Fuerte oposición en UCD a un Gobierno con independientes

La aventura de un Gobierno de pretendidas personalidades independientes que intenta formar Leopoldo Calvo Sotelo podría costarle el apoyo del sector mayoritario de Unión de Centro Democrático (UCD) y privarle del respaldo parlamentario para continuar al frente del Ejecutivo, según fuentes centristas de toda solvencia.

Mientras, la llamada comisión de integración de UCD alcanzó el viernes por la noche un acuerdo sustancial, que ya tiene las firmas de Leopoldo Calvo Sotelo, Adolfo Suárez, Fernando Abril Martorell, Pío Cabanillas, Landelino Lavilla, Rafael Calvo Ortega, Agustín Rodríguez S...

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La aventura de un Gobierno de pretendidas personalidades independientes que intenta formar Leopoldo Calvo Sotelo podría costarle el apoyo del sector mayoritario de Unión de Centro Democrático (UCD) y privarle del respaldo parlamentario para continuar al frente del Ejecutivo, según fuentes centristas de toda solvencia.

Mientras, la llamada comisión de integración de UCD alcanzó el viernes por la noche un acuerdo sustancial, que ya tiene las firmas de Leopoldo Calvo Sotelo, Adolfo Suárez, Fernando Abril Martorell, Pío Cabanillas, Landelino Lavilla, Rafael Calvo Ortega, Agustín Rodríguez Sahagún, Rafael Arias-Salgado, Rodolfo Martín Villa e Ignacio Camuñas. Francisco Fernández Ordóñez adelantó que se sumaba a cualquier acuerdo, y delegó su plena representación en Rafael Arias-Salgado, con lo que sólo f,ilta por dilucidar la posición de Oscar Alzaga.Los acuerdos incluyen el compromiso de los firmantes de que UCD se presentará como tal a las próximas elecciones generales con el respaldo de todos ellos, sin incluir en las Iistas de candidatos más nombres que los de militantes del partido centrista. En este sentido, el nombramiento de García Sabell, que desde su reciente toma de posesión como delegado del Gobierno en Galicia ya ha tenido tiempo de manifestar «su orgullo de no pertenecer a UCD» y la «necesidad de que Galicia cuente con un partido nacionalista», ha servido de fuerte revulsivo.

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Los suaristas, contra la entrada de Garrigues en el gobierno

Viene de primera página

Fernando Abril Martorel, diputado de UCD por Valencia y miembro de la ejecutiva centrista muy ligado al ex presidente Suarez, del que fue íntimo colaborador en el Gobierno, hizo una tajante declaración a la agencia Efe en estos términos: «No creo que el presidente del Gobierno cometa una torpeza de ese calibre. El rumor deben ser los deseos de Antonio Garrigues. Calvo Sotelo sabe muy bien que es el presidente de un Gobierno de UCD apoyado por los votos de UCD, que, en definitiva, es el primer partido de este país con más de 100.000 militantes».

«Antonio Garrigues», añadió Abril Martorell, «es claramente un político con una falsa etiqueta de independiente y, por tanto, cualquier tipo de colaboración ministerial suya requiere una clarificación previa de actitudes políticas. Esto supone que previamente hay que solicitar el ingreso en UCD y ser militante activo con derechos y obligaciones que corresponden a un miembro del partido político».

Aquí nadie parece dispuesto a respetar sus orígenes, comentaba a EL PAIS un destacado líder socialdemócrata centrista. A Suárez, a veces le costaba reconocer la fuente real de su primer nombramiento, luego refrendado por dos veces en las urnas, y a Calvo Sotelo le perturba ahora aceptar que su investidura nació de una decisión del partido Unión de Centro Democrático.

El gran designio

Desde su acceso a la presidencia del Gobierno el 25 de febrero, Leopoldo Calvo Sotelo ha oscilado respecto al partido que le encumbró entre dos posiciones límite, según un ex ministro miembro de la ejecutiva centrista. Algunos de los consejeros aúlicos del presidente entre los que se menciona destacadamente a Pío Cabanillas, le han animado a veces a llevar a cabo «su gran designio»: la formación de un Gobierno de grandes personalidades independientes -Claudio Boada, López de Letona, Osorio, Pérez del Bricio, Arcilza, Durán Farell-, más allá de la cantera de medianías del partido a la que se refirió displicente al nombrar a García Sabell. Ese Gobierno acumularía en su favor un activo de prestigio aprovechando al máximo el margen electoral que expira el 3 de marzo de 1983, y en la cresta de la ola se acometería la reedición de aquella operación fundacional llevada a cabo en mayo de 1977, que acabó siendo la Unión de Centro Democrático. Frente a esta aventura, los actuales líderes del partido, designados por los compromisarlos en el Congreso de Palma de Mallorca, exhiben los activos con que cuenta la actual UCD: más de 30.000 concejiles, más de 3.500 comités locales. más de 100.000 militantes. Toda una estructura que no se puede improvisar y que no se va a dejar uncir ni manipular, pese a los resortes que cabe movilizar desde la Presidencia del Gobierno.

