Cartas al director

El caso polaco

En relación con la reciente toma del poder por los militares en Polonia, me ha llamado la atención una pequeña información aparecida en su diario de fecha 16 de diciembre, en la que se indicaba que altos medios financieros occidentales estarían dispuestos a dar su apoyo al golpe, si de esa manera fuese más rápida o segura la recuperación de sus inversiones.En aquel momento no pude evitar pensar en la ambigüedad de, frases del corte de "defensa de los valores occidentales", que tan a menudo escuchamos en labios de algunos políticos. Poca duda cabe de que si los valores a que se refieren son bur...

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En relación con la reciente toma del poder por los militares en Polonia, me ha llamado la atención una pequeña información aparecida en su diario de fecha 16 de diciembre, en la que se indicaba que altos medios financieros occidentales estarían dispuestos a dar su apoyo al golpe, si de esa manera fuese más rápida o segura la recuperación de sus inversiones.En aquel momento no pude evitar pensar en la ambigüedad de, frases del corte de "defensa de los valores occidentales", que tan a menudo escuchamos en labios de algunos políticos. Poca duda cabe de que si los valores a que se refieren son bursátiles, el éxito les ha acompañado en su empeño, pues han sabido encontrar las personas idóneas para adecuar lo dicho a lo hecho.

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Pero si, como me temo, el mensaje contenido en la frase que me ocupa va dirigido a personas con una cierta sensibilidad moral, que por válores entienden un conjunto de cualidades que en lenguaje cristiano se pueden llamar virtudes, y en el laico, ética -entre las que se podrían citar como individuales la misericordia, la caridad, la propia estimación, el afán de justicia, la igualdad entra las leyes, la libertad, la solidaridad, etcétera, y como colectivas, entre otras, el derecho de los pueblos para determinar libremente su futuro como tales-, mi opinión personal es que han cosechado un estruendoso fracaso, porque precisamente las aspiraciones de los polacos están siendo conculcadas por representantes de dos genuinas formas de entender la vida: el capitalismo y el comunismo, que, debo admitirlo, se diferencian en los medios que utilizan, pero que a la consecución de sus objetivos finales sacrifican todolo que les estorbe, incluido el hombre.

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