De la equidistancia al fervor atlántico

Para el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, la clausura de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) ha supuesto una conversión similar a la de Pablo en el camino de Damasco. Han bastado tres días de reuniones en Madrid, salpicadas con conversaciones bilaterales con los líderes de la diplomacia mundial, para que el profesor Morán, teórico de la equidistancia entre los bloques, dé el paso desde la defensa de la autonomía en la definición y ejercicio de la política internacional de España al fervor atlántico.El jefe de nuestra diplomacia ha afirmado que las entrev...

Para el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, la clausura de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) ha supuesto una conversión similar a la de Pablo en el camino de Damasco. Han bastado tres días de reuniones en Madrid, salpicadas con conversaciones bilaterales con los líderes de la diplomacia mundial, para que el profesor Morán, teórico de la equidistancia entre los bloques, dé el paso desde la defensa de la autonomía en la definición y ejercicio de la política internacional de España al fervor atlántico.El jefe de nuestra diplomacia ha afirmado que las entrevistas mantenidas con sus colegas han servido al Gobierno socialista para darse cuenta de que se puede ser occidental y autónomo al mismo tiempo. "En el seno de la OTAN existe libertad absoluta; se puede ser occidental y al mismo tiempo autónomo", ha podido por fin resolver Morán.

Atrás, como producto de una mala noche, quedan los recelos antiamericanos y las manifestaciones anti OTAN apoyadas por el PSOE. La simpatía del secretario de Estado norteamericano, George Shultz, que pidió a Felipe González en la recepción del palacio de Oriente que la esposa del presidente español acompañara a la suya a hacer compras, ha cautivado al ministro de Asuntos Exteriores. El estilo ejecutivo de Shultz, otrora poderoso hombre de empresa al frente de la constructora multinacional Betchel, ha obrado el milagro.

El presidente Felipe González acabó de convencerse en su viaje de primavera a Washington de lo que ahora descubre su canciller. Antes de montar un referéndum sobre la OTAN para la galería, a un costo que se podría ahorrar a un presupuesto ya esquilmado, quedan por convencer el vicepresidente Alfonso Guerra (alérgico a lo americano), amplios sectores del PSOE y algún alcalde socialista -duramente criticado el jueves en el palacio de Oriente por Felipe González- que, para consumo de Pravda, hace votar resoluciones de desnuclearización de los pueblos del cinturón industrial de Madrid. No será muy difícil cuando el propio primer ministro elogia públicamente las posiciones a favor de la OTAN defendidas esta misma semana, frente a un diputado socialista, en un programa de debate de televisión. Sólo queda esperar.