Tribuna:

La información un medio de lucha contra los experimentos de guerra bacteriológica

Entre los numerosos rumores que han circulado en relación con la intoxicación masiva por aceite de coiza desnaturalizado (realmente la neumonía no podía ser más atípica de lo que ha sido), uno de los que más fuertemente han prendido es el que atribuía la epidemia a experiencias de guerra bacteriológica efectuadas en la base estadounidense de Torrejón de Ardoz (Madrid).Aunque tal rumor ha sido enérgica y convenientemente desmentido (como era de esperar) por las autoridades competentes, ello no debe hacer olvidar que el riesgo de las experiencias bacteriológicas es perfectamente real y di...

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Entre los numerosos rumores que han circulado en relación con la intoxicación masiva por aceite de coiza desnaturalizado (realmente la neumonía no podía ser más atípica de lo que ha sido), uno de los que más fuertemente han prendido es el que atribuía la epidemia a experiencias de guerra bacteriológica efectuadas en la base estadounidense de Torrejón de Ardoz (Madrid).Aunque tal rumor ha sido enérgica y convenientemente desmentido (como era de esperar) por las autoridades competentes, ello no debe hacer olvidar que el riesgo de las experiencias bacteriológicas es perfectamente real y difícilmente controlable. Sobre un contexto análogo -la guerra química- escribían hace unos meses M. Meselson y J. P. Robinson, de las universidades de Harvard y Sussex: «La Humanidad ha iniciado un período de comprensión rápida y acelerada de los procesos bloquímicos y celulares básicos para la vida. Al ampliarse estos conocimientos también será cada vez mayor la gama de sus posibles aplicaciones para el bien y para el mal».

Ya en 1970, la OMS se ocupó del problema de la guerra bacteriológica y declaró que las armas biológicas no se prestaban en general a una utilización selectiva y que su empleo masivo podría causar alteraciones duraderas y totalmente Imprevisibles en el medio natural humano.

Es muy extenso el grupo de gérmenes que podrían emplearse en una guerra biológica; en general son gérmenes frente a los que no existe un nivel previo satisfactorio de inmunidad (esto es, contra los cuales las defensas naturales del organismo son escasas o nulas), que se propagan difícilmente de hombre a hombre (lo que evitaría su llegada al Ejército que los utilizara como armas) y que producen rápidamente la infección correspondiente. Por ejemplo, la diseminación del microbio causante de la peste pulmonar en una ciudad de unos cinco millones de habitantes provocaría la aparición rápida de la enfermedad en 150.000 personas, entre las que fallecerían 36.000, incluso instaurando prontamente el tratamiento idóneo, debiéndose hospitalizar y aislar a otras 80.000- 100.000.

Peligrosos experimentos

En 1977, el Ejército de Estados Unidos reveló ante su subcomité para cuestiones sanitarias del Senado que en veinte años había efectuado 239 experimentos de guerra biológica, ochenta de ellos ,con agentes causantes de enfermedades.

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AIgunos de tales experimentos han llegado a conocerse con gran precision gracias a meticulosas investioaciones realizadas por periodistas o por familiares de víctimas de las experiencias. Así, se ha sabido que en 1950, durante seis días, un barco de guerra estadounidense cubrió la ciudad de San Francisco y las comunidades vecinas con una nube caroada de bacterias. Entre éstas figuraba la serratia marcescens, considerada inocua en aquel entonces, pero conocida más tarde como la posible causa de una neumonía muy grave,

Entre los habitantes de San Francisco afectados figuraba Edward Nevins, que casualmente se hallaba hospitalizado para ser operado de hernia en el momento en que se produjo la difusión de la nube de bacterias (bautizada por el Ejército con el nombre de Operación del Spray marino). La intervención fue un éxito, pero E. Nevins sufrió una septicemia por serratia marcescens y acabó falleciendo.

El caso resultó entonces tan sorprendente que fue objeto de un articulo aparecido en una revista médica. Sólo al cabo de los años, los hijos de E. Nevins establecieron una relación entre la defunción de su padre y la difusión experimental de la bacteria en cuestión. Indignados ante el proceder del Ejército estadounidