Un guardia civil mató a un compañero e hirió a otros dos en un ataque de locura

Un guardia civil vestido de paisano causó la muerte de un compañero e hirió a un sargento y a un cabo al disparar sobre ellos con una pistola, tras irrumpir violentamente en las oficinas del cuartel de La Calzada (Gijón).

Medios de la Guardia Civil consultados anoche por este periódico manifestaron que la acción estuvo motivada por un ataque de locura. El teniente coronel Regueira insistió en la tesis del enajenamiento mental del agresor.

Ernesto Gil González, de 54 años de edad y padre de tres hijos, entró a las 18,20 horas de ayer en las oficinas del cuartel de la Guardia C...

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Un guardia civil vestido de paisano causó la muerte de un compañero e hirió a un sargento y a un cabo al disparar sobre ellos con una pistola, tras irrumpir violentamente en las oficinas del cuartel de La Calzada (Gijón).

Medios de la Guardia Civil consultados anoche por este periódico manifestaron que la acción estuvo motivada por un ataque de locura. El teniente coronel Regueira insistió en la tesis del enajenamiento mental del agresor.

Ernesto Gil González, de 54 años de edad y padre de tres hijos, entró a las 18,20 horas de ayer en las oficinas del cuartel de la Guardia Civil de La Calzada y, sin mediar palabra alguna según las fuentes consultadas, comenzó a disparar contra los tres guardias civiles que en aquellos momentos realizaban trabajos burocráticos en la oficina.

Manuel Martínez Villar, de 36 años de edad, también padre de tres hijos, falleció a consecuencia del impacto de una bala que se le alojó en el cerebro.

El cabo José Braga Fernández, padre de dos hijos, recibió un tiro en el cuello; y el sargento Mauro González Rodríguez, de 46 años y con dos hijos, resultó herido en el pecho. Estos dos últimos guardias civiles estaban siendo atendidos anoche en un centro hospitalario de Oviedo al cierre de esta edición, sin que hasta entonces se emitiera un parte médico indicador de la gravedad de sus heridas.

Después de disparar sobre sus compañeros, el agresor, Ernesto Gil González, era incapaz de exponer cualquier justificación coherente sobre el suceso protagonizado y se limitaba a emitir balbuceos, según fuentes del cuartel de La Calzada.

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