Un apasionado del aceite

Enrique Salomó fue encarcelado la víspera de la verbena de San Pedro en el verano de 1981, cuando el escándalo de la colza ya había. estallado y los empresarios Rarnón Ferrero y los hermanos Juan Miguel y Fernando Bengoechea se encontraban en prisión. Al recordar aquellos momentos, Enrique Salomó acostumbra a matizar, a modo de exculpación, que nunca fue "detenido", sino que se presentó "voluntariamente ante el juez". Fue al Juzgado de Reus. Allí permaneció dos días, hasta que lo trasladaron a la prisión de Tarragona. Así finalizó su carrera como industrial aceitero y empezó su biografía como ...

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Enrique Salomó fue encarcelado la víspera de la verbena de San Pedro en el verano de 1981, cuando el escándalo de la colza ya había. estallado y los empresarios Rarnón Ferrero y los hermanos Juan Miguel y Fernando Bengoechea se encontraban en prisión. Al recordar aquellos momentos, Enrique Salomó acostumbra a matizar, a modo de exculpación, que nunca fue "detenido", sino que se presentó "voluntariamente ante el juez". Fue al Juzgado de Reus. Allí permaneció dos días, hasta que lo trasladaron a la prisión de Tarragona. Así finalizó su carrera como industrial aceitero y empezó su biografía como preso por el fraude de la colza.La empresa familiar de Enrique Salomó -Productos Químicos Salomó- había pasado unos momentos angustiosos meses antes de su detención, cuando un incendio destruyó la planta aceitera que se levantaba a las afueras de Reus (Tarragona). El fuego se llevó sus ahorros.

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Su detención llegó cuando la empresa se rehacía de la catástrofe. Luego, en la cárcel, Salomó continuaría autocalificándose de "apasionado del aceite", al tiempo que desmentía las acusaciones de la policía, según las cuales era uno de los "responsables más importantes del fraude". En el locutorio de la prisión, siguió afirmando que "nunca había desviado el aceite industrial para consumo de boca".

El recluso Salomó prefería ignorar, o simplemente olvidaba, las acusaciones del industrial Jorge Pich, las de los hermanos Bengoechea -procesados por el envenamiento masivo-, o aquellas otras declaraciones, recogidas en el sumario, en las que se asegura que Enrique Salomó descubrió un buen día un sistema de refinado tan perfecto que convertía en comestible el aceite de colza dirigido a la industria.

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