Cartas al director

Las fronteras lingüísticas

En el serial que ha venido publicando EL PAÍS días atrás acerca de las fronteras lingüísticas de la España de hoy, firmado por Eduardo Barrenechea, he observado un error aparentemente fútil, pero que reviste cierta importancia a la hora de considerar bastantes de las toponimias eusqueras vigentes en todo el territorio ibérico. En la entrega número cinco se dice que a once kilómetros de Avila existe "un pueblo llamado Mingorría (piedra roja)...". La traducción es inexacta y quizá apresurada. Precisamente en torno al nombre de Mingorría existe una curiosa leyenda histórica, que yo mismo he inves...

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En el serial que ha venido publicando EL PAÍS días atrás acerca de las fronteras lingüísticas de la España de hoy, firmado por Eduardo Barrenechea, he observado un error aparentemente fútil, pero que reviste cierta importancia a la hora de considerar bastantes de las toponimias eusqueras vigentes en todo el territorio ibérico. En la entrega número cinco se dice que a once kilómetros de Avila existe "un pueblo llamado Mingorría (piedra roja)...". La traducción es inexacta y quizá apresurada. Precisamente en torno al nombre de Mingorría existe una curiosa leyenda histórica, que yo mismo he investigado sobre el terreno y publicado en algún libro que no hace al caso. Min gorría significa el mal rojo (piedra roja sería "haitz gorri" o "harri gorri"), y en su día quiso designar toscamente el sarampión que acometió con virulencia a una colonia de vascos allí afincada para la tarea de cortar bloques con destino a la sillería de El Escorial. Procedían los cinceladores, en su mayoría, de la parte de Andoaín (Guipúzcoa), y su maestro se llamaba José de Chinchurreta. Este llegó a ser caballero cubierto -privilegio de llevar el sombrero puesto en palacio- durante el reinado de Felipe II.Al cundir el sarampión en la colonia y quedar detenidos los trabajos, Chinchurreta fue llamado por el sombrío monarca, que quiso saber qué epidemia era aquélla; contestándole el cantero en vascuence: "Min gorria, jauna" ("El mal rojo, señor"). Dispuso el rey entonces que se enviaran fisicos y remedios a la colonia; pero, a pesar de todo, la mortandad fue grande y el lugar quedó bautizado Para siempre según su calamidad: Mingorría (Sarampión).

A veces se topa uno con hombres como ése, que incitan a buscarle coartadas a un pretendido y antiquisimo paneusquerismo ibérico, siendo la explicación mucho más simple: que había partidas de vascos que iban a trabajar fuera de la tierra y dejaban su huella.

Por otra parte, la piedra de Mingorría es gris, y grises son sus toros-tótem, semejantes a los de Guisando. Sus excelentes canteras las explota ahora, si no recuerdo mal, Agromán.

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