ASTURIAS

Roban un millón de pesetas a una mujer por el timo de la limosna

Gloria Vilabrille, casada con un minero y madre de una hija, tendrá que demorar la compra de un piso en Gijón con el que soñaba para abandonar su casa en ruinas, después de haber sido estafada por una pareja de timadores que consiguieron convencerla de que sacara del banco un millón de pesetas que le robaron mientras se encaminaba ingenuamente a una librería para comprar un bolígrafo y papel, objetos de escritorio con los que pretendía dar fe de un donativo que el padre de una supuesta venezolana se disponía a realizar en favor de los pobres asturianos.

Una mujer con acento latinoam...

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Gloria Vilabrille, casada con un minero y madre de una hija, tendrá que demorar la compra de un piso en Gijón con el que soñaba para abandonar su casa en ruinas, después de haber sido estafada por una pareja de timadores que consiguieron convencerla de que sacara del banco un millón de pesetas que le robaron mientras se encaminaba ingenuamente a una librería para comprar un bolígrafo y papel, objetos de escritorio con los que pretendía dar fe de un donativo que el padre de una supuesta venezolana se disponía a realizar en favor de los pobres asturianos.

Una mujer con acento latinoamericano paró en un calle de Oviedo a Gloria Vilabrille y le contó la historia de un donativo de 30.000 dólares destinado por su padre, a punto de morir a causa de una grave enfermedad, a los pobres asturianos. La citada mujer buscaba un abogado, al que no acababa de encontrar, para entregarle este donativo e invitó a Gloria a un café para exponerle su grave preocupación porque apenas si le quedaba tiempo para abandonar España y acudir al lado del lecho de su padre moribundo. Instantes después apareció en el café un individuo, que al enterarse del problema de la sudamericana se sumó a la conversación y trató desinteresadamente de aportar alguna solución.La mujer, supuestamente venezolana, dijo que estaba dispuesta a dejarles a ellos dos los 30.000 dólares para que cumpliesen el deseo de su padre, siempre que le dieran pruebas de su solvencia económica. El individuo salió de la cafetería y a los cinco minutos regresó con 700.000 pesetas. Por su parte Gloria acudió, a una entidad bancaria de la que sacó un millón de pesetas. De nuevo reunidos los tres, el hombre dejó el dinero sobre el mostrador, en una demostración de confianza total, y fue a comprar unas pastillas para la sudamericana que se lamentaba continuamente de su mal estado de salud. Gloria tenía que salir también del bar y fue encargada por la hija del moribundo de dirigirse a una librería para conseguir un bolígrafo y papel con la finalidad de dejar constancia escrita de la donación. En una prueba también de buena fe, Gloria dejó, imitando al individuo, el millón de pesetas en el bar. Cuando regresó con el bolígrafo y el papel no encontró ni rastro del dinero ni de la pareja de timadores.

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