Colocan una falsa bomba en el pecho de un industrial y le piden 32 millones 'por desactivarla'

Joseph Denys, un súbdito belga que ostenta el cargo de director gerente de la empresa Cedec, S A, de Barcelona, fue secuestrado ayer por tres desconocidos que simularon instalarle un artefacto explosivo en el pecho. Los secuestradores le exigieron que les entregara 32 millones de pesetas antes de las dos de la tarde, si no quería morir como Viola y Bultó.

La supuesta bomba, que no era otra cosa que dos pilas de transistor y plastilina, unidas con un hierro, fue desactivada a las pocas horas por los artificieros de la Policía Nacional, después de que Denys denunciara lo que le hab...

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Joseph Denys, un súbdito belga que ostenta el cargo de director gerente de la empresa Cedec, S A, de Barcelona, fue secuestrado ayer por tres desconocidos que simularon instalarle un artefacto explosivo en el pecho. Los secuestradores le exigieron que les entregara 32 millones de pesetas antes de las dos de la tarde, si no quería morir como Viola y Bultó.

La supuesta bomba, que no era otra cosa que dos pilas de transistor y plastilina, unidas con un hierro, fue desactivada a las pocas horas por los artificieros de la Policía Nacional, después de que Denys denunciara lo que le había sucedido. Joseph Denys había abandonado su casa de Esplugues del Llobregat y a las 9 horas estacionaba su motocicleta en un aparcamiento de la calle de Córcega, número 301, a pocos metros de la sede de su oficina. De repente, dos desconocidos so acercaron a él y, le conminaron bajo amenazas a que subiera a un coche Seat 127, amarillo, que estaba aparcado allí mismo.El coche inició un corto viajé que llevaría a sus ocupantes a la carretera de Vallvidrera, al pie de la montaña del Tibidabo. Allí, en un lugar apartado, y después de volver a amenazarle, los secuestradores iniciaron todo un ritual para atemorizarle.Tras desabrocharle la camisa, le señalaron que querían colocarle un artefacto explosivo en el pecho y, si antes de las dos de la tarde no les entregaba 32 millones de pesetas, no desactivarían la bomba y ésta estallaría. Unos minutos más tarde, uno de, los secuestradores le disparó en un muslo con una pistola de aire comprimido, hiriéndole levemente.

Después de que sus secuestradores desaparecieran, Joseph Denys se dirigió hacia la ciudad con lo que él creía una bomba atada a su pecho, y con una herida de balín en el muslo. Allí, localiizó a una patrulla de la Guardia Urbana a quienes explicó todo lo que le había sucedido. Eran las 11 horas.

Los guardias urbanos llamaron de inmediato al 091, en donde se movilizaron varias patrullas Z, una ambulancia y al equipo de artificieros EDEX, mientras Joseph Denys era trasladado a un descampados. Entoces comenzó la difícil y peligrosa tarea de desactivar la bomba. Después de delicadas operaciones, los artificieron comprobaron que se trataba de un artefacto inofensivo. Una vez que los médicos le aten.dieron, Denys explicó a EL PAIS que "tuve miedo de parar a alguien por temor a que la bomba explotara, por eso esperé a encontrar a la policía".

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