Berlinguer fracasó en la creación de la 'euroizquierda' en París

Las conversaciones celebradas en París, durante los dos últimos días, entre el primer secretario del Partido Socialista (PS) francés, Lionel Jospin, y el secretario general del Partido Comunista de Italia (PCI), Enrico Berlinguer, no han significado el nacimiento oficial de la denominada euroizquierda.Las convergencias, que son muchas, entre ambos partidos, chocan con matices que separan a los socialistas y a los comunistas. Berlinguer, ayer, fue recibido en el palacio del Elíseo por el presidente François Mitterrand.

El balance del encuentro Berlinguer-Jospin ha sido posi...

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Las conversaciones celebradas en París, durante los dos últimos días, entre el primer secretario del Partido Socialista (PS) francés, Lionel Jospin, y el secretario general del Partido Comunista de Italia (PCI), Enrico Berlinguer, no han significado el nacimiento oficial de la denominada euroizquierda.Las convergencias, que son muchas, entre ambos partidos, chocan con matices que separan a los socialistas y a los comunistas. Berlinguer, ayer, fue recibido en el palacio del Elíseo por el presidente François Mitterrand.

El balance del encuentro Berlinguer-Jospin ha sido positivo e interesante, según han reconocido ambos con esos términos tradicionales. Pero la llamada euroizquierda, emblema teórico de lo que, en la práctica, debiera convertirse en la tercera vía que pretenden encarnar los socialistas franceses, no nació en París durante las últimas 48 horas. Y esto, esencialmente, por una razón que el primer secretario de los socialistas galos, Jospin, sintetizó en términos filosófico-históricos: "Nosotros somos socialistas y ellos son comunistas", sentenció el líder del PS. De todas maneras, en París parece ser que se trataba únicamente de filosofar sobre las posibilidades de la euroizquierda.

Las divergencias, que aún hacen prematura la euroizquierda, son tres sustancialmente. Primera: los comunistas italianos no afirman, como los socialistas franceses, que actualmente existe un desequilibrio de fuerzas en Europa que beneficia a los soviéticos, como consecuencia de la implantación, por estos últimos, de los misiles SS-20. Segunda: los socialistas son hostiles a los movimientos pacifistas y los comunistas se confiensan más prudentes. Tercera divergencia y, quizá, la más importante: el PS francés entiende que, tras la invasión de Afganistán, la URSS ha ,cambiado su estrategia defensiva por la ofensiva y que, en consecuencia, cabe preguntarse por las intenciones de los soviéticos en el mundo, y en Europa en particular (léase finlandización). Berlínguer no piensa así. Para el líder comunista italiano, las intervenciones de la URSS son "un efecto mecánico de la rivalidad entre las dos grandes potencias". A pesar de esos matices divergentes, ambos partidos piensan continuar discutiendo sobre el tema de la izquierda en Europa occidental. Se celebrarán coloquios en los próximos meses y Berlinguer se entrevistrá con su homólogo francés, Georges Marchais, el mes de mayo.

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