El mayor déficit presupuestario de la historia británica

A pesar de que el nivel de vida de los británicos ha bajado, la primera ministra Margaret Thatcher ha dado recientemente muestras de optimismo económico. Para el Gobierno, la recesión tocó fondo a mediados de este año, la industria británica se está volviendo más competitiva y aumentan los pedidos en los sectores de la ingeniería y de la construcción. Pero la masa monetaria no está controlada, la inflación supera el nivel esperado, y hay casi tres millones de parados que amenazan con socavar las bases de la política monetaria.

En el tercer trimestre de este año la producción industrial ...

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A pesar de que el nivel de vida de los británicos ha bajado, la primera ministra Margaret Thatcher ha dado recientemente muestras de optimismo económico. Para el Gobierno, la recesión tocó fondo a mediados de este año, la industria británica se está volviendo más competitiva y aumentan los pedidos en los sectores de la ingeniería y de la construcción. Pero la masa monetaria no está controlada, la inflación supera el nivel esperado, y hay casi tres millones de parados que amenazan con socavar las bases de la política monetaria.

En el tercer trimestre de este año la producción industrial aumentó en un 1,5% con respecto a los tres meses anteriores. Se ha perdido menos tiempo en huelgas que en los años precedentes, el número de jornadas de trabajo reducidas ha comenzado a caer y el número de horas extraordinarias aumenta ligeramente. Buenos síntomas para un Gobierno que mantiene que la productividad de la industria manufacturera británica ha aumenta do. De hecho, la productividad por hora de los trabajadores manuales ha subido en un 8% desde 1980, pero no la productividad absoluta por empleado. Estos son los efectos de una recesión en la que la mejora de la productividad no lleva forzosamente consigo una disminución del paro.Límite a las subidas salariales

La inflación se situó en octubre en un 11,7%, anual, 0,9% más que en el mes de septiembre, para el desconsuelo de un Gobierno que esperaba que este índice bajara a un 10% antes de finales de 1981. Esta meta se ha retrasado ahora oficialmente doce meses. Tras las elecciones de mayo de 1979, la inflación subió considerablemente. Por una parte, dobló el impuesto sobre el valor añadido; por otra, el Gobierno tuvo que cumplir sus promesas y aumentar considerablemente los salarlos de sus funcionarios y de sus Fuerzas Armadas. Este año, el Gobierno, que llegó al poder rechazando las políticas salariales, ha fijado un límite de un 4% a las subidas salariales en el sector público.

Una razón para esta limitación son las duras luchas del Gobierno para intentar controlar el gasto público; pero otra razón es el hecho de que la inflación en el sector público es mayor que en el sector privado. De ahí el renovado empuje para el programa de privatizaciones.

Naturalmente, en la inflación influye también la caída del valor de la libra esterlina, especialmente respecto al dólar, corregida gracias a la intervención del Banco de Inglaterra. Por esta y por otras razones, entre ellas la huelga de funcionarios, que este año ha medio paralizado a la Administración, al Gobierno se le ha escapado el control monetario de las manos, aumentando la masa monetaria en un 18,3% en 1980-1981.

Casi tres millones de parados

El Tesoro británico ha abandonado sus esperanzas de restringir el gasto público en la medida en que esperaba en marzo, cuando el último presupuesto, previéndose que este gasto no pasaría de 110.000 millones de librasen 1982-1983. Desde el miércoles, la cifra oficial para el próximo año fiscal (que comenzará en abril) es un 9,5%, superior. Aumentarán los gastos de Defensa, del Gobierno local y de las industrias nacionalizadas, pero la causa fundamental es la recesión y los casi tres millones de parados que ha producido.

El coste de este paro para el Gobierno supera los 12.000 millones de libras (2,1 billones de pesetas) anuales en la actualidad, es decir, una cifra similar al presupuesto de Defensa. Sólo un tercio de esta cantidad es gasto público en concepto de seguros de desempleo y otras prestaciones sociales. Los dos tercios restantes son en concepto de ingresos (en impuestos, seguridad social, etcétera) perdidos por el Gobierno con estos tres millones de parados.

El seguro de desempleo no subirá con la inflación, con lo cual el precario nivel de vida de estos parados y de sus familias bajará de hecho. A escala nacional, el nivel de vida de los británicos bajó en un 3% respecto a 1980 durante el segundo trimestre del año en curso, situándose al nivel del invierno de 1978-1979. Por otra parte, los acuerdos salariales, hasta la fecha, parecen situarse entre un 5% y un 7%, lo cual supone una nueva caída en el nivel de ingresos de los trabajadores.

El coste del paro, a pesar de los grandes recortes presupuestarios del Gobierno Thatcher, ha impedido que baje el gasto público incluso cuando los presupuestos se calculan ahora en efectivo, y no en volumen, "para que sean las finanzas las que determinen el gasto, y no el gasto las finanzas". Pero por las declaraciones de los que trabajan en el Tesoro, no hay, duda alguna: la recesión es mucho más acentuada de lo que se esperaba cuando los conservadores gana ron las elecciones en mayo de 1979.

El ex primer ministro conservador Edward Heath ha acusado al Gobierno Thatcher de tener "el mayor déficit presupuestario de la historia" británica. Las necesidades crediticias del sector público son en la actualidad mayores que cuando los laboristas abandonaron el poder en 1979. Entonces estas necesidades crediticias eran del orden de los 9.200 millones de libras. En 1980-1981 alcanzaron los 13.000 millones de libras, y el Tesoro espera que este año, 1981-1982, se sitúen en 10.500 millones de libras, es decir, un 4% del producto interior bruto, pero segura mente llegarán a los 12.000 millones de libras, una cifra muy similar a la del coste del desempleo. Claro que en este déficit ha intervenido también la huelga de los funcionarios, con su consiguiente retraso en la recaudación de impuestos.

Recortes presupuestarios

Observando estos indicadores globales, resulta que el thatcherisnio no ha sido deflacionario, salvo si uno resta el coste del paro. Si el desempleo hubiera bajado a un millón de personas, el déficit presupuestario habría caído en 7.000 millones de libras. El thatcherismo, se podría decir entonces, habría triunfado. Por el momento, y no se puede decir nada más, este no es el caso, y los recortes presupuestarios, especialmente en los servicios públicos, están haciendo mella sobre el país.

Los impuestos no han podido bajar. En 1979, el Gobierno recortó la contribución directa mínima de un 33% a un 30%. En el último presupuesto de marzo, el canciller del Exchequer, sir Geoffrey Howe, decidió no aumentar las desgravaciones en los impuestos en proporción con la inflación, con lo que las contribuciones directas volvieron a su nivel ordinario. El "minipresupuesto" presentado el miércoles, de hecho, con su aumento en las contribuciones a la seguridad social, supone prácticamente un aumento de los impuestos de un 1% o un 1,5%. El Tesoro espera aún poder anunciar la próxima primavera una reducción en las contribuciones directas.

El Gobierno Thatcher lleva algo más de dos años y medio en el poder, quedándole otro tanto de su mandato electoral. No se prevén elecciones generales antes de finales de 1983 o en la primavera de 1984. En éstas se juzgará su éxito o fracaso por tres criterios principales: la caída de la inflación, el paro y los tipos de interés.

Esta es una apuesta que no convence a un importante, si bien minoritario, sector del Partido Conservador. El último índice compuesto de indicadores económicos a largo plazo de la Oficina Central de Estadística cayó en octubre por quinto mes consecutivo, situándose 4,75 puntos por debajo de su máximo, alcanzado en agosto de este año. La recesión británica amenaza con cobrar un nuevo vigor para mediados de 1982.

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