Aspectos económicos de la crisis de las naciones del Este europeo / 1

Checoslovaquia, Rumanía y Polonia racionalizan sus economías mediante fuertes subidas de precios

En un intervalo de menos de veinte días, tres países miembros del Comecon, Checoslovaquia, Polonia y Rumanía, por ese orden cronológico, han incrementado los precios de venta al público de una amplia gama de productos básicos, entre ellos, la carne y alimento de primera necesidad.

En los tres casos, las subidas, que van acompañadas de un incremento de las prestaciones sociales, han supuesto una disminución de las subvenciones estatales a los precios al consumidor y un ajuste más realista entre precios y costes de producción.Sin embargo, la medida, que a veces afecta a productos estables...

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En un intervalo de menos de veinte días, tres países miembros del Comecon, Checoslovaquia, Polonia y Rumanía, por ese orden cronológico, han incrementado los precios de venta al público de una amplia gama de productos básicos, entre ellos, la carne y alimento de primera necesidad.

En los tres casos, las subidas, que van acompañadas de un incremento de las prestaciones sociales, han supuesto una disminución de las subvenciones estatales a los precios al consumidor y un ajuste más realista entre precios y costes de producción.Sin embargo, la medida, que a veces afecta a productos estables durante casi tres décadas, se inscribe en circunstancias económicas, sociales y políticas diferenciadas entre sí en cada uno de los tres países.

Mientras Checoslovaquia posee una industria con tradición, desarrollada y diversificada, Rumania sufre las consecuencias de una industrialización forzada, centrada en el sector petroquímico y llevada a cabo a costa del sector agrícola.

Por su parte, Polonia, dotada de enormes recursos naturales y una de las primeras potencias industriales del mundo en los años sesenta, se enfrenta a un estancamiento productivo causado por la falta de materias primas y divisas para su importación, así como la actitud escéptica y absentista de los obreros hacia la política económica de los dirigentes.

El abastecimiento de bienes de consumo difiere también enormemente. En Checoslovaquia, el nivel de consumo es alto, y el aprovisionamiento, bueno, aunque tal vez no tan variado como en Hungría.

En Rumania, las deficiencias en el abastecimiento de víveres produjeron el racionamiento de los mismos en 1981. En Polonia, las dimensiones alcanzadas por el desabastecimiento de alimentos han tenido que ser remontadas con ayuda de la caridad internacional.

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Endeudamiento exterior

El endeudamiento exterior con Occidente es otro factor diferencial. En Checoslovaquia, la deuda en divisas se mantiene por debajo de los 5.000 millones de dólares, según estimaciones occidentales, y su crecimiento, frenado durante 1981, no entraña una amenaza inmediata para la economía, que presenta una balanza de comercio exterior favorable.

Rumania, cuya deuda exterior alcanza unos 10.500 millones de dólares, ha negociado moratorias de pago para 1982 alegando problemas de liquidez. El vencimiento de los plazos retrasados de la deuda esta primavera puede ser revelador para las perspectivas económicas del país, opinan expertos occidentales.

En Polonia, la deuda exterior alcanza los 30.000 millones de dólares, y la situación es prácticamente de bancarrota.

El aprovisionamiento de energía es un problema que afecta tanto a Rumania como a Checoslovaquia y Polonia.

Bucarest insiste en obtener más petróleo de la URSS -más barato que el de la OPEP-, precisamente cuando Moscú restringe sus exportaciones a los países del Comecon debido a sus propios problemas económicos.

El razonamiento es diferente en Checoslovaquia, donde, en vista de los altos precios de la energía, los dirigentes han decidido limitar las importaciones, potenciar la racionalización del consumo, penalizar el derroche energético y fomentar las fuentes alternativas (el carbón, ahora, y la energía nuclear, para la década de los noventa).

Polonia ha obtenido suministros extras de petróleo por parte de la URSS, pero tardará largo tiempo en recuperarse de la crisis sufrida por la extracción de carbón, principal fuente de riqueza del país.

Agricultura rumana

La subida de precios en Rumania, en vigor desde el pasado lunes, 15 de febrero, supone un promedio de un 35% y se enmarca dentro de un contexto de reforma destinada a "incrementar el incentivo material en el desarrollo de la producción agrícola", según palabras recientes del presidente rumano, Nicolae Ceaucescu.

El alza afecta a más de doscientos productos alimenticios, entre ellos, la carne (64%), el azúcar (55%), el queso, la harina, los huevos, las patatas, las judías y el vino.

Estos productos escasean de forma intermitente y crónica en los mercados de Rumanía, país con grandes condiciones agrícolas que se ha visto obligado a importar trigo y vegetales como consecuencia de la mala política agraria.

En 1981, el plan económico no se cumplió, la industria alimenticia obtuvo resultados inferiores a 1980, y la agricultura no llegó a sus metas debido, en parte, a las deficiencias en el funcionamiento de las granjas estatales y las cooperativas (mayoritarias), han admitido recientemente las autoridades rumanas.

Las subidas de precios, que en algunos casos no se habían tocado durante veinticinco años, se han visto acompañadas de un aumento de las prestaciones sociales y los sueldos. Antes, a principios de este mes, los sueldos de los trabajadores agrícolas ya habían subido a título experimental y con una amplia dependencia de la productividad.

Las subidas de los salarios, de cien a 210 leis, según las categorías profesionales (el salarlo medio rumano es de 2.400 leis), no alcanza a cubrir el aumento de los precios, pero, aun así, las autoridades rumanas creen que en 1982 el salario medio será un 1,5% superior al de 1980 en términos reales.

El desabastecimiento alimenticio ha motivado descontento entre la población, pero las autoridades de Bucarest no parecen temer el contagio polaco.

El foco de solidaridad con Polonia ha sido sofocado momentáneamente; el aparato policial rumano es fuerte y actúa con energía contra las posturas críticas, y los incrementos de precios pueden ser, por otra parte, el primer paso de una reestructuración económica que contribuya a mejorar sensiblemente el nivel de vida de la población.

En Polonia, la subida de precios lleva asociada fuertes cargas emocionales y ha sido el caballo de batalla de repetidos enfrentamientos entre el poder y la población desde hace más de una década.

A principios de febrero, los aumentos fallidos en el pasado se han impuesto al amparo de la ley marcial y afectan a comestibles y bienes de consumo básico con porcentajes que alcanzan el 400%, en algunos casos.

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