España, en la Alianza Atlántica

La URSS juzga la integración de España como un "mayor sometimiento" a Estados Unidos

España aumenta su sometimiento respecto a Estados Unidos. Era así como la agencia oficial Tass valoraba el domingo por la noche la entrada de España en la OTAN. Tass agregaba también que el apoyo de Washington a la entrada de España en el bloque noratlántico sería compensado por el Gobierno de Madrid con una mayor flexibilidad en sus puntos de vista sobre la utilización de las bases norteamericanas en España.

"Aparentemente", agregaba la agencia oficial soviética, "el diktat norteamericano ya ha dado sus frutos: el Gobierno español olvida sus anteriores declaraciones, en las que ...

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España aumenta su sometimiento respecto a Estados Unidos. Era así como la agencia oficial Tass valoraba el domingo por la noche la entrada de España en la OTAN. Tass agregaba también que el apoyo de Washington a la entrada de España en el bloque noratlántico sería compensado por el Gobierno de Madrid con una mayor flexibilidad en sus puntos de vista sobre la utilización de las bases norteamericanas en España.

"Aparentemente", agregaba la agencia oficial soviética, "el diktat norteamericano ya ha dado sus frutos: el Gobierno español olvida sus anteriores declaraciones, en las que se manifestaba contra la instalación de armas nucleares en su territorio".La entrada de España en la OTAN es, según este medio de comunicación soviético, un nuevo obstáculo en el proceso de reforzamiento de la seguridad en Europa. Pero el peligro mayor, para los soviéticos, es que Washington trata de "transformar la Península Ibérica en un gigantesco arsenal militar y, especialmente, nuclear". A juicio de algunos observadores, Moscú se ha resignado a ver a España como miembro de la OTAN y pretende, al menos, que se mantenga un compromiso desnuclearizador. De ahí el énfasis puesto por Tass en la hipotética instalación en España de armas nucleares.

'Bloque agresivo'

España forma parte desde el domingo de lo que Moscú suele denominar bloque agresivo, y eso parece tener una importancia decisiva sobre las relaciones hispano-soviéticas, ya de por sí bastante deterioradas. La duda reside ahora en saber si éstas pueden deteriorarse aún más o si ese proceso ha tocado ya fondo. El proceso de enfriamiento de las relaciones coincidió en su principio con los seis meses que España estuvo sin embajador ante el Kremlin (finales de 1980 y principio de 1981).

Ya durante el Gobierno de Calvo Sotelo -y después del anuncio de la decisión española de entrar en la OTAN- la situación fue complicándose aún más. Recientemente, en una conversación, un influyente periodista soviético afirmaba que las cosas sólo han ido peor en la época de la División Azul.

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Si bien el año pasado el balance de las relaciones comerciales fue excepcionalmente positivo (España dispuso de excedentes de grano que vender a la deficitaria URSS), el futuro no es nada halagüeño: algunas empresas españolas cierran sus oficinas en Moscú, mientras otras optan por retirar a su representante o disminuir su personal español.

El 10 de mayo, las autoridades soviéticas expulsaban de la URSS, por vez primera, a un ciudadano español -el delegado de Iberia-, como medida de represalia contra las expulsiones dictadas por Madrid contra el delegado y un técnico de Aeroflot. El nuevo representante de Iberia en la Unión Soviética aún no ha podido incorporarse a su nuevo destino por "problemas de visado". Oficiosamente, los soviéticos declaran que, en el futuro, Moscú responderá a las expulsiones de soviéticos que dicte el Gobierno de Madrid.

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