Editorial:

Grecia, la URSS y la OTAN

POR PRIMERA vez en la historia, un jefe de Gobierno de la Unión Soviética visita Grecia; mal podía haberlo hecho antes si cuando se consolidé el Estado soviético Grecia vivía entre revoluciones, golpes de Estado y parafascismos, y tras la guerra, Grecia se definió, después de una confrontación civil, como país antisoviético. La ampliación de relaciones entre los dos países es uno de los frutos del cambio posterior a la dictadura de los coroneles. No lo ha abierto el Gobierno socialista de Papandreu, sino el derechista Caramanlis, jefe del Gobierno griego, el 1 de octubre de 1979, cuando...

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POR PRIMERA vez en la historia, un jefe de Gobierno de la Unión Soviética visita Grecia; mal podía haberlo hecho antes si cuando se consolidé el Estado soviético Grecia vivía entre revoluciones, golpes de Estado y parafascismos, y tras la guerra, Grecia se definió, después de una confrontación civil, como país antisoviético. La ampliación de relaciones entre los dos países es uno de los frutos del cambio posterior a la dictadura de los coroneles. No lo ha abierto el Gobierno socialista de Papandreu, sino el derechista Caramanlis, jefe del Gobierno griego, el 1 de octubre de 1979, cuando inició una visita a la URSS, a Hungría y a Checoslovaquia; el mismo, que un año después, siendo ya presidente de la República, hizo que su partido votase el reingreso en la estructura militar de la OTAN (que había abandonado como protesta por la invasión turca de Chipre). La visita de Tijonov, jefe del Gobierno soviético, es una devolución de la de 1979; el hecho de que coincida con un Gobierno, socialista que plantea ahora la cuestión de la permanencia en la OTAN y la existencia de las bases de Estados Unidos le da un especial interés. Es presumible que la URSS intente presionar a Grecia para que vaya adelante por el camino del neutralismo. Es presumible también que Papandreu no adquiera ninguna clase de compromiso, pero que utilice la visita soviética en sus negociaciones con Occidente.El problema de Grecia con la OTAN es enteramente peculiar. Tiene una serie de agravios, como los tiene con Estados Unidos. En primer lugar, Grecia fue el primer país del mundo occidental que sufrió la guerra fría; primero el imperio británico, luego la doctrina Truman se enfrentaron con las guerrillas griegas para evitar el comunismo: la dura represión de aquel momento y la de los regímenes subsiguientes no se limitaron a los comunistas, sino que abarcaron toda la izquierda griega, que fue diezmada por las conocidas teorías de compañeros de viaje, filocomunistas, criptocomunistas, etcétera, doctrinas que están volviendo hoy a conocer la misma moda gravísima de entonces. En parte son los mismos perseguidos de entonces, y sus descendientes, los que han votado al nuevo Gobierno griego. Fueron las mismas doctrinas, junto a las armas y los planes estratégicos de la OTAN, las que produjeron la Junta Militar (los coroneles) de 1967, que una vez más persiguieron, encarcelaron, torturaron y fusilaron a la izquierda: quedó patente en la mentalidad griega que el movimiento se había producido para frenar una democratización del país que podría conducir a un neutralismo.

Pero el principal agravio de Grecia contra la OTAN y Estados Unidos es la protección a sus enemigos tradicionales y contemporáneos, los turcos. Grecia aduce que la OTAN y Washington rearman, sostienen, dan dinero y moral a los turcos, con los que los griegos tienen varias disputas pendientes (Chipre, el petróleo del Egeo, los incidentes fronterizos). La doctrina de Reagan se presenta en este punto del mapa como en todos los demás donde hay conflicto: prefiere un Gobierno tiránico como el turco, a condición de que le asegure un antisovietismo firme y claro, que un Gobierno democrático y constitucional como el de Grecia si puede derivar al neutralismo. Las negociaciones que lleva Papandreu con Estados Unidos y con la OTAN no van en esta ocasión por el camino del neutralismo ni del abandono del occidentalismo: van más bien en el sentido de que la integración militar y política les produzca algunas ventajas y les defienda de los turcos. Dicho de otro modo, tratan de no comprometerse en un plan militar general si sus aliados no se comprometen en el suyo propio. Una cuestión dificil, que procede de la incongruencia de que estén en una misma alianza dos países enemigos entre sí, sin que antes se consiga eliminar esa enemistad. Existe al mismo tiempo el problema de la relación de Grecia con otros países mediterráneos y su proximidad a los árabes (hay que recordar que también fue la derecha de Caramanlis la que abrió en Atenas una oficina de la OLP, en enero de 1980). Grecia querría asegurarse de que las bases de la OTAN y de Estados Unidos puedan, al mismo tiempo, dar una seguridad frente a Turquía y no servir de base de ataque a sus aliados mediterráneos. No parece que esta cuestión de soberanía que plantea Papandreu pueda considerarse como una pretensión disparatada, y no cabe duda de que son éstas las cuestiones que están debajo, o encima, de la mesa en ocasión de la visita del primer ministro soviético.

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