Tribuna:

La diplomacia de la improvisacion y el silencio

El silencio y la discreción que han caracterizado la negociación de un nuevo acuerdo bilateral hispano-norteamericano prevalecen en el momento en que caduca hoy la prórroga de ocho meses que alargó la aplicación del Tratado de Amistad y Cooperación hispano-norteamericano. Continúa, para la Prensa y la opinión pública, el argumento de que "todo está ultimado", de que "sólo quedan cuestiones de detalle".Pero, en realidad, no hay todavía nuevo acuerdo para regir el futuro de las relaciones España-Estados Unidos.

Los calendarios eran muy claros. El día 21 de septiembre de 1981 finalizó el t...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El silencio y la discreción que han caracterizado la negociación de un nuevo acuerdo bilateral hispano-norteamericano prevalecen en el momento en que caduca hoy la prórroga de ocho meses que alargó la aplicación del Tratado de Amistad y Cooperación hispano-norteamericano. Continúa, para la Prensa y la opinión pública, el argumento de que "todo está ultimado", de que "sólo quedan cuestiones de detalle".Pero, en realidad, no hay todavía nuevo acuerdo para regir el futuro de las relaciones España-Estados Unidos.

Los calendarios eran muy claros. El día 21 de septiembre de 1981 finalizó el tratado bilateral de amistad. Desde un año antes, la Administración norteamericana -todavía bajo la presidencia de Jimmy Carter- anunció al Gobierno español que estaba preparada para comenzar las negociaciones. Madrid, no sin cierta lógica, prefirió esperar ante la incógnita que planteaban las elecciones presidenciales estadounidenses y el cambio de Administración que comportaron, con la llegada a la Casa Blanca del presidente Ronald Reagan.

Más información

Vino, a continuación, el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, con la consecuente tensión en las relaciones entre Madrid y Washington, a raíz del inoportuno, cuando menos, asunto interno con que el secretano de Estado norteamericano, Alexander Haig, comentó inicialmente el 23-F. No era el momento más oportuno para activar las negociaciones.

Todo ello se mezcló con las incongruencias de la diplomacia española, al alegar, primero, que no estaba relacionado el ingreso en la OTAN con la negociación bilateral con EE UU. Después se dijo lo contrario, como era lógico esperar. En julio de 1981, el ministro español de Relaciones Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, viajó a Washington con un importante informe de peticiones españolas, al que el Ministerio de Defensa acompañaba otras con peticiones para compras de materíal militar a EE UU.

Varias reuniones, en Washington y Madrid, bajo la dirección

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

del por entonces subsecretario de Estado, Carlos Robles Piquer, no aportaron soluciones, llegándose a acordar la prórroga, por ocho meses, del tratado de amistas y cooperación.Ocho meses en que el silencio, una vez más, caracterizó los contactos entre Madrid y Washington. "Todo está ultimado". "Se ha avanzado mucho a nivel de grupos de trabajo". "Está todo prácticamente resuelto". Tales fueron las frases preferidas de las personas cercanas a la negociación, sin que nunca se llamara por su nombre qué temas bloqueaban la negociación. Nunca fue desmentida la información publicada en EL PAIS del día 21 de febrero que "armas nucleares, bases y compras de armamento pendientes en la negociación España-EE UU", eran los temas del bloqueo negociador.

Por último, el ministro Jose Pedro Pérez-Llorca viajó a Washington hace tres semanas, asegurando al final de su reunión con el secretario de Estado norteamericano Alexander Haig que "esperamos firmar un nuevo acuerdo antes del día 21".

Archivado En