Doctor Bond: "Si me acusaran, lo negaría todo"

Stanley Bond tiene la casa-clínica en el quinto piso de la calle Pierre Leroux, número 12.La casa tiene una sala amplia en la que, sin separación alguna coexisten la sala de espera y el despacho del médico. Las mujeres que acuden allí cuentan a la vez su problema al ginecólogo y a todas las pacientes de la cola. Sólo hay un dormitorio, al que se accede por una escalera de caracol. Cuesta trabajo relacionar con una clínica o "centro médico", como reza en la puerta, un piso en el que la enfermera-telefonista-limpiadora abre la puerta descalza, con unos calcetines por cuya parte delantera asoman ...

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Stanley Bond tiene la casa-clínica en el quinto piso de la calle Pierre Leroux, número 12.La casa tiene una sala amplia en la que, sin separación alguna coexisten la sala de espera y el despacho del médico. Las mujeres que acuden allí cuentan a la vez su problema al ginecólogo y a todas las pacientes de la cola. Sólo hay un dormitorio, al que se accede por una escalera de caracol. Cuesta trabajo relacionar con una clínica o "centro médico", como reza en la puerta, un piso en el que la enfermera-telefonista-limpiadora abre la puerta descalza, con unos calcetines por cuya parte delantera asoman ostensiblemente varios dedos.

Stanley Bond responde, "en español, para practicar" a nuestras preguntas. Parece entender poco el idioma, pero no muestra mucha más comprensión cuando le traducimos las preguntas al francés. Su aspecto de hombre correcto se ve corroborado por su porte tranquilo y sus maneras casi exquisitas. Sólo antes de iniciar la conversación dirá que está nervioso y que por qué le hacemos fotos.

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¿Qué es eso de Centro Internacional de Relaciones Humanas? "Es más una idea que una realidad concreta", contesta. ¿Y el Centro Internacional de Planificación? ¿Cuánta gente trabaja en él? "Trabajo yo sólo, bueno, con una enfermera. Este Centro Internacional es también un proyecto, una idea grande, que se me ocurrió hace tres o cuatro años, en Inglaterra".

El doctor Bond - una llamada telefónica que pregunta por el doctor About será respondida con una evasiva, para que la interlocutora llame más tarde -dice que no ha tenido problema alguno por realizar abortos a extranjeras con una ley que las obliga a llevar tres meses residiendo en Francia."A veces me dicen que llevan más tiempo aquí, no sé, generalmente los médicos y los centros de planificación aceptan extranjeras aunque no cumplan el plazo de residencia".

Stanley Bond parece no entender la pregunta sobre algunas mujeres que se quejan de que ejercen violencias sobre ellas al ir a abortar: "Hombre, no es agradable, sobre todo porque la anestesia general es peligrosa". Cuando se le explica que la violencia de que se trata, la ejerce el médico en los casos de que hablamos, en que llega a violar a las pacientes, Bond permanece inmutable. ¿No se le ha dado algún caso? "No, no, no no", responde cuatro veces. ¿Y conoce algún sitio donde haya sucedido? "No, no". ¿Qué puede hacerse para evitar que puedan producirse esas situaciones? "Venir con un amigo o amiga", dice Bond. "Aquí todas las mujeres que vienen pasan acompañadas y a veces, incluso, con la enfermera", añade.

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El médico desconoce que la Dirección Departamental de Acción Sanitaria y Social (DDASS), del Ministerio de Sanidad francés, ha iniciado investigaciones sobre las condiciones en que se hacen los abortos en los centros de planificación. "No conozco ese organismo, debe de ser inglés". Entonces, ¿Nunca ha tenido problemas con la policía? "Jamás". ¿Qué haría si se presentara una denuncia formal contra usted por violación? Stanley Bond se mantiene impasible: "Yo negaría todo en cualquier caso".

Al volver al hotel hacemos una última comprobación. Llamamos por teléfono y preguntamos por el doctor About. Bond responde con toda naturalidad: "Soy yo".

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