Entrevista:

Ryszard Wojna: "Gracias a Dios, en Polonia tenemos democracia socialista"

Periodista y político al mismo tiempo, Ryszard Wojna, de 63 años, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso polaco, se ha ganado fama en su país y fuera de él por sus opiniones originales, atrevidas y cuidadosamente distintas. "Creo que en lo que estamos interesados todos los polacos es en la seguridad de nuestro Estado; pero en lo que se trata de muchas opciones concretas, de las ideas sobre cómo solucionar la crisis actual, entre los dos millones y medio de miembros del partido comunista polaco, muchos tenemos distintos puntos de vista y los defendemos. Para mí, lo princip...

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Periodista y político al mismo tiempo, Ryszard Wojna, de 63 años, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso polaco, se ha ganado fama en su país y fuera de él por sus opiniones originales, atrevidas y cuidadosamente distintas. "Creo que en lo que estamos interesados todos los polacos es en la seguridad de nuestro Estado; pero en lo que se trata de muchas opciones concretas, de las ideas sobre cómo solucionar la crisis actual, entre los dos millones y medio de miembros del partido comunista polaco, muchos tenemos distintos puntos de vista y los defendemos. Para mí, lo principal es la posibilidad de expresar esos puntos de vista". Es miembro del Partido Obrero Unificado de Polonia (comunista) desde 1948. Desde entonces ha sido corresponsal en Oriente Próximo y en Europa Occidental, destacó como columnista en el órgano del partido, Trybuna Ludu, y ha ocupado diversos cargos relacionados con su actividad periodística.

Ryszard Wojna se encuentra ahora en España para preparar con varios diputados españoles la reunión que la Unión Interparlamentaria tiene previsto realizar en junio.Pregunta. Polonia se enfrenta a una situación económica extremadamente delicada, que se puede resumir con la cifra de 26.000 millones de dólares de deuda exterior. ¿Con qué medidas piensa el Gobierno polaco salvar esta crisis?

Respuesta. En primer lugar, favorecemos la producción de materias primas, puesto que Polonia es un país de muchas riquezas naturales. Somos uno de los principales exportadores de carbón, también exportamos gran cantidad de cobre y azufre. En estos sectores la producción aumenta rápidamente. Otro instrumento para la solución de la crisis es la profunda reforma de nuestra estructura económica. Las empresas polacas, que han sido independientes económicamente, han pasado a la autogestión de los obreros, se ha limitado la función de la planificación central. Esta reforma no puede todavía producir resultados significativos. Algunos creen incluso que, por ahora, esa. reforma agudiza nuestra crisis, ya que la autogestión financiera de las empresas produce el efecto de que éstas aumentan los precios de sus productos y eso estimula la inflación. Actualmente se llevan a cabo unas correcciones de nuestra reforma, pero creo que la solución de la crisis no llegará antes de tres años. Por otra parte, estamos negociando un arreglo con los bancos privados para pagar nuestra deuda exterior con los bancos estatales. Las negociaciones son difíciles por la presión de la Administración norteamericana. A pesar de todo, estamos pagando los intereses de nuestras deudas con los bancos privados. El año anterior, por primera vez, nuestra deuda exterior no creció, excepto con un país, con la Unión Soviética, que ha aceptado que la balanza negativa en nuestro comercio durante los años próximos se transforme automáticamente en un crédito. Estamos aprovechándolo para comprar petróleo de la Unión Soviética.

P. Este año su país tendrá que pagar 3.000 millones de dólares como parte de su deuda. ¿Cierto?

R. No tenemos todavía arreglos definitivos con los bancos, y por tanto no puedo decir exactamente cuál será esa cifra. Los países occidentales presionan sobre Estados Unidos para establecer contactos directos con esos bancos y podamos pagar todas nuestras deudas. Actualmente, Occidente impide nuestras exportaciones a sus países.

P. ¿Qué repercusiones tiene esta reforma en la sociedad polaca?

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R. Nuestra reforma económica está relacionada con la general democratización de la vida social. La autogestión de la empresa implicaría el establecimiento de los mecanismos democráticos para la libre expresión de la voluntad de los obreros que trabajan en esa empresa. La reforma económica es imposible sin aplicar la democratización de la vida social, pero estamos sólo en los principios, y creo que la sociedad tiene la impresión de que esa reforma no le afecta todavía porque la crisis económica es demasiado profunda. Por otra parte, todavía existen obstáculos de carácter político que de alguna manera limitan las libertades políticas, pero espero que a Mediados de año la ley marcial será definitivamente levantada.

P. ¿Está en marcha, por tanto, la adopción de un sistema político original en Polonia?

R. Creo que será un sistema original polaco, aunque muchos elementos se pueden comparar con las soluciones encontradas en Hungría. Pero las características de Polonia son otras. Primero, casi el 80% de las tierras están en manos de los campesinos. Además, hay que contar con el enorme papel de la jerarquía católica en nuestra vida social. Por ejemplo, hay más editoriales católicas que en muchos países de Occidente y más escuelas religiosas que en los demás países de Europa, con la excepción quizá de España e Italia.

