Tribuna:El debate judío

Sobre honestidad, tolerancia y pluralismo

Veinte de los más influyentes miembros de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Representantes en Washington fueron visitados individualmente por 18 rabinos de Estados Unidos. Expresaron a los congresistas su oposición a la política del Gobierno israelí respecto de los territorios ocupados de Cisjordania y urgieron a buscar todos los caminos posibles para que los palestinos pudieran integrarse en las negociaciones de paz. Fue ésta una de las numerosas expresiones que en la diáspora judía oponen actualmente, por primera vez en forma masiva y virulenta, a comunidades judías y a un Gobierno is...

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Veinte de los más influyentes miembros de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Representantes en Washington fueron visitados individualmente por 18 rabinos de Estados Unidos. Expresaron a los congresistas su oposición a la política del Gobierno israelí respecto de los territorios ocupados de Cisjordania y urgieron a buscar todos los caminos posibles para que los palestinos pudieran integrarse en las negociaciones de paz. Fue ésta una de las numerosas expresiones que en la diáspora judía oponen actualmente, por primera vez en forma masiva y virulenta, a comunidades judías y a un Gobierno israelí. Uno de los portavoces del grupo, el rabino Balfour Brickner, de Nueva York, señaló que la política israelí conspira contra la paz y que es deshonesto e injusto calificar de antisionistas o antisemitas a quienes se oponen a ésta.Esta política israelí de los últimos seis años quedó desvelada ante los ojos de los judíos de la diáspora en toda su crueldad después de la invasión de Líbano. Ya no quedaban dudas sobre el carácter agresivo y colonialista del establishment israelí. Y ha provocado un abismo en el cual las comunidades judías de la diáspora comienzan a comprender que la tesis de que el Estado de Israel significa una garantía automática para su seguridad, para su continuidad, se convierte en su antítesis.

La seguridad judía de la diáspora está protegida por la tolerancia y el pluralismo. Israel es hoy un país intolerante que ha destruido toda posibilidad de pluralismo.

En su edición del 27 de agosto, EL PAIS publicó declaraciones del presidente de la comunidad judía de España, don Samuel Toledano, en las cuales, con justa razón, expresaba su oposición al nuevo impuesto religioso porque lo considera una intromisión del Estado en la privacidad de la relación que ha de existir entre el ciudadano y su particular confesión religiosa. También se oponía el señor Toledano a este régimen porque en él son establecidas listas que identifican la confesión religiosa del ciudadano, lo que se opone a una idea democrática del Estado. Si el señor Toledano hubiera formulado esta presentación en Israel, habría sido rechazada. En verdad fue rechazada cuando ciudadanos de diversas confesiones protestaron porque en el censo que ha comenzado en junio último en Israel sólo es aceptada una identificación religiosa, de acuerdo al parágrafo 7 del cuestionario. No se especifica identidad nacional, solamente la religiosa, lo que convierte a Israel en el único país dotado de un régimen parlamentario pluralista en que esta política totalitaria tiene lugar. Los judíos y árabes laicos, simplemente tacharon el parágrafo 7 si se sentían con ánimos a desafiar a la autoridad; otros eligieron responder "judío no practicante", "ateo de origen judío" o "árabe palestino". Yo me negué a ser censado.

El dilema de la diáspora

Al señor Toledano se le plantea aquí el dilema de todo judío de la diáspora cuando confronta al actual Gobierno israelí: juzgar a Israel del mismo modo que lo hace con el país en eI cual reside y del cual es ciudadano, o exigir tolerancia y pluralismo en el país en el cual se encuentra y al mismo tiempo admitir intolerancia y totalitarismo en Israel. El próximo paso del señor Toledano debiera ser una declaración pública condenando las prácticas discriminatorias del censo israelí si desea dar validez a las demandas que formula al Gobierno español.

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De esto se deduce claramente que la seguridad de los judíos de la diáspora exige un Israel democrático que admita a los palestinos en todos los derechos, incluso los de su identidad nacional, su Estado. Esta tesis tuvo clara expresión en la intervención que uno de los judíos más prominentes ha tenido hace unos meses. El rabino y profesor Albert Vorspan, vicepresidente de la Unión de Congregaciones Hebreas de Estados Unidos, formuló su declaración en una reunión del Consejo de Sinagogas de ese país, donde habitan 6.000.000 de judíos, la mitad de los judíos del mundo si se descuentan a los silenciados y reprimidos judíos de la Unión Soviética. Dijo el rabino Vorspan: "Así como estamos unidos en nuestro concepto de un pueblo judío único y en nuestra solidaridad con el pueblo y el Estado de Israel, así como estamos unidos en la condenación de esa obscena ecuación que iguala sionismo con racismo en un intento de deslegitimizar a Israel, nos hemos deslizado, sin embargo, hacia nuestra propia sucia ecuación que dice que judaísmo es igual a sionismo, igual a Israel, igual a Menájem Beguin. ( ... ) El resultado es que muchos judíos de Estados Unidos se han convertido en israelíes subrogados, que para muchos judíos el Estado se ha convertido en nuestra sinagoga y quien sea primer ministro se convierte en Dios. Estamos ante el peligro de que la etíca judía devore a la ética judía, y que la fe judía, se convierta en una automática calificación de aprobado para cualquiera de las políticas y estratagemas que el Estado prosiga. Si él judaísmo es sometido a las exigencias del Estado, entonces la integridad profética y moral del judaísmo es destruida por la idolatría".

¡Bien por el rabino Vorspan!

Un ciclo histórico se cierra en tomo al judaísmo en estos momentos, y lo hace sobre la base de un dilema moral, como ha ocurrido siempre que el judaísmo reflexionó sobre su continuidad. Para los judíos, los hechos históricos son hechos morales; en caso contrario, en caso de pagano pragmatismo, son solamente perjurio.

No habrá seguridad, tolerancia y pluralismo para los judíos de la diáspora si éstos no lo exigen para los palestinos en Israel. Proclamarlo así será la única forma de mantener una identidad válida entre la diáspora judía y el Estado de Israel. Válida ante judíos y no judíos por igual.

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