Los sindicatos y la patronal bancaria no aceptan como base de negociación la crisis del sector

La negociación para la revisión del convenio en la banca privada se encuentra en un callejón sin salida por los planteamientos que se han mantenido desde el principio por ambas partes. De un lado, el no reconocimiento por parte de los sindicatos mayoritarios que están negociando la revisión salarial en un sector que se encuentra en crisis y necesita un profundo ajuste. Por otra parte, la patronal, quien parece utilizar un idioma distinto según sean los interlocutores los sindicatos o las juntas de accionistas.

A los dos meses de iniciadas las negociaciones, se dice que lo que está en ju...

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La negociación para la revisión del convenio en la banca privada se encuentra en un callejón sin salida por los planteamientos que se han mantenido desde el principio por ambas partes. De un lado, el no reconocimiento por parte de los sindicatos mayoritarios que están negociando la revisión salarial en un sector que se encuentra en crisis y necesita un profundo ajuste. Por otra parte, la patronal, quien parece utilizar un idioma distinto según sean los interlocutores los sindicatos o las juntas de accionistas.

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A los dos meses de iniciadas las negociaciones, se dice que lo que está en juego son los temas que subyacen desde la firma del convenio sectorial del pasado año: la jornada y la movilidad. Se quiere seguir discutiendo sobre lo accidental y no entrar en los problemas fundamentales que afectan al sector, sometido desde hace años a hacer frente a la declaración de crisis de más de 20 bancos, a los que hay añadir los del grupo Rumasa.Los representantes de la patronal bancaria mantienen como tesis para no ofrecer más allá del 9,5%. de subida nominal -que, en su opinión, se convierte en un 12% si se tiene en cuenta la reclasificación y la antigüedad- la necesidad de proceder a un notable ajuste en los costes de transformación del sector para mantener la rentabilidad de las instituciones financieras. Para Rafael Termes, presidente de la AEB, la rentabilidad bancaria sólo se consigue mediante una recuperación del margen, y esto es posible sólo si se retribuye menos el pasivo, cuestión que se está haciendo ya, o si se frena el crecimiento de los gastos generales, en los que los salariales tienen una incidencia notable.

Frente a esta tesis, los sindicatos mantienen que el sector bancario en general ha mantenido su nivel de beneficios obtenidos en el ejercicio de 1982 y, sobre todo, que no se ha producido un descenso en la retribución a los accionistas. Algunas fuentes de la Administración señalan que, además, nadie ha querido tomar conciencia de la crisis del sector y que, por ejemplo, se ha permitido en los últimos años que los trabajadores de los bancos en crisis vieran incrementados sus salarios en la misma proporción que los de los bancos sanos.

En estos mismos medios se considera que el conflicto no habría llegado a las cotas de radicalización en que se encuentra ahora si ambas partes hubieran actuado coherentemente a finales del pasado año. En, ese momento se conjugaban diversos elementos que podrían haber facilitado un incremento salarial limitado para los trabajadores de banca, que éstos habrían aceptado sin graves problemas.

Durante las conversaciones mantenidas por expertos socialistas y representantes de los bancos antes de que el PSOE formara Gobierno se dejó entrever que se consideraba necesario. que la banca limitara voluntaria u obligatoriamente el reparto de dividendos en su segundo año de liberalización.

Una vez que los socialistas formaron Gobierno, el Banco de España recomendó a los bancos que se siguiera una política de dividendos similar a la del año anterior -no sobrepasar el 8%- y que se dedicara una cantidad importante de los resultados a realizar provisiones para morosos y fallidos. Así se cerraba la vía que había venido preconizando volver a los niveles de retribución a los accionistas de antes de la liberalización y que se aumentara aún más la cantidad destinada a fallidos, que se considera insuficiente.

Los presidentes de los grandes bancos, una vez que vieron que el Banco de España no presionaba como se temía abandonaron sus miedos. Algunos de ellos habían defendido en privado la posición anterior, encuadrada dentro de una estrategia general. Además, en diciembre, el Gobierno devalúa la peseta y eleva el coeficiente de caja de bancos y cajas de ahorro, lo que reduce el potencial beneficio del ejercicio actual. La crisis de Banca Catalana, el Levante y la compra del Urquijo por parte del Banco Hispano Americano acentuaban el dibujo de la situación real del sector.

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