Jijona sigue practicando, el 'monocultivo' del turrón

La competencia entre los fabricantes de los turrones y helados de Jijona ha conseguido sacar a la población de una situación de pobreza y hambre en los primeros años del siglo. Este monocultivo, cuyo precio por tableta de turrón asciende a 325 pesetas, es la base industrial y económica de la zona. Aunque este año, la oferta -unas 14.000 toneladas- sea moderada y se sitúe quizá un poco por debajo de la demanda, Jijona está preparada para triplicar la producción. Todo depende de que se recaperen los mercados exteriores.La competencia, en algunos casos llevada a sus últimos límites, ha provocado ...

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La competencia entre los fabricantes de los turrones y helados de Jijona ha conseguido sacar a la población de una situación de pobreza y hambre en los primeros años del siglo. Este monocultivo, cuyo precio por tableta de turrón asciende a 325 pesetas, es la base industrial y económica de la zona. Aunque este año, la oferta -unas 14.000 toneladas- sea moderada y se sitúe quizá un poco por debajo de la demanda, Jijona está preparada para triplicar la producción. Todo depende de que se recaperen los mercados exteriores.La competencia, en algunos casos llevada a sus últimos límites, ha provocado una falta de actuactón conjunta. La libertad de coniercio y la falta de una línea común de trabajo se ponen de manifiesto cuando Roberto Soler, presidente de Exporturrón y vicepresidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Turrón y Mazapanes, afirma que ésta no marca una conducta a seguir en la fabricación y exportación. Por esa misma razón, la campaña de este año se inició con cierto pesimismo ante los excedentes de años anteriores.

El elevado aumento del precio de la almendra marcona, base del turrón -de 250 a 550 pesetas el kilo-, ha provocado que los industriales, cada cual por su cuenta, fueran este año comedidos en la producción, y "quizá falte turrón", porque, a pesar del aumento) de precio, que oscilará entre un 25% y un 30% más por barra, el consumidor se ha percatado de que el aumento está justificado y que "la Navidad es la Navidad", afirma Roberto Soler.

Una barra tipo de turrón costará este año una media de 325 pesetas, "lo mismo que una entrada de cine en la Gran Vía de Madrid", dice Soler. Este paralelismo de precios es constante desde hace cinco años. La demanda es normal, similar a años anteriores. En el aumento del precio del turrón ha tenido que ver igualmente un incremento del 20% en la miel y 10 pesetas más por kilo de azúcar. Contrariamente a lo que pudiera pensarse, los costes laborales no han contribuido en exceso a la subida del turrón. Al menos así lo confirmó a este periódico Roberto Soler.

El vicepresidente de los fabricantes afirma que en Jijona están preparados para triplicar la producción. "Cuando había pedidos como los de Cuba, con 2.000 toneladas, las industrias producían más que ahora y no había problemas". La exportación, sin embargo, se ha reducido en los últimos años a poco más de 1.000 toneladas, que se distribuyen esencialmente en los mercados de Estados Unidos y Puerto Rico. La falta de disponibilidades económicas ha hecho que en Argentina, México y Cuba no haya demanda del producto porque las importaciones están canceladas. Lo contrario supondría un gran balón de oxígeno para la industria turronera, que estabilizaría la exportación en unos tres o cuatro millones de kilos.

Empresas familiares

Para el dirigente de los fabricantes, la producción de turrón, que este año totaliza cerca de 14.000 toneladas, ha experimentado serios cambios desde los años sesenta. "El público se ha acostumbrado, en general, a consumir turrón de mayor calidad". De ahí que las especialidades suprema y extra sean las más solicitadas. En ello han influido los especialistas, que desde los centros de producción del turrón han elaborado campañas que "orientan el gusto del público", aunque hay empresas de tipo familiar que comercializan y venden directamente sus productos.El turrón elaborado en industrias familiares suele ser el más barato, al no hacer las inversiones suplementarias a las que se ven sometidas las industrias específicamente concebidas como tales: el control de calidad, por ejemplo, es decisivo en el encarecimiento del producto. Las pequeñas empresas familiares, sin embargo, no tienden a desaparecer. Sus circuitos comerciales y puntos de venta están ya fijados desde hace muchos años y su supervivencia, por tanto, no peligra.

A pesar de la aparente satisfacción que cada campaña supone para los turroneros de Jijona, los industriales se quejan casi de manera endémica de la falta de ayuda oficial: "No existe. Si la tuviéramos, habríamos abierto más mercados en el exterior, y no podemos invertir más de lo que ya lo hacemos en ellos. Por otro lado, los créditos a la exportación existían y nos permitían trabajar más holgadamente; ahora están en vías de cancelación", puntualiza Soler.

La temporalidad del sector diversificó la producción y la amplió a otras facetas: helados, frutos secos, caramelos para regalo. Se ha intensificado la industria al ampliarla a todo el año para no depender exclusivamente del turrón. El salto cualitativo se producía en los años setenta y se ha acentuado en los últimos.

Un pueblo con dinero

Según Lluís Garrigós, alcalde de Jijona, con todas estas industrias el pueblo ocupa el sexto puesto en renta por habitante (Jijona tiene cerca de 8.000 habitantes) entre todos los de idéntico número de vecinos que hay en nuestro país, según pone de relieve un informe elaborado por Banesto este mismo año. El gravamen impositivo es de los más bajos. "Ésta es una sociedad con mucho dinero, que no paga ni un duro". De ahí las dificultades del ayuntamiento a la hora de acometer instalaciones o tareas de carácter comunal. Garrigós sigue pensando que los jijonencos, en general, son insolidarios entre ellos mismos e incapaces de hablar de proyectos comunes. En este aspecto, cabe citar igualmente un documento del centro de estudios de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, según el cual no hay inversión económica en el término municipal.Los 3.500 trabajadores de la industria turronera y afines están asimismo aislados, encerrados con su solo trabajo y el producto de éste. La actividad sindical es mínima, y las intenciones de extender una llamada Asociación Obrera de Oficios Varios (AOOV) a otras fábricas que no sean aquéllas donde nació, retomando una tradición histórica de dicho colectivo obrero, han fracasado, según señaló uno de sus miembros a este periódico. Por su parte, los sindicatos mayoritarios, CC OO y UGT, encuentran en Jijona no pocas dificultades para afiliar trabajadores del turrón. Un porcentaje que se aproxima al 20% de la población está constituido por trabajadores inmigrados.

Otro hecho que cabe destacar es el alto número de artrosis que se registra cada año. Las compañías de seguros, por lo general, se muestran reacias a la firma de pólizas por esta razón.

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