Tribuna:SPLEEN DE MADRID

Breznev/Chagall

Han volado libres los burros verdes de Marc Chagall (franciscanismo copto de las bestias), se ha posado en el más alto Cáucaso del cielo las novias de mazapán, los violinistas aún no militarizados en ningún coro de sargentos han cruzado lo morado de Ucrania, esa cosa ucraniana que hay siempre en lo morado, los carteros rurales, los ángeles pedáneos y los caballos encantados, durante un siglo, en florero burgués.Breznev ha muerto. Los "animales de sangre caliente" (Jung), como las palomas postales y las bailarinas transidas' de frontera, han cobrado animación, gracia, vuelo...

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Han volado libres los burros verdes de Marc Chagall (franciscanismo copto de las bestias), se ha posado en el más alto Cáucaso del cielo las novias de mazapán, los violinistas aún no militarizados en ningún coro de sargentos han cruzado lo morado de Ucrania, esa cosa ucraniana que hay siempre en lo morado, los carteros rurales, los ángeles pedáneos y los caballos encantados, durante un siglo, en florero burgués.Breznev ha muerto. Los "animales de sangre caliente" (Jung), como las palomas postales y las bailarinas transidas' de frontera, han cobrado animación, gracia, vuelo, verdad, luz de establo de aldea rusojudía, y por un momento ha parecido que la revolución iba a ser posible. Pero un colegio gerontocrático de párvulos ancianos se levanta, muro de Berlín humano, frente a las vacas chagallianas de color no quinquenal. En el Politburó hay un botón para que entren los generales, que están en la habitación de al lado, y se lleven al desviacionista. Los niños del siglo hemos asistido a un cruce por el cielo, en todas direcciones, de artistas huidos a derecha/izquierda: son los verdaderos objetos políticos no, identificados del planetario USA/URSS.

Chagall, judío ruso rechazado en Rusia, se hace realidad en esas bailarinas que se escapan a Manhattan, y Chaplin, Arthur Miller, Orson Welles, son los carteros literarios que huyen de Mac Carthy, entre una bandada de brujas de Salem. Los dos leguarios entre los que transcurre el siglo, Rusia y Estados Unidos, se volvieron un día funerarios.

lonesco, Kantor, Beekett, Pound, Reich, Cioran, Nureyev, todos tienen cara naïf de cartero de Marc Chagall, y vuelan expatriados con la carta de los derechos humanos del siglo en la mano. Tanto como en Lenin, la revolución rusa estaba en los cuadros de Chagall, estaba bullente en los prerrevolucionarios: Mandeishtam, Biely, Maiakowski, Kaindinski. Estaba en Moscú y Petersburgo tanto como en París o Roma. No había más que desarrollar en el tiempo y el espacio un cuadro de Chagall para llenar Rusia de recién casados modestos y felices, de neogorkianos/ neochejovianos con la oficina llena de palomas. Pero mejor que la pintura/poesía de la libertad, Stalin prefirió (presionado por los fascismos europeos, eso sí) desarrollar los planes quinquenales de la depuración, como poniendo en salmuera el cuerpo vasto y castigado de Catalina la Grande. Todavía no está claro lo que Louis Aragón/ Elsa Triolet quieren contar de su visita a Gorki, cuando Rusia aún era la venidera patria del surrealismo. Alro raro empezaba a pasar.

El otro modelo de sociedad, el de Jefferson, también prevaricaba, y el cine de Chaplin/Keaton, la revolución del individuo contra los colleges prefascistas, los equipos de rugby y los ricos de "dientes azules", es fusilada por la palabra/ doblaje que impone Wall Street a Hollywood: Keaton se hunde en el alcohol, y Chaplin, en la avaricia (sus Memorias parecen un Libro Mayor de contabilidad por partida doble). El siglo XX había nacido libre: "Amada, teme el día en que una locomotora ya no te asombre" (Apollinaire).

Pero la represión stalinista/capitalista comienza con el disparo suicida de Maiakowski y termina con el disparo tejano a Kennedy y la cabeza a precio del presidente en el regazo esbelto y ensangrentado de Jacqueline. Las vidas USA/ URSS son paralelas. Son la historia de la revolución socialista o democrática, prevaricada por los ancianos cruentos.

USA/URSS cubren en seguida los objetivos primarios de cualquier revolución: pan y trabajo. Luego viene la imaginación y ambos Imperios fusilan a la loca de la casa. Los grandes carteros chagallianos del siglo -Benjamín, Rilke, Kafka, Picasso, Lorca, CharIot-. aún no han encontrado a quién darle su carta. Alicia ya no vive aquí.

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