Tribuna:SPLEEN DE MADRID

La pela

La pela, que ya no es una peseta, como en los argots de postguerra, sino la globalidad del dinero circulante (ver mi Diccionario cheli, que no se puede ver porque no ha salido), la pela, digo, es hoy star de la actualidad española, y no la medalla de Dámaso. Lo digo porque, mientras la crítica constructiva de la oposición beatificada o no, se pierde en críticas municipales al Gobierno y críticas espesas a lo municipal, la realidad de la verdad de la vida, que los psoes y la Historia están trayendo a la cresta de la ola, es la manipulación de la pela durante el uced...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

La pela, que ya no es una peseta, como en los argots de postguerra, sino la globalidad del dinero circulante (ver mi Diccionario cheli, que no se puede ver porque no ha salido), la pela, digo, es hoy star de la actualidad española, y no la medalla de Dámaso. Lo digo porque, mientras la crítica constructiva de la oposición beatificada o no, se pierde en críticas municipales al Gobierno y críticas espesas a lo municipal, la realidad de la verdad de la vida, que los psoes y la Historia están trayendo a la cresta de la ola, es la manipulación de la pela durante el ucedismo / postcuarentañismo. La crisis de la ucedé (lo siento, hombre, por Lavilla, que me parece un hombre de buena voluntad, entre tanto caimán), no se consuma por las deudas. La ucedé malversó fondos municipales, dicen, y contrajo tantas deudas que ahora Lavilla y Alvarez de Miranda, un suponer, no pueden separarse por culpa de los acreedores, que son unos bordes. Nacionalcatólicos y nevaditos son hoy como esos matrimonios mal avenidos que no van a ver a Fernández Ordóñez (o sea, a su funcionario / vicario), para separarse, porque tampoco van a partir por la mitad, con un hacha, la televisión y el minipimer. Toda la división acorazada de un matrimonio electrodomesticado conduce a que los matrimonios no puedan separarse. No sabían nada Keynes y el otro. Sobre todo el otro. Lo que sale por debajo de los sacramentos retóricos es que la ucedé ha dejado muchas deudas y trapicheos.

La pela no está clara y eso es la actualidad dé ahora mismo, como si dijéramos, por más que José Luis Varela, catedrático del Opus, diga en la Biblioteca Nacional que nadie había hecho un libro sobre Larra antes que él. Le recuerdo a Carmen de Burgos, Azorín y Umbral, aunque esto de Umbral le parezca superego a Maraja Torres, prejubilada, como todos. Su libro de Larra, el de Varela, que lleva veinticinco años forzándolo, como diría el absoluto Juan Ramón, queda muy por debajo del de Colombine, lleno de minuciosa / deliciosa precisión femenina. Y hasta hizo otro Antonio Espina, comediante de la literatura y mártir (Luis Calvo le salvé con 3.000 pesetas, de madrugada, cuando le perseguían los pachones franquistas), o sea Simón de Atocha, que es como se firmaba por disculpar. Varela aprovechó la desertización intelectual franquista para forzar su penoso Larra. En Barcelona hay doce autos de procesamiento a la Seguridad Social. Y un affaire Trías / Roca en el que el honorable Pujol, muy sabiamente, no se mete. Aquí lo de la pela, a despecho del postfranquismo, ha sido una merienda de negros a oscuras, o sea en un túnel, y eso es lo que está clarificando el Gobierno de Felipe González, con cien años de honradez, por mas que los gacetilleros de la ultranza con papel de viudas -una seguridad-, le recuerden cuotidianamente "la chapuza del día". Como en lo grande tienen la guerra perdida, se ensafían en lo pequeño.

El Banco de España mandará sus auditores a Ruiz-Mateos si Arthur Andersen no termina su auditoría. Andersen, pese a su apellido, no está haciendo fantasía con los números, sino cantando muchas verdades. Un informe del Fondo Monetario Internacional valora positivamente la política económica de Felipe / Boyer, ante lo cual arrecia el roneo de la press / coeur sobre la vida sentimental del ministro.

Mogollón financiero ucedé, mogollón financiero catalán, mogollón Rumasa. En los felices sesenta escribí de Rumasa en provincias (uno ha conseguido, al fin, ser un escritor de provincias) y vino al Gijón un señorito de chaqueta a cuadros para comerme el tarro con amenazas judiciales. Me alegra que hoy, hombre, Ruiz-Mateos pruebe su inocencia a los auditores. Detrás de la ultraelocuencia y la crítica municipal y espesa está siempre la pela. Ay qué lucha.

Archivado En