Cartas al director

La fiesta del sábado en Barcelona

Les escribo esta carta tras haber presenciado por televisión la vergonzosa y alucinante actuación de Luis del Olmo en la Fiesta en Barcelona la víspera del comienzo del Mundial82.¿Pero, a quién se le ocurrió poner a ese hombre, como presentador del festival? ¿Pero quién se cree que es Luis del Olmo para decirle a Miguel Ríos cómo controlar y tranquilizar a 200.000 personas? ¿Qué experiencia le avala como presentador de conciertos multitudinarios de matiz tirando a roquero (pues Miguel Ríos fue el auténtico rey de la fiesta)?

Luis del Olmo debe creer que es lo...

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Les escribo esta carta tras haber presenciado por televisión la vergonzosa y alucinante actuación de Luis del Olmo en la Fiesta en Barcelona la víspera del comienzo del Mundial82.¿Pero, a quién se le ocurrió poner a ese hombre, como presentador del festival? ¿Pero quién se cree que es Luis del Olmo para decirle a Miguel Ríos cómo controlar y tranquilizar a 200.000 personas? ¿Qué experiencia le avala como presentador de conciertos multitudinarios de matiz tirando a roquero (pues Miguel Ríos fue el auténtico rey de la fiesta)?

Luis del Olmo debe creer que es lo mismo hacer De costa a costa desde un confortable estudio radiofónico que presentar un concierto de este tipo, y así logró provocar las iras del público, a quien el señor Del Olmo debía considerar como una enfebrecida masa de energúmenos drogados dispuesta a destruir la ciudad de Barcelona. Menos mal que estaba allí Miguel Ríos, que sí sabe lo que es hablarle a multitudes un tanto alteradas y mantenerlas en calma sin hacer ni decir estupideces. Porque esa es otra. Luis del Olmo parecía que estaba presentando el festival de Benidorm o el de la OTI.

El espectáculo que provocó Luis del Olmo fue, a todas luces, bochornoso, tratando de paralizar la actuación de Miguel Ríos (no quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido si llega a conseguirlo) y luego descalificando a éste, arrebatándole el micro e intentando enmendarle la plana.

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A continuación, siguió dando muestras de su tremendo despiste pidiéndole a La Trinca con ojos asustados e implorantes, que dije

ran algo para calmar a la gente. Parecía como si fuese a estallar la tercera guerra mundial. Casi insultante. Los de La Trinca, controlando mucho más, le dijeron que no hay para tanto".

La verdad, hasta Fradejas lo hubiera hecho mejor./

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