puertas del aprendizaje del idioma del imperio, pragmatismos aparte, mientras las clases populares de América Latina hablan con lo que tienen y son como son; las

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Las señoritas del abanico

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clases cultas siguen con el problema de la identidad a cuestas y no hay sarao cultural o encuentro con las letras en el que no aparezca el trauma de la conquista y la concurrencia no se divida entre los que se mantienen letra por letra el memorial agraviado de una América precolombina destruida y los que se reconocen originados, dramáticamente originados, por esa destrucción.

Mientras tanto, millones y millones de herederos directos y puros de aquellos habitantes precolombinos, pasados por la piedra y por la España de la conquista, arrastran una difícil supervivencia, sometidos ahora ya no al poder imperial de los reyes de España, sino al poder económico, político y social de un bloque hegemónico que amalgama a herederos del criollismo, inmigrantes aposentados y managers de compañías multinacionales apátridas, como el dinero mismo. Pero así como los brujos poseedores del lenguaje nos autorrecetamos la medicina de la palabra para curarnos la conciencia histórica herida, los indígenas de a pie, los peatones del indigenismo, se han quedado a solas con una geografía inmediata, en la que el bien y el mal cósmico no es histórico, en el mejor de los casos es un bien o un mal que recibe de la naturaleza, y en el peor, que le impone un neocolonizador hecho a imagen y semejanza de los colonizadores de siempre, si a este indígena auténticamente precolombino no le quitan la geografía, no le destruyen para meter las autopistas en las selvas y el capitalismo agrario en los campos roturados, algún día exigirá un protagonismo histórico, hasta ahora negado, y exhibirá un memorial de agravios en el que no se salva ni Dios. Es un decir. Pero mientras tanto, bajo vigilancia o bajo genocidio, lo que queda del indígena precolombino permanece muy lejos de los problemas de identidad de los posconquistaoores o de un criollismo que debe su buena conciencia al capítulo de barbaridades de la conquista, y su mala conciencia, a la explotación objetiva que él perpetuó sobre los indígenas de pura cepa.

De cuando en cuando, un extranjero, sea cual sea su extranjería, se pone a tiro del peatón de la historia y es sometido a una serie de preguntas que demuestran que historia y geografía no son las mismas para quien las hace o para quien las sufre. Ni siquiera la geografía es objetiva, y mucho menos eterna.

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