La despensa, farmacia e intendencia de Vizcaya, en un colegio

Más de un millón de toneladas de alimentos, medicinas, mantas y otros enseres de primera necesidad se repartieron a todos los puntos de Vizcaya y barrios de Bilbao en los tres días siguientes a las catastróficas inundaciones. El servicio montado por Protección Civil, en colaboración con voluntarios de la organización, efectivos del Ejército y de la Policía Nacional, se concentró en el colegio de los jesuitas de Bilbao, que se convirtió en la despensa, farmacia e intendencia de toda la provincia de Vizcaya.El colegio, que ocupa una manzana completa, había perdido su fisonomía habitual. Desde fu...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Más de un millón de toneladas de alimentos, medicinas, mantas y otros enseres de primera necesidad se repartieron a todos los puntos de Vizcaya y barrios de Bilbao en los tres días siguientes a las catastróficas inundaciones. El servicio montado por Protección Civil, en colaboración con voluntarios de la organización, efectivos del Ejército y de la Policía Nacional, se concentró en el colegio de los jesuitas de Bilbao, que se convirtió en la despensa, farmacia e intendencia de toda la provincia de Vizcaya.El colegio, que ocupa una manzana completa, había perdido su fisonomía habitual. Desde fuera se asistía al insólito espectáculo que ofrecían los helicópteros despegando y aterrizando a través de sus tejados. El patio central, de grandes proporciones, era un continuo ir y venir de furgonetas con alimentos llegados desde todos los puntos de España, aljibes y camiones de reparto con destino a localidades de Vizcaya y barrios de Bilbao con problemas de abastecimiento. Efectivos de la Policía Nacional estaban listos para proteger dichos envíos con coches Z, motos y furgonetas Avia.

Más información

Cada 10 minutos aterrizaba un helicóptero, que llenaba su panza de alimentos, medicinas, mantas, cocinas de gas, picos, palas y toda clase de utensilios, y partía en pocos minutos con destino a las localidades incomunicadas por las inundaciones. En los soportales existentes alrededor del patio se apilaban miles de toneladas de fruta, agua mineral, leche líquida y en polvo, sacos de patatas, conservas, embutidos, galletas, chocolates, mermeladas, aceite y comidas preparadas de niños, producto todo ello de donaciones espontáneas de empresas, fabricantes, comerciantes e instituciones de Valladolid, la Rioja, Comunidad Autónoma de Madrid, Burgos, Navarra y otras provincias españolas.

200 voluntarios de Protección Civil de Vizcaya se repartían cada día en turnos para servir a los camiones del Ejército, de los municipios, asociaciones o particulares de localidades de Vizcaya o barrios de Bilbao lo que se estipulaba en un oficio tamaño cuartilla que había sido sellado previamente en el Gobierno Civil y remachado con un tampón rojo de Protección Civil.

En un lateral del patio se proporcionaban también, previa presentación de oficios similares, medicinas facilitadas por el Insalud, mantas, pan, velas, carretillas, palas y picos, ropa y hasta cocinas de butano para colegios y albergues. En las gestiones para proporcionar víveres a quienes los necesitaban participaban también activamente concejales del Ayuntamiento de Bilbao.

También albergue

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El colegio de los jesuitas de Bilbao, puesto a disposición de Protección Civil por su dirección, se convirtió, asimismo, en los primeros días de la catástrofe en albergue de más de 1.000 personas que perdieron su hogar en las inundaciones, y en un enorme comedor improvisado donde se servía comida caliente a voluntarios, miembros de las fuerzas de seguridad y del Ejército.Otro centro similar de abastecimiento, aún más completo si cabe, se montó posteriormente en el recinto de la Feria de Muestras de Bilbao, próximo al campo y al antiguo cuartel de Garellano de Bilbao, desde donde aterrizaban, despegaban y repostaban los 14 helicópteros que desde el domingo se dedicaron a repartir por Vizcaya los productos de primera necesidad que la riada se llevó de las tiendas.

"No creo que haya ningún punto de la provincia o barrio de Bilbao que haya necesitado algo y no se le haya proporcionado, pese a que la operación de abastecimiento tardó en iniciarse porque los helicópteros no pudieron empezar a funcionar, por el mal tiempo, hasta la tarde del sábado, y los convoyes debieron de esperar a que se restablecieran las comunicaciones. Protección Civil ha funcionado magníficamente en esta operación", afirma el gobernador civil de Vizcaya, Julián San Cristobal.

Archivado En