Tribuna:SPLEEN DE MADRID

Los bobos de Coda

El famoso bobo pictórico de Coria no era un bobo, claro, ahora se ha sabido: era un sintagina. Era una metáfora o una metonimia, según el gusto de Jakobson, era un símbolo, como se decía antes, del tipismo español. Cuando coge un radioaficionado de Coria, va, agarra, llega y se monta una televisión local que es un juguete roto y no, conduce a nada, los bobos de Coria nacionales se enmogollonan en la defensa de TV/Coria, pues que aquí siempre ha caído bien el sabio distraído, el inventor de inventos sin invención, el científico pintoresco. Y si el científico no es pintoresco, el pintores...

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El famoso bobo pictórico de Coria no era un bobo, claro, ahora se ha sabido: era un sintagina. Era una metáfora o una metonimia, según el gusto de Jakobson, era un símbolo, como se decía antes, del tipismo español. Cuando coge un radioaficionado de Coria, va, agarra, llega y se monta una televisión local que es un juguete roto y no, conduce a nada, los bobos de Coria nacionales se enmogollonan en la defensa de TV/Coria, pues que aquí siempre ha caído bien el sabio distraído, el inventor de inventos sin invención, el científico pintoresco. Y si el científico no es pintoresco, el pintoresquismo -horrible anticategoría, horrible palabra- lo ponemos nosotros. De Quevedo han quedado unos chistes de retrete que no son suyos. De Isabel la Católica, una camisa inasequible al detergente. De Colón, un huevo. De Don Pelayo, un oso. De Ortega, una circunstancia. De Calomarde, una bofetada. De Cajal, unas charlas de café. De Picasso, unos calzoncillos. De Azorín, un paraguas rojo. De Urca, una casada infiel. De Lafora, nada. Si no hay tipismo aquí no se vende. Nuestra cultura conservadora, que es incultura, se ha lanzado, pues, en legión de bobos de Coria, a defender y loar ese guerrillerismo de una televisión espontánea y local. Desde la derecha se convierte a los de Coria en numantinos de la cibernética, y desde la izquierda/Guarriarán se les ironiza mediante una jai en bolas, que es, en efecto, un "busto parlante". Dos bustos. Del pequeño Edison sólo sabemos lo que sabemos de Miekey Rooney. Y de Edison, el hombre, lo que sabemos de Spencer Tracy. Aquí se queda por una frase, por un adulterio o por una bufanda. Por sus obras no les conoceréis. Por sus obras no queda nadie si además no hay tipismo/pintoresquismo. Me lo dijo una vez doña Lola Flores:-Yo a los escritores es que prefiero hablar con ellos.

La prohibición de emitir desde Coria ha servido a los retroconservatistas, claro, para empreñar al Gobierno, pero debajo hay más. Lo que pasa es que la derecha/derecha no sabe autoanalizarse, y el psicodrama les parece cosa de rojos y bollacas. Lo de Coria no es sólo una nueva oportunidad (si no la hay, se la inventan) de criticar a González / Guerra / Barrionuevo, Trinidad que les pone espanto, sino, más complejamente, una expresión de la pereza nacional y su gusto por lo dado, por el acierto casual y gratuito. No en vano somos el país más grande en guerra de guerrillas. Miguel Mihura y los humoristas de su generación se burlaron del pintoresquismo científico nacional: -He inventado una máquina de pelar patatas que, además, cuando la patata están peladas, toca un timbre.Si en el cuarentañismo hubiesen surgido, off/off "el parte" de Radio Nacional, miles de radioaficionados emitiendo con sus galenas (se hacían con cajas de betún) "soy rejo", "soy depurado", "soy republicano", "soy maricón", "soy preso", "soy catalán", Franco hubiera dictaminado cesáreamente, a la hora del chocolate o soconusco: "Garrote y Prensa". Porque una cosa era el bonito pintoresquismo nacional y el tipismo de un pueblo tan típico, y otra el Glorioso Alzamiento o Santa Cruzada, que suplía el hermetismo del general con la retórica hertziana del parte. (Palabra que ya venía de un argot bélico: seguíamos en guerra).

A quienes sirvieron/suplieron el hermetismo del caudillaje, mal que bien, con su esforzada prosa, les ha prendido tan fuerte la vacuna de la democracia que se ponen levantiscos por lo de Coria.

Le interesa a uno esta simpatía irreprimible de nuestro pensamiento conservador (o sea, que no piensa) por el listillo del repecho andaluz o de Coria. Aquí se dice que el albañil puede estarse tres horas haciendo meditación trascendental en el andamio, sin clavarla, y, en un arranque inspirado, levantar toda la fachada de golpe. Eran los argumentos idiosincrásicos de la democracia orgánica. Contra un vasto proyecto regeneracionista, sólo les queda el bobo de Coria.

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