Un 'brigadista arrepentido' revela detalles del asesinato de Aldo Moro

Un mes antes de que se abra en Roma el gran proceso por el asesinato de Aldo Moro y de los cuatro agentes de su escolta, uno de los principales acusados ha decidido confesar, probablemente para acogerse a la nueva ley que limita las penas de los terroristas arrepentidos. Se trata de Antonio Savasta, que era el carcelero del general norteamericano secuestrado por las Brigadas Rojas, James Lee Dozier, y que fue capturado durante la liberación del general.

Savasta ha contado todos los pormenores de la muerte y prisión del líder democristiano. Las revelaciones las publicó ayer a toda página...

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Un mes antes de que se abra en Roma el gran proceso por el asesinato de Aldo Moro y de los cuatro agentes de su escolta, uno de los principales acusados ha decidido confesar, probablemente para acogerse a la nueva ley que limita las penas de los terroristas arrepentidos. Se trata de Antonio Savasta, que era el carcelero del general norteamericano secuestrado por las Brigadas Rojas, James Lee Dozier, y que fue capturado durante la liberación del general.

Savasta ha contado todos los pormenores de la muerte y prisión del líder democristiano. Las revelaciones las publicó ayer a toda página Il Corriere della Sera, con este título: "Así matamos a Aldo Moro". Según Savasta, que era uno de los brigadistas de la columna romana que participó directamente en toda la operación Moro, el día 9 de mayo de 1978 los dos guardianes de Moro, Prospero Gallinari y Anna Laura Braghetti -ambos hoy en poder de la justicia-, sacaron de su celda al político y después de bajar diecisiete escalones le llevaron al garaje privado e insonorizado del piso, donde estaba el Renault-4 en el que horas más tarde fue hallado el cadáver del estadista democristiano.A Moro le dijeron que le iban a liberar, "por un acto de humanidad", dice Savasta. Moro estaba tan convencido de que era verdad, que incluso les pidió que saludaran en su nombre a Marlo Moretti, el terrorista que durante 55 días le estuvo interrogando. Le dijeron que se metiera en el maletero del coche. "Se había quedado muy delgado y lo hizo con facilidad", añade Savasta. Anna Laura le cubrió con una manta.

Sin esperar ni un minuto, Gallinari empuñó una pistola Walter PPK, de calibre nueve corto. Quiso matarle de un solo tiro, pero la bala le pasó rozando el corazón. Moro se movió debajo de la manta y se llevó las manos al pecho. Entonces, Gallinari, sin más contemplaciones, cogió la metralleta Skorpion que la brigadista tenía en sus manos y le disparó una ráfaga. Después taponó sus heridas con pañuelos de papel para evitar que la sangre se escurriese del maletero. Devolvió la metralleta a Anna Laura, tomó el volante con la compañera a su lado y se fueron a dejar el coche en vía Caetani, a dos pasos de las oficinas del partido comunista y de la Democracia Cristiana, de la que Moro era presidente.

Savasta ha revelado también dónde estuvo prisionero Moro y dónde fue asesinado.

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