Tribuna:TRIBUNA LIBRE

No nos callarán

La condena dictada por un tribunal de la Audiencia Nacional contra nuestro compañero, el periodista Xavier Vinader, ha provocado una reacción general de alarma dentro y fuera de la profesión.Siempre con el debido respeto a los jueces, a su independencia y a la soberanía del poder judicial en un Estado de derecho, democrático, como es España en la actualidad, los sectores más diversos han expresado públicamente su inquietud por lo que se viene considerando como el más grave atentado a la libertad de expresión registrado en los últimos tiempos. Grave no sólo por sus posibles consecuencias person...

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La condena dictada por un tribunal de la Audiencia Nacional contra nuestro compañero, el periodista Xavier Vinader, ha provocado una reacción general de alarma dentro y fuera de la profesión.Siempre con el debido respeto a los jueces, a su independencia y a la soberanía del poder judicial en un Estado de derecho, democrático, como es España en la actualidad, los sectores más diversos han expresado públicamente su inquietud por lo que se viene considerando como el más grave atentado a la libertad de expresión registrado en los últimos tiempos. Grave no sólo por sus posibles consecuencias personales (siete años de prisión mayor para Vinader), sino por el precedente que la sentencia, aún in confirmar, puede sentar.

Ilustres juristas ya han discurrido sobre el tema. Han manifestado su perplejidad ante una sentencia que establece una relación causal entre la publicación de unos nombres en un reportaje periodístico y la comisión de unos asesinatos.

Los profesionales de la información, a partir de ahora, hemos de enfrentarnos a una difícil situación. Tenemos que elegir entre la obligación moral de informar sobre los hechos que importan a la sociedad, con nombres y apellidos, o ejercer, de forma timorata, nuestro oficio, callando de motu proprio aquello que pudiera confrontarnos con los tribunales.

Y hemos de decirlo una vez más: no pretendemos gozar de inmunidades. Que el Código Penal se nos aplique si cometemos algún delito en el ejercicio de nuestra profesión como a cualquier otro ciudadano; pero que este código penal no sea un arma arrojadiza contra la libertad de expresión. Nadie ha reclamado impunidad contra la injuria, la calumnia, la falsedad. Pero todos exigimos que se nos deje en paz cuando trabajamos

Disentimos de la sentencia. Y nos solidarizamos con nuestros compañeros que han sufrido otras similares. Más aún cuando comprobamos a diario que comportamientos realmente dañinos para las personas y para la supervivencia del propio sistema democrático obtienen de ciertas instancias benevolentes tratamientos. Y ejercemos nuestro derecho a disentir con las armas que un Estado democrático proporciona a sus ciudadanos. Ni más ni menos. Y sólo desde la malintencionada visión de los imbéciles se puede comparar nuestra actitud de protesta con la que, supuestamente, podrían mantener determinadas instituciones en relación con el juicio por los acontecimientos del 23-F.

En todo caso, hay algo que nos preocupa como colectivo. Como colectivo de periodistas demócratas (porque sería ilusorio pensar que todos los periodistas apoyan la libertad de expresión). Lo que nos preocupa es algo mucho más trascendente: la conciencia de que desde los poderes públicos, y en abierta contradicción con los postulados proclamados en la Constitución, existe la voluntad política de limitar de forma rigurosa el derecho a informar y a ser informado. Y entendemos que no es casual que una buena parte de los procesos (más de cuatrocientos; sí, cuatrocientos) sean debidos a artículos referidos a la Administración de justicia, las Fuerzas Armadas o las Fuerzas de Orden Público. Hay una mayor tolerancia para con los ataques (que no informaciones) contra otras instituciones de la democracia, como la Corona o el Parlamento.

Asistimos, y lo decimos desde el más sereno convencimiento, a una ofensiva en toda regla contra la libertad de expresión. Asistimos, con ella, a una ofensiva contra la propia democracia. Y nos negamos a asistir impasibles a esta ofensiva. Periodistas y no periodistas, porque la libertad es patrimonio de todos los ciudadanos. Todos aquellos que amamos la libertad porque hemos conocido de sobra la censura, el miedo y la represión de una dictadura todavía reciente.

Por eso, como periodistas demócratas, nos reafirmamos en el lema de la manifestación que hoy recorrerá las calles de Madrid, al tiempo que las de otras ciudades españolas: «No nos callarán». Si lo lograran, nos callarían a todos.

Por la comisión coordinadora de profesionales de Madrid por la libertad de expresión:

Firmado: Manolo Alcalá, Luis María González, Raquel Heredia, Oscar García, Luis Reyes, Jorge Martínez Reverte, Gilles Multigner y Carlos Pérez.

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