Cartas al director

Sospechosos descamisados

El lunes día 10 de enero, en el barrio madrileño de la Puerta del Angel, me encontré con la desagradable sorpresa (cada vez me sorprende menos) de ver a ocho o diez jóvenes contra la pared de un bar que eran cacheados y tratados despectivamente por una unidad de protección ciudadana de la Policía Municipal.El delito que habían cometido era el no superar los veintidós años, vestir sin corbata ni traje gris y, por lo que se ve, estar en paro. Soy madre de tres hijos con esas edades que me gustaría que se educasen en una sociedad sin sobresaltos ni represión, donde sus cualidades las pudie...

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El lunes día 10 de enero, en el barrio madrileño de la Puerta del Angel, me encontré con la desagradable sorpresa (cada vez me sorprende menos) de ver a ocho o diez jóvenes contra la pared de un bar que eran cacheados y tratados despectivamente por una unidad de protección ciudadana de la Policía Municipal.El delito que habían cometido era el no superar los veintidós años, vestir sin corbata ni traje gris y, por lo que se ve, estar en paro. Soy madre de tres hijos con esas edades que me gustaría que se educasen en una sociedad sin sobresaltos ni represión, donde sus cualidades las pudieran desarrollar sin obstáculos laborales. Ya va siendo hora de que nos olvidemos de la moralidad hipócrita que justifica la represión y coarta la libertad en nombre de no se sabe qué principios.

En lugar de represión a los jóvenes considero que sería más positivo ofrecerles puestos de trabajo justamente remunerados y sin abusos. Me pregunto cómo podemos los ciudadanos hacer cumplir la Constitución a aquellos que por su función social deberían ser los más respetuosos con ella. Y también me pregunto: ¿quién protege a estos jóvenes de los excesos de las unidades de protección ciudadana? /

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