Entusiasmo en Escocia ante la llegada del Papa

Desde ayer Juan Pablo II está en Escocia, la zona más católica del Reino Unido. De hecho, ayer tarde, a su llegada a Liverpool, ciudad industrial, la temperatura del entusiasmo había crecido considerablemente. En algunos momentos parecía estar en un país latino. Fue la primera vez en este viaje donde se veían algunos edificios completamente engalanados con banderas vaticanas, fotografías gigantes del Papa, pequeños altares en las ventanas de las casas y guirnaldas de flores. Los católicos se distinguían porque llevaban muchos un gorro amarillo, color del Vaticano.

El sol ayudó también. ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Desde ayer Juan Pablo II está en Escocia, la zona más católica del Reino Unido. De hecho, ayer tarde, a su llegada a Liverpool, ciudad industrial, la temperatura del entusiasmo había crecido considerablemente. En algunos momentos parecía estar en un país latino. Fue la primera vez en este viaje donde se veían algunos edificios completamente engalanados con banderas vaticanas, fotografías gigantes del Papa, pequeños altares en las ventanas de las casas y guirnaldas de flores. Los católicos se distinguían porque llevaban muchos un gorro amarillo, color del Vaticano.

El sol ayudó también. Como en Londres, hacía un día de verano Hasta el punto que muchas jóvenes no resistieron la tentación, mientras esperaban al Papa sentadas en los prados, y se quitaron la camiseta quedándose en bikini y minifalda, para tostarse un poco Algunas parejas tumbadas en la hierba se abrazaban alegremente delante de curas y obispos. Algunos grupos de "orangistas", los protestantes más ultras, intentaron crear un clima de tensión y contestación. Lanzaron algunos cócteles molotov contra algunas escuelas católicas y contra algunos coches, pero sin que causaran daños. Sin embargo, dentro del gentío no se advertía ningún clima de miedo.En este país, en el que los título de los periódicos resaltan vistosamente la voluntad de victoria de los ingleses en el conflicto de las Malvinas, Juan Pablo II condenó ayer la guerra sin ambages. Lo hizo antes de llegar a Liverpool durante la misa celebrada en el aeropuerto de la ciudad de Coventry, tristemente célebre por habe sido el escenario donde Hitler experimentó el bombardeo localizado, arrasándola por completo.

Voz por el desarme

"Hoy", dijo el Papa, "la guerra es completamente inaceptable como medio para resolver discusiones y conflictos entre las naciones". La guerra, añadió el Papa, "debe pertenecer al trágico pasado, a la historia; no debe ya encontrar un puesto en los proyectos del hombre para el futuro". Pidió a los miles de católicos y anglicanos presentes a la misa que rezaran por la sesión extraordinaria de las Naciones Unidas sobre el Desarme, que comenzará el próximo mes de junio."Las voces de los cristianos", dijo el papa Woytjla, "deben unirse a la de los otros hombres para pedir a los responsables del mundo que renuncien a la confrontación y que rechacen la política que pretenden que las naciones gasten enormes sumas de dinero para armas de destrucción total".

Pidió también para los pueblos que están en conflicto una reconciliación "no simbólica, sino real", y acabó afirmando que "la paz no es simplemente ausencia de guerra", ya que implica también, dijo, "respeto y confianza recíprocas entre los pueblos y las naciones".

En la mitad del viaje de Juan Pablo II al Reino Unido se puede afirmar que a pesar de las manifestaciones de los grupos ultras, en general los ingleses están contentos de que haya venido. Les ha impresionado ver al Papa de Roma en la basílica, el "San Pedro" anglicano de Canterbury. Al arzobispo anglicano Robert Runcie, que obligó a Juan Pablo II a acostarse durante una hora después de la comida en Canterbury, el Papa le respondió: "Aquí tengo que obedecer yo". Y se fue a dormir. La anécdota la publicaron ayer con gran relieve en primera página diversos diarios.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Sin embargo, su visita se desarrolla haciendo equilibrios en una cuerda tensa. Católicos y protestantes están muy atentos a la reacción que su innegable carisma personal puede suscitar entre la gente. Es sintomática la opinión de dos observadores, uno católico y uno anglicano aparecida ayer en The Daily Mail. Publicadas en la misma página, el comentarista católico Paul Johnson afirmó que Juan Pablo II "no ha venido a cortejar a la Iglesia anglicana", mientras el anglicano Peter Mullen escribe: "Le decimos bienvenido, pero le recordamos que nuestros caminos no conducen a Roma". Y comenta: "A pesar de su simpatía natural, de sus sonrisas, no podemos dejar de recordar la vieja técnica de la araña que le dice a la mosca: ven a mi rincón, y termina por capturarla".

Encuentro no secreto

En los ambientes diplomáticos se sigue discutiendo sobre el encuentro entre Margaret Thatcher y el secretario de Estado Agostino Cassaroli. Ahora se ha sabido que a Cassaroli le acompañó también el sustituto de la secretaría de Estado, el español Eduardo Martínez Somalo, ministro del Interior del Vaticano.El encuentro tenía que haber sido secreto para no suscitar problemas a los argentinos. Ese era el pacto. Pero fue respetado sólo por el Vaticano, el cual ha dado oficiosamente dos versiones sobre los motivos de esa visita. La primera, que el Papa deseaba a través de Cassaroli y Somalo interceder ante el Gobierno británico para que evitasen el menor derramamiento de sangre posible en la eminente victoria de los ingleses en las Malvinas.

La segunda, dada personalmente por el portavoz del Papa Romeo Pancirolli a este enviado especial, afirmaba textualmente que no se podía crear un muro tan grande entre el Vaticano y el Gobierno Thatcher durante este viaje. Por eso, dijo, no pudiendo el Papa encontrarse con la primera ministra se pensó en el último momento que fueran a visitarla estos dos importantes personajes de la Santa Sede. Una visita que duró una hora y que fue solicitada por el Vaticano y concedida inmediatamente.

Archivado En