"Estamos a tiempo de hacer el modelo sanitario que dé cobertura de salud a las necesidades sociales", según Laín Entralgo

En España estamos a tiempo de hacer el modelo sanitario que libere al hombre de la esclavizante obsesión por estar totalmente seguro ante la enfermedad, al tiempo que dé una adecuada cobertura de salud a las necesidades sociales de nuestro tiempo. En este sentido puso broche final el catedrático de Historia de la Medicina, Pedro Laín Entralgo, al debate sobre Sanidad pública-sanidad privada organizado por la Fundación para el Progreso y la Democracia y la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública.

Francisca Sauquillo, abogada y miembro de la junta rectora de la Fundación para el ...

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En España estamos a tiempo de hacer el modelo sanitario que libere al hombre de la esclavizante obsesión por estar totalmente seguro ante la enfermedad, al tiempo que dé una adecuada cobertura de salud a las necesidades sociales de nuestro tiempo. En este sentido puso broche final el catedrático de Historia de la Medicina, Pedro Laín Entralgo, al debate sobre Sanidad pública-sanidad privada organizado por la Fundación para el Progreso y la Democracia y la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública.

Francisca Sauquillo, abogada y miembro de la junta rectora de la Fundación para el Progreso y la Democracia, hizo la presentación del acto, cuya sesión fue levantada por el profesor Laín Entralgo, que actuó como moderador. Pedro Laín Entralgo se refirió al temor existente a nivel científico internacional ante la progresiva demanda de salud y de asistencia sanitaria del ser humano, por cuanto tal exigencia podría conducir, al cabo de unos lustros, a dividir a la humanidad en dos mitades, una de las cuales cuida de la otra.El moderador, basado en las ideas y contrastes expuestos en el debate, estimó que en España estamos a tiempo de evitar que cuaje ese aberrante concepto de salud.

Como especialista de la Administración sanitaria, Manuel Evangelista Benítez, actual director del Plan Nacional de Seguimiento y Atención del Síndrome Tóxico, manifestó la necesidad de realizar la reforma del sistema sanitario español, aún en situación de crisis económica. Tal situación obliga a importantes cautelas, a aprovechar al máximo lo mucho que es válido, a la corrección de errores y a la reelaboración de conceptos fundamentales.

Para Evangelista, esta reforma pasa por una opción libre a la asistencia sanitaria; es decir, una participación de la iniciativa privada en la gestión y la asistencia sanitarias junto al sector público, si bien es preciso establecer en éste una contención del gasto.

La política de personal, según Evangelista, sería una de las piedras de toque de esta reforma, dado el alto porcentaje de profesionales sanitarios pluriempleados y, con frecuencia, en duplicidad de puestos en el sector público y en el privado, con lo que se establecen connivencias dudosas.

Adolfo Serigó Segarra, miembro de la asociación coorganizadora del debate, relacionó con la crisis sanitaria mundial la situación española, dentro de las nuevas ideas sobre salud pública.

Para Adolfo Serigó, el problema no es nacionalizar o privatizar, sino organizar. Se trata de dar un necesario giro copernicano. Ante el resultado, en una sociedad de consumo con tecnología sanitaria sofisticada, de haber sufrido una explosión del coste sanitario del 6% al 12% del PNB, la elección entre los tres sistemas sanitarios existentes es obvia. Serigó Segarra se inclina así por eludir el capitalista clásico -estratificación social y sanitaria y falta de integración- y el populista tercermundista -asistencia ambulatoria por medio de auxiliares de salud- para elegir el sistema sanitario nacional integrado o sistema de salud.

Enfoca este sistema dentro de las siguientes condiciones: dirigido a la prevención y no a la curación, centrado en la comunidad y no en el hospital, dando prioridad, por orden, a la promoción de la salud (educación sanitaria), a la protección de la salud (medio ambiente) y a la restauración de la salud (asistencia y rehabilitación o integración social). Pasar, en definitiva, de la idea de beneficio a la de solidaridad.

Desde esta óptica cobran relieve la función del médico general, las áreas sanitarias, la interrelación hospital / entorno y la gestión integrada de la red de servicios sanitarios. La función de la sanidad privada se establece claramente como complementaria y nunca como superpuesta, duplicando servicios y estableciendo competencias o irregulares desviaciones con el sector público.

Eduardo Rodríguez Losada, administrador de la Fundación Jiménez Díaz y miembro de la comisión de sanidad de Alianza Popular, defendió el criterio de la participación de la sanidad privada junto a la sanidad pública dentro de un orden de conciertos que se ajusten a ideas de complementación en la rentabilidad social de la asistencia sanitaria y de lógico beneficio económico para la iniciativa privada. En este sentido, alertó sobre la situación actual. Según Losada, las actuales tarifas con las que el sector privado tiene concertados sus servicios con el sector público están desfasadas y han puesto en situación difícil a aquel sector, sin el cual la sanidad pública no podría dar respuesta a la demanda en el momento actual.

Otra vía fue puesta de manifiesto por José Espríu Castelló, promotor de la Asociación Sanitaria Sociedad Cooperativa, de Barcelona, que integra a unos 130.000 socios, de ellos 350 médicos, y que muy pronto alcanzará la cifra de 225.000.

Esta experiencia intenta hacerse extensiva a otras áreas geográficas.

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