Tribuna:

El 'caso AImería', entre el silencio y el golpe

El tratamiento informativo que los distintos medios vienen dando al juicio sobre el caso Almería parece que preocupa en ciertos sectores sociales y políticos, e incluso en la Guardia Civil. Extraña que este hecho merezca una información puntual y diaria y que incluso haya atraido la atención de enviados especiales desplazados para seguir sobre el terreno el desarrollo de las sesiones del juicio. Para estos sectores, el juicio sobre el caso Almería no tiene tanta relevancia como para aplicar a su seguimiento informativo lo que es norma de la crónica judicial en este país y en ...

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El tratamiento informativo que los distintos medios vienen dando al juicio sobre el caso Almería parece que preocupa en ciertos sectores sociales y políticos, e incluso en la Guardia Civil. Extraña que este hecho merezca una información puntual y diaria y que incluso haya atraido la atención de enviados especiales desplazados para seguir sobre el terreno el desarrollo de las sesiones del juicio. Para estos sectores, el juicio sobre el caso Almería no tiene tanta relevancia como para aplicar a su seguimiento informativo lo que es norma de la crónica judicial en este país y en cualquier otro, es decir, la presencia del periodista en las sesiones de un acto legal y eminentemente público. Parecen no caer en la cuenta de que el desplazamiento de enviados especiales, más que una curiosidad malsana por parte de los medios informativos, lo que revela realmente es su preocupación por que un acontecimiento de tanta importancia sea seguido con dedicación.El juicio sobre el caso Almería merece la máxima atención informativa, porque en él se enjuicia un hecho del que resultaron tres muertes, en circunstancias todavía no aclaradas racionalmente, y del que lo menos que puede decirse, sin entrar en el ámbito penal reservado al tribunal, es que fue un error policial que tuvo su máxima dimensión en Almería.

Infundio

Los sectores de extrema derecha han propalado el infundio de que el juicio sobre el caso Almería es en realidad un proceso a la Guardia Civil.

Para ellos lo de menos es que esto sea cierto o deje de serlo. Lo que importa es que este infundio coadyuva perfectamente a la consecución de los fines de su opción política, que ahora y desde hace algún tiempo tiene un nombre muy preciso: golpismo. El caso Almería, sea cual sea el tratamiento informativo que se le dé, forma parte de los pretextos que siempre alimentarán la filosofía golpista que nos invade. Porque es evidente que, por encima de los infundios, de las sospechas y de las mentiras de los sectores ultras, en el juicio sobre el caso Almería sólo se enjuician conductas concretas, de las que sólo son responsables personas concretas, aunque desde una posición mínima de autocrítica y reflexión deban analizarse por aquellos a quienes corresponda los aspectos de actuación policial que llevaron a unos resultados no deseados por los propios procesados, como éstos han declarado una y otra vez ante el tribunal que les juzga, y que es obligado evitar que vuelvan a repetirse.

La propia Dirección General de la Guardia Civil, al renunciar en su día a todo intento de atraer a la jurisdicción castrense el conocimiento de los hechos, ha dado a entender que confia sin reticencias en la independencia y honestidad de los tribunales de la jurisdicción ordinaria, y, que acepta como un hecho que refuerza el actual Estado de Derecho que éstos enjuicien las posibles conductas delictivas de los miembros de la institución cuando actúan como fuerza policial.

Una defensa más adecuada

Es cierto que la información sobre el juicio del caso Almería se ha venido nutriendo hasta ahora en una parte importante de las actuaciones del abogado de la acusación particular que defiende a las familias de las víctimas, pero también es cierto, y esto lo saben mejor que nadie los propios procesados y sus defensores, que el abogado de la acusación particular ha dominado el juicio en las fases del interrogatorio de los procesados y de la prueba testifical. Lo anómalo del juicio sobre el caso Almería es que apenas ha existido defensa, porque ésta ha centrado sus esfuerzos en aspectos apenas relevantes en el proceso y ha sido incapaz de adaptarse a la estrategia desarrollada por la acusación y de hacerle frente en el lugar donde se producen los hechos culminantes y los posibles delitos, es decir, el fatídico punto kilométrico 8,400 de la carretera comarcal de Gérgal. La actuación de las defensas ante el tribunal ha producido hasta ahora material de escaso valor informativo o lo que es lo mismo, de escaso valor jurídico; porque, honradamente, ¿es que lo tiene arrojar sobre las víctimas sospechas sin prueba alguna concluyente de actuación terrorista o hurgar en aspectos de su intimidad personal?

Los procesados deberían haber puesto sumo cuidado en preparar una defensa más adecuada. Son ellos los que deben hacer frente ante un tribunal independiente y en un lugar neutral, como es una sala de audiencia, a los delitos que les imputan el ministerio fiscal en nombre del Estado y de la sociedad, y el acusador particular, en nombre de las familias de las víctimas, y son ellos los que corren el riesgo de ser condenados, si una defensa preparada y convincente no logra llevar al ánimo de los miembros del tribunal que sus clientes son inocentes.

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