Reportaje:

El último abortista

El proceso judicial de Manuel Góngora es el último caso de 'abortistas' que queda pendiente en las salas de Justicia de la Audiencia de Barcelona. Con él podría finalizar toda una época.

Manuel Góngora Muñoz Cobo, de 77 años, fue juzgado en Barcelona el pasado miércoles acusado de haber practicado dos abortos. El próximo día 17 el mismo acusado será juzgado por otros once delitos de aborto. Con esta vista se cerrará una larga historia judicial que se inició en 1958, cuando fue detenido y acusado de haber provocado la muerte de una mujer a la que se le había interrumpido el embarazo. Desde aquella fecha han sido un total de siete detenciones y de otros tantos procedimientos judiciales, de los que ya se han celebrado cinco.

Ha acudido puntualmente al Palacio de Justic...

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Manuel Góngora Muñoz Cobo, de 77 años, fue juzgado en Barcelona el pasado miércoles acusado de haber practicado dos abortos. El próximo día 17 el mismo acusado será juzgado por otros once delitos de aborto. Con esta vista se cerrará una larga historia judicial que se inició en 1958, cuando fue detenido y acusado de haber provocado la muerte de una mujer a la que se le había interrumpido el embarazo. Desde aquella fecha han sido un total de siete detenciones y de otros tantos procedimientos judiciales, de los que ya se han celebrado cinco.

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Ha acudido puntualmente al Palacio de Justicia, mucho antes de que aparezcan los abogados, los primeros curiosos y el furgón gris de los detenidos. Ha cruzado lentamente los pasillos vacíos, arrastrando con dificultad las piernas, ayudándose con su muleta metálica. Ha finalizado su recorrido frente a un banco de madera, junto al radiador, en un recodo del pasillo perdido. Se ha detenido por un instante, ha alzado los hombros y la cabeza, ha suspirado ruidosamente y se ha mecido por un instante en el vacío, para dejarse caer en el asiento. Luego se ha replegado sobre sí mismo. Ha recogido con cuidado los faldones de su chaquetón de lona verde, ha enroscado los piés en torno al bastón, ha ladeado su cabeza canosa, la ha escondido entre los hombros ha fijado la mirada en un punto perdido del mosaico y ha empezado a dormitar.

Manuel Góngora Muñoz, 77 años de edad, practicante de profesión, procesado y juzgado por cinco veces por delitos de aborto, inició de esta manera el pasado miércoles su penúltima espera. Permaneció pacientemente escuchando el silencio de las salas o recordando quizás que todo se había iniciado como una venganza, veinticuatro años atrás.

Detenciones casuales

En aquella época, 1958, Manuel Góngora Muñoz ocupaba la jefa tura de un departamento de anestología del Hospital Clínico de Barcelona, redondeaba su sueldo con las horas extras como practicante y anestesista en la clínica Montserrat, tenía cuatro hijos y ocupaba un cargo de responsabilidad en una asociación de familiares de hijos subnormales. Tenía también ante sí, un difícil caso por resolver. Ella había acudido pidiendo remedio para esa hemorragia, provocada por un aborto. El asintió, le recetó unos medicamentos, y le recomendó que esperara pacientemente. Falleció pocos días después. Fue su primera paciente y su primera detención. Para Manuel Góngora Muñoz el año 1958 se cerró con una dura sentencia dictada por la Audiencia de Barcelona por la que se le condenó a doce años por un delito de homicidio. Acababa de cumplir los 53 años.Salió en libertad provisional cuatro años más tarde, repitiéndose una y otra vez que "había sido una injusticia", que "jamás encontraría trabajo", que para él "se había acabado todo". Buscó trabajo y no lo encontró. Empezó así Manuel Góngora Muñoz a deslizarse por el tobogán de la marginación, que desembocaba una y otra vez en los calabozos de la Jefatura Superior dé Policía o del Palacio de Justicia, siempre acusado de delitos de aborto. En el curriculum inconfesable de ese especialista empezaban a escribirse centenares de casos intervenidos con éxito. Podría asegurar entonces, con cierta fatuidad, que su sistema no comportaba ningún riesgo, y que ninguna, "absolutamente ninguna", de sus clientas había pronunciado la más leve queja. La policía asentía. Cada una de sus detenciones habían sido provocadas por lo que se podría calificar de "golpes de mala suerte".

En 1968, Manuel Góngora Muñoz sería detenido por segunda vez. Fue un brillante servicio policial. La operación se puso en marcha con una denuncia por apropiación indebida, presentada por una empresa catalana contra un empleado. Las pesquisas de la policía llevaron a la detención del denunciado y de su compañera. Esta última acabó confesando que parte del dinero sustraído había servido para pagar los honorarios de un practicante que le había realizado un aborto.

En 1972 Manuel Góngora sería detenido nuevamente a raíz de una receta, de un anticoagulante, localizado en el bolso de una prostituta detenida.

Buscaban drogadictos

En 1977 la casualidad volvió a ensañarse con el prácticante. La Policía había puesto en marcha una redada intentando desmontar una red de tráfico de drogas. A la muchacha la detuvieron una madrugada en la puerta de un bar de la calle Zaragoza, en una zona calificada como el barrio Chino perfumado. Los medicamentos que localizaron en poder de la detenida les llevó a los policías a sospechar que recientemente le había sido practicado un aborto. Esta fue su última detención.Manuel Góngora Muñoz tenía entonces 72 años de edad, una cuenta corriente con 5.000 pesetas y cumplía prisión en su domicilio por su avanzada edad y por las dos embolias que había padecido durante su estancia en la Modelo. Manuel Góngora caminaba ya entonces apoyándose en esa muleta metálica, operaba con mano nerviosa y trémula, con esa misma mano con la que ha encendido ahora su primer cigarrillo de la mañana, mientras continúa sentado en un banco perdido del pasillo del Palacio de Justicia, esperando la llamada del ujier para ocupar su lugar en el banquillo de los acusados

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