Querer la guerra

( ... ) Ha fracasado la razón y ha triunfado la irracionalidad. Ha fracasado el diálogo y ha triunfado la intransigencia. Cuando esto ocurre entre dos países situados al mismo lado de la línea divisoria en que está dividido el mundo, es justo pensar que cualquier día puede ocurrir lo peor. Cuando británicos y argentinos, amigos comunes de la primera potencia del mundo, han sido incapaces de ponerse de acuerdo y abdicar mutuamente de su intransigencia, se puede pensar que estamos al borde del abismo y que sólo el equilibrio del terror evita, de momento, que nos precipitemos en él.Fórmulas hubo ...

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( ... ) Ha fracasado la razón y ha triunfado la irracionalidad. Ha fracasado el diálogo y ha triunfado la intransigencia. Cuando esto ocurre entre dos países situados al mismo lado de la línea divisoria en que está dividido el mundo, es justo pensar que cualquier día puede ocurrir lo peor. Cuando británicos y argentinos, amigos comunes de la primera potencia del mundo, han sido incapaces de ponerse de acuerdo y abdicar mutuamente de su intransigencia, se puede pensar que estamos al borde del abismo y que sólo el equilibrio del terror evita, de momento, que nos precipitemos en él.Fórmulas hubo en las últimas semanas que permitieran salvar la cara a unos y a otros. Pero se ha optado por el todo o nada, el todo o nada con el que habrán podido ganar muchas medallas los generales en el curso de la historia, pero que políticamente es siempre una solución salvaje, impropia de nuestro tiempo, y que más parece pertenecer a los estadios más primItivos de la humanidad. Sólo en las peleas de gallos se lucha hasta morir.

Gran Bretaña, que tuvo que abandonar sus posesiones asiáticas y que tuvo que salir de Africa, se aferra a unos peñascos, que no son siquiera un florón del imperio.

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