El motín de la cárcel de Figueres terminó con la rendición de cuatro presos

El gobernador civil de Gerona, Miquel Solans, manifestó ayer que "no se ha cedido al chantaje y hemos podido resolver satisfactoriamente el motín de la prisión de Figueres". El amotinamiento de cuatro presos de la prisión de la capital del Empordà se inició a las 21 horas del domingo y mantuvo en vilo a los funcionarios y a la policía durante diez tensas horas.Los cuatro amotinados eran José Carrillo Fernández, español, de 25 años, que se hallaba detenido por tenencia ilícita de armas; Hans Hunter Klenker, de 25 años; Andreas Johanes Caminan, de 33 años; y Volker Wolinski, de 36 años. Estos tr...

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El gobernador civil de Gerona, Miquel Solans, manifestó ayer que "no se ha cedido al chantaje y hemos podido resolver satisfactoriamente el motín de la prisión de Figueres". El amotinamiento de cuatro presos de la prisión de la capital del Empordà se inició a las 21 horas del domingo y mantuvo en vilo a los funcionarios y a la policía durante diez tensas horas.Los cuatro amotinados eran José Carrillo Fernández, español, de 25 años, que se hallaba detenido por tenencia ilícita de armas; Hans Hunter Klenker, de 25 años; Andreas Johanes Caminan, de 33 años; y Volker Wolinski, de 36 años. Estos tres últimos, de nacionalidad alemana, pendientes de extradición por delitos cometidos en otros países.

Sobre las 21 horas los cuatro reclusos tornaron como rehenes, a punta de pistola una Star, de calibre 9 milímetros y otra Brevette, de calibre 6,35 milímetros- a cinco funcionarios y se encerraron en el despacho de la jefatura de servicios, desde donde establecieron comunicación telefónica con los mandos de la prisión y de la policía.

Las condiciones que ponían los amotinados consistían fundamentalmente en que las autoridades españolas pusieran a su disposición un coche con el depósito lleno de gasolina y una importante cantidad de dinero que les diera un margen de maniobra para huir.

La situación de mayor tensión se produjo a la una de la madrugada, cuando el jefe del grupo, el español José Carrillo, amenazó con disparar a un funcionario. Sin cortar la aparente negociación, se le hizo ver que ésta no se produciría si había cualquier acto de violencia. A las cinco de la madrugada, Carrillo hizo dos disparos al aire. Después este preso tomó un frasco de comprimidos no especificados. A las siete se rindieron, practicándosele con toda urgencia un lavado de estómago en la clínica vecina de Santa Creu.

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