Alan Robertson: "La genética es una ciencia polémica sólo cuando se aplica al ser humano"

"Es que la base genética en todas las especies animales, incluido el hombre, es muy parecida". Esta frase del profesor Carlos Luis de Cuenca, como explicación al hecho de que los procesos de selección y mejora por medio de la genética sean aplicables a todas las especies, desde las vacas a las abejas, pasando por las nutrias, da la clave de una ciencia que está en pleno desarrollo. También está en plena actualidad, por el simple hecho de haberse atrevido a invadir el ámbito de la especie humana, tan parecida objetivamente a los demás, pero tan distinta subjetivamente para el propio hombre.
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"Es que la base genética en todas las especies animales, incluido el hombre, es muy parecida". Esta frase del profesor Carlos Luis de Cuenca, como explicación al hecho de que los procesos de selección y mejora por medio de la genética sean aplicables a todas las especies, desde las vacas a las abejas, pasando por las nutrias, da la clave de una ciencia que está en pleno desarrollo. También está en plena actualidad, por el simple hecho de haberse atrevido a invadir el ámbito de la especie humana, tan parecida objetivamente a los demás, pero tan distinta subjetivamente para el propio hombre.

Afirman los investigadores en genética que la larga molécula de la herencia, la cadena del ácido dexosirribonucleico (ADN), es en el hombre un 99%, igual a la de los monos antropomorfos. Ese 1% de diferencia es lo que objetivamente separa al chimpancé y al gorila del ser humano, y esa escasa diferencia señala lo difícil que resulta excluir a la especie humana de la investigación en genética.

Los problemas apenas existen para los investigadores en genética animal, porque los animales no suscitan reparos ni consideraciones de tipo ético. El profesor británico Alan Robertson, presidente del II Congreso Mundial de Genética Aplicada a la Producción Ganadera, señala que no existen reparos éticos nuevos debidos al perfeccionamiento de las técnicas de manipulación genética, aunque entiende perfectamente que se susciten en los experimentos con humanos. Amigo y compañero de universidad del polémico doctor Edwards, el biólogo que, junto al doctor Steptoe, fue el artífice del primer bebé-probeta, sonríe cuando se le habla del tema. "La técnica de transferencia de embriones se utiliza desde hace tiempo en especies animales. Es un tema que tiene gran importancia para el futuro, pero, sin embargo, desde el punto de vista científico, la niña probeta no representó ningún avance. El problema, en el campo humano, surge por la posibilidad de mantener de forma indefinida congelados los óvulos de una hembra. Lo que abre las puertas a una mejor selección genética en las especies animales, es todo un problema cuando se trata de óvulos humanos".

Equilibrio entre machos y hembras

"Hasta ahora se realizaba la selección exclusivamente desde lado masculino, puesto que se utilizaba el esperma de un semental seleccionado por sus cualidades para inseminar de forma artificial a un número elevado de hembras durante un periodo de tiempo todo lo largo que se deseara. Con la posibilidad de transferencia de embriones, se toman óvulos de una hembra seleccionada, se congelan si es necesario y luego se fecundan en laboratorio y se implantan en hembras nodrizas que no tienen valor genético, pero que llevan a buen término a los nuevos seres, los cuales tienen así las características genéticas deseadas por partida doble. Se restablece de esta forma el equilibrio entre la selección de machos y de hembras".

Para el profesor Robertson, el fallo del doctor Edwards, que ha levantado con sus declaraciones una gran polémica en el Reino Unido, ha sido utilizar la palabra experimentación en unas declaraciones concedidas a un periódico. "Dijo que había experimentado con embriones humanos, cuando lo único que había hecho era observar algunos de los óvulos ya fecundados, pero que no se iban a utilizar para el desarrollo de un nuevo ser, hasta que morían por falta de nutrición a los pocos días".

Desde que se celebró el I Congreso Mundial de Genética, hace ya ocho años, e igualmente en Madrid, las cosas han cambiado bastante. "Actualmente un aspecto importante de la genética es que nos permite observar la resistencia a las enfermedades", señala el profesor Robertsón. "Mediante la observación de los genes responsables de la resistencia a enfermedades determinadas podemos saber qué animales son resistentes, por ejemplo, en el caso de la diarrea en los cerdos, y cuáles no, lo que nos permite seleccionar." En el tema de las enfermedades, el profesor De Cuenca señala que la tendencia actual es establecer los límites de la producción óptima, puesto que los organismos sobrecargados, como es el caso de las vacas que producen gran cantidad de leche, son más propensos a sufrir determinadas enfermedades. "Se trata de mejorar la raza sin sobrepasar la resistencia orgánica".

Desde aquel primer congreso hay otra cosa que ha cambiado, como en muchos otros campos. Se trata de la utilización de la informática, con grandes ordenadores y sofisticados métodos para procesar los datos de producción y poder mejorar la selección. Antes, el análisis genético se hacía de forma manual, y la selección era fruto de una lenta labor de generaciones en la que no se podían evitar los errores.

Ingeniería genética

También ha irrumpido con fuerza la ingeniería genética, que implica la manipulación directa de los genes, donde está contenida la información hereditaria. Tiene dos vertientes, según el profesor Robertson. En la primera los genes de animales se introducen en bacterias para poder producir sustancias como la insulina o la hormona del crecimiento, que luego tienen utilidad en el tratamiento de enfermedades o carencias en el hombre. La segunda vertiente está relacionada directamente con la producción animal, y se trata de la posibilidad de aislar y duplicar, por ejemplo, los genes responsables de la producción de determinadas sustancias, como la caseína o proteínas de la leche. De esta forma se pueden obtener vacas que produzcan leche con un mayor porcentaje de caseína, lo que es importante desde el punto de vista nutritivo".

"Así", señala el profesor De Cuenca, "se pueden obviar errores que se dieron en el pasado cuando, por ejemplo, la calidad de la leche se medía por su contenido graso, porque la grasa era algo fácil de medir. Ahora se sabe que el alto contenido de grasa no es aconsejable, y además se han encontrado con grandes excedentes de mantequilla".

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