La otra alternativa que Leopoldo Calvo Sotelo ha venido considerando, según las fuentes centristas aludidas, es la de desembarcar en UCD. Los más astutos le sugirieron aplazar tal acción hasta después de las elecciones gallegas, fijadas para el próximo 20 de octubre, de las que sólo cabe esperar quebrantos para los centristas. Durante algunos meses las posibilidades de Calvo Sotelo en la cúspide de la popularidad en todos los sondeos han sido omnímodas y su instrumento para llevarlas a cabo parecía no ser otro que Rodolfo Martín Villa, al que se pensaba atribuir el puesto de secretario de acción electoral dentro de la Ejecutiva de UCD.

Reválidas pendientes

Ha pasado el tiempo. Ahora el calendario señala un inmediato debate parlamentario sobre la colza, donde aparecen responsabilidades del Ministerio de Sanidad, pero también del de Comercio y de los de Agricultura, Industria y Hacienda y, en definitiva, por elevación, del propio presidente del Gobierno como coordinador de todos esos departamentos.

Algunos recuerdan además que Calvo Sotelo, para hacer hueco a Luis Ortiz, cambió de cartera a Jesús Sancho Rof, que de ser por formación y mentalidad un excelente ministro de Obras Públicas ha quedado en un penoso ministro de Sanidad. Luego insisten en trazar una evaluación poco positiva de los reducidos nombramientos ministeriales de Leopoldo Calvo Sotelo y aducen para ello que Alberto Oliart no ha demostrado la energía necesaria ni parece, pese al tiempo transcurrido, haber hecho pie por completo en su departamento. También señalan la pobre impresión que traducen las palabras de Matías Rodríguez Inciarte en su toma de posesión al definirse «como hombre de Leopoldo», con ecos de vicios tiempos ya superados.

A la reválida de la colza hay que unir el posterior debate ya anunciado sobre la adhesión de España a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), donde la oposición socialista ha tomado tajantes posiciones públicas a las que tendrá que hacer honor. Y antes de fin de año espera la discusión de los Presupuestos Generales del Estado, que, a falta de un programa económico como declaraba uno de los líderes socialdemócratas, puede también calentarse.

Centro-izquierda ganador

En definitiva, los hombres de Arlabán, sede de la Ejecutiva centrista, han pasado de un apoyo incondicional a Leopoldo Calvo Sotelo, que incluía su propia autoinmolación si hubiera sido precisa, a una actitud de respaldo siempre que se les explique con claridad al reclamárselo «para qué, cómo y con quién». Cualquier intento de desmontar desde la Moncloa a los actuales dirigentes de UCD, entre los que parece más afianzado el presidente, Agustín Rodríguez Sahagún, les encontrará combatiendo para impedírselo.

Frente a la seducción de la gran derecha que abanderail Oscar Alzaga y Miguel Herrero de Miñón, a quienes se considera en Arlabán emisarios de los oran,des poderes económicos, los dirigentes de UCD esgrimen un dato que estiman definitivo: después del 2,3-F no se ha registrado corrimiento alguno del voto hacia la derecha. Por el contrario, los últimos sondeos, los más rigurosos y fiables, con proyección nacional, que guardan como el más preciado tesoro y a los que tuvo acceso EL PAIS, según unas intenciones de voto del 23% al centro-izquierda, del 23% al centro, y del 11%, al centro -derecha. La suma arroja un 57% para las opciones de centro, escoradas hacia el centro-izquierda, del que se haría un regalo inexplicable al PSOE si UCD se desviara en la dirección que propugnan los de la llamada plataforma moderada.

La dimisión de Francisco Fernández Ordóñez introduce otra variable que no ha sido despejada pese a la sustitución inmediata por el hombre más a mano, Pío Cabanillas, «hacia el que el presidente propende a comportarse como quien tiene una deuda política que colmar», según un ex ministro suarista.

Las inminentes elecciones gallegas llegan para UCD en plena disensión interna, nacida de las elecciones a la presidencia regional del partido. Se acusa a Pío del fallo de su hombre, Franqueira, que retiró el apoyo comprometido a Suárez Núñez, lo que permitió el triunfo de Quiroga. Además, en el partido empieza a reclamarse con impaciencia que Leopoldo Calvo Sotelo baje a la arena electoral gallega para hacer campana. Luego vendrá la exigencia de que de los resultados se saquen las consecuencias adecuadas.

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