P. Se está produciendo un retraso en la convocatoria del pleno del Comité Central del partido comunista que está siendo interpretado como la demostración de serias diferencias en el seno del POUP. ¿Por qué ese retraso?

R. No quiero ocultar que se han producido obstáculos en la definitiva redacción de la declaración ideológica sobre la que se está discutiendo desde hace año y medio. La crisis en Polonia produjo la necesidad de poner de nuevo de acuerdo la ideología y la táctica. Hay otra razón: a primeros de mayo se convoca el congreso de la reconciliación nacional. El partido no quería influir en el punto de vista de los hombres que intervendrán en ese congreso, en su mayoría no miembros de ningún partido.

P. Aclárenoslo: ¿quiénes mandan hoy en Polonia, los duros o los liberales del partido?

R. Gracias a Dios tenemos democracia socialista. En la dirección del partido y del Gobierno tenemos personalidades con distintos puntos de vista. Los diferentes puntos de vista del equipo dirigente se expresan en el diario del partido, Trybuna Ludu, y por eso no son ningún secreto para la sociedad; pero no creo que se pueda hacer una división entre los duros y los liberales. Simplemente hay diferencias sobre cuál es la solución más rápida para acabar con la crisis.

P. ¿Qué significado y qué consecuencias puede tener la próxima visita del Papa a Polonia?

R. En primer lugar, esta visita tiene que tranquilizar la conciencia de la sociedad y puede servir a la integración de nuestra sociedad. La sociedad polaca ha sido alterada por unos cambios muy fuertes. El pueblo polaco nunca en su historia había estado tan profundamente dividido como ahora. La visita del Papa puede iniciar un proceso en la otra dirección para unir a los polacos. Tenga en cuenta que en muchos casos las palabras polaco y católico son sinónimas. Desde luego, la visita tiene, fundamentalmente, objetivos apostólicos (el Papa la llama la segunda peregrinación a su patria), pero tendrá muchas consecuencias psicológico-sociales.

P. Pero hay algo más: la conexión del movimiento opositor polaco con Juan Pablo II. ¿No es así?

R. Sin duda, la jerarquía católica tiene muchas simpatías por Solidaridad, pero a la vez observa el peligro que se deriva de las actuaciones de los extremistas de Solidaridad. Ante esos peligros se expresa no sólo el cardenal Glemp, sino que también lo hizo su antecesor, Wyszynski. La Iglesia católica polaca siente mucho la causa del Estado polaco y pueden existir grandes diferencias entre el Estado y la Iglesia; pero, en los principios de interés de Estado y su seguridad, los puntos de vista coinciden.

P. ¿Coinciden hasta el punto de que colaboran para afrontar los problemas de los últimos Años?

R. Sí, eso es. La Iglesia quisiera realizar sus objetivos, pero comparte las preocupaciones para que la situación en Polonia no sirva a los intereses y juego políticos de otros países, lo que no quiere decir que la Iglesia comparta las ideas del Gobierno en pleno. En mi opinión, la Iglesia está interesada en la tregua, aunque no todos los sacerdotes comparten la actitud de nuestro cardenal Glemp.

P. ¿Admite usted que existen indicios de que la tranquilidad de los últimos meses puede verse rota el próximo Primero de Mayo?

R. En efecto, el ministro del Interior, en su discurso ante el Parlamento hace seis semanas, anunció la preparación por las fuerzas opositoras de grandes manifestaciones con motivo del Primero de Mayo. La sociedad polaca esta, por tanto, informada. Pero hay que decir también que el cardenal Glemp ha hecho llamamientos para no apoyar esas manifestaciones. Como el Primero de Mayo es domingo, el cardenal Jozef Glemp quiere celebrar una gran misa en los suburbios obreros de Varsovia, en Ursus, a la misma hora que la clandestina Solidaridad quiere celebrar su manifestación en otra parte de la ciudad. Así que habrá parte de la ciudad. Así que habrá tres convocatorias distintas para el Primero de Mayo; pero sin duda que en la manifestación organizada por los sindicatos y por el partido, al menos en Varsovia, participará la mayoría de la clase obrera.

P. Le extrañará a usted que después de una hora de entrevista no hayamos hablado todavía de Walesa. ¿Cuál es su actividad ahora?

R. El nombre de Lech Walesa es un símbolo. Yo ahora tengo la impresión de que la actitud de Walesa en los últimos días es contraria a la táctica del cardenal Glemp. Pero todavía no conozco el contenido de las negociaciones que ha mantenido Walesa con la clandestina Solidaridad.

P. Sinceramente, ¿hay alguna posibilidad de reanudar el diálogo entre el Gobierno y la oposición?

R. El Gobierno propuso ese diálogo desde la misma fecha de promulgar la ley marcial y está dispuesto a continuarlo. El ministro del Interior ofreció firmar cartas de garantías a los dirigentes clandestinos de Solidaridad para que tomasen parte en conversaciones con el Gobierno, con la seguridad de que podrían volver a la clandestinidad en caso de que esas negociaciones fracasasen. La garantía de que esa palabra se cumpliría la daba el episcopado.

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