Tribuna:

Gas nervioso

Todavía no he conseguido enterarme muy bien de en qué consiste la dichosa bomba de gas nervioso, pero desde que salió la noticia llevo tres semanas nerviosísima. Los gases empleados en la primera guerra mundial ya fueron lo suficientemente crueles. Creo recordar que entonces la gente moría de parálisis y asfixia en una lentísima agonía que a veces duraba años. Desde 1914 hasta ahora, la cienciaha avanzado una barbaridad en barbarismo. Ahora sabemos matar mucho más, mucho mejor y con mucho más sadismo.Así es que me imagino que el gas nervioso debe ser como el de la guerra del 14 pero en plan be...

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Todavía no he conseguido enterarme muy bien de en qué consiste la dichosa bomba de gas nervioso, pero desde que salió la noticia llevo tres semanas nerviosísima. Los gases empleados en la primera guerra mundial ya fueron lo suficientemente crueles. Creo recordar que entonces la gente moría de parálisis y asfixia en una lentísima agonía que a veces duraba años. Desde 1914 hasta ahora, la cienciaha avanzado una barbaridad en barbarismo. Ahora sabemos matar mucho más, mucho mejor y con mucho más sadismo.Así es que me imagino que el gas nervioso debe ser como el de la guerra del 14 pero en plan bestia y con teleles neuronales. No sé ni cómo me lo tomo/escribo ligeramente a broma, cuando en realidad de lo que me entran ganas es de gritar, de llorar y de meterme debajo de la cama con una bolsa de plástico en la cara. Por los gases. Ése debe ser uno de los primeros efectos de la nueva bomba: el aterrar con la sola mención de su nombre. El adjetivo nervioso evoca delirios, destrozos psíquicos y el vacío reino del terror que es la locura. Bien mirado, es la denominación idónea para una bomba. Qué mayor demencia puede haber que la de la carrera armamentista.

Lo de la próxima fabricación del gas nervioso saltó a la Prensa coincidiendo con las declaraciones de chundarata y autobombo de Ronald Reagan. "En mi mandato le han producido grandes avances sobre derechos humanos", decía el presidente USA, y mientras tanto se mostraba tan contento con su futura nueva bomba.

Reagan, que es actor, se pinta el pelo y las mejillas para disimular sus setecientos años, para chupar cámara bien y salir guapo. No sé si sabrá mucho de política, pero en lo que es experto es en la construcción de decorados y en decir parlamentos de mentirijillas como si fueran ciertos. Y así, del mismo modo que tiñe sus cabellos, empolva sus palabras y pega pestañas postizas a sus promesas pacifistas Cada vez que veo a Ronald Reagan, pringando de aceites y derrochando tics de Actor's Studio (aprendidos por correspondencia desde luego), se me estruja la serenidad, me echo a temblar y muero de miedo. Son los síntomas que deben sentir los gaseados. Y es que la primera y más temible bomba nerviosa es Ronald Reagan.

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