La 'democracia con galones' del general Kenan Evren

Como esos sastres de Bangkok, que hacen un traje a la medida en 24 horas, el general Kenan Evren ha empleado algo mas de tres años en confeccionar para Turquía su particular democracia con galones, a la que, con las elecciones de mañana, piensa dar las últimas puntadas. La incógnita, como con los trajes de Bangkok, está en conocer el resultado dará el género. Si podrá funcionar una Constitución redactada al dictado de los militares por unos congresistas elegidos a dedo; si los partidos creados de la nada por el régimen servirán para dar siquiera una apariencia de juego democr...

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Como esos sastres de Bangkok, que hacen un traje a la medida en 24 horas, el general Kenan Evren ha empleado algo mas de tres años en confeccionar para Turquía su particular democracia con galones, a la que, con las elecciones de mañana, piensa dar las últimas puntadas. La incógnita, como con los trajes de Bangkok, está en conocer el resultado dará el género. Si podrá funcionar una Constitución redactada al dictado de los militares por unos congresistas elegidos a dedo; si los partidos creados de la nada por el régimen servirán para dar siquiera una apariencia de juego democrático en el Parlamento unicameral que se elegirá mañana, en un país bajo la ley marcial, con los políticos tradicionales castigados y con la Prensa amordazada.La operación militar que llevó al poder a Evren el 12 de septiembre de 1980 fue la tercera intervención directa del Ejército en la vida política turca desde que Mustafá Kemal Ataturk creara la República hace sesenta años. Ha sido también la intervención más larga: tres años y dos meses. Y la más ambiciosa: los militares han hecho tabla rasa del pasado y han confeccionado un sistema presidencialista, autoritario y conservador.

Kenan Evren, de 65 años, cedió a la tentación política y fue elegido presidente de la República por un período de siete años en el plebiscito celebrado hace ahora un año y en el que se aprobó, asimismo, por un nada discreto 91,5% de los sufragios, la nueva Constitución. Eso permitirá a Kenan Pachá -como se le llama recordando el viejo título otomano-, supervisar también las próximas elecciones legislativas, en 1988.

La oferta política que tendrán mañana ante sí los electores turcos es, evidentemente, pobre y alejada de la realidad social: tres partidos de nuevo cuño, cuyos fundadores y dirigentes han obtenido el placet expreso del régimen militar.

Con los políticos tradicionales apartados de la escena, la representación electoral ha estado a cargo de burócratas, funcionarios y militares retirados, carentes de cualquier carisma o atractivo político. No se esperan sorpresas y el Partido de la Madre Patria, encabezado por el viceprimer ministro, Turgut Ozal, es el claro favorito. Ozal, de 55 años, es un tecnócrata monetarista que obtuvo cierto éxito controlando la inflación y colaboró desde el primer momento con el régimen militar desde su puesto de zar económico.

Con las elecciones de mañana, calificadas de "farsa" por el tres veces primer ministro socialdemócrata Bulent Ecevit, Kenan Pachá cumple su promesa de devolver el poder a los civiles tras la "suspensión temporal" de la democracia que anunció al derrocar al Gobíerno conservador de Suleiman Demirel en 1980. Evren, que goza de una amplia popularidad, sobre todo en las zonas rurales, se presenta no sólo como el hombre que puso fin a la situación anárquica que vivía el país, con más de 20 víctimas diarios del terrorismo, sino como el garante de que los nuevos políticos por él creados no caerán en los errores de los viejos.

El precio a pagar por la sociedad turca ha sido elevado. Decenas de miles de encarcelados, docenas de ejecuciones, torturas, cierres de periódicos y persecución de los sindicatos. En la OTAN, donde prima la importancia estratégica de Turquía -el único miembro, con Noruega, que tiene fronteras directas con la URSS-, se prefiere la injusticia al desorden, la democracia con galones a la anarquía, y se guarda silencio.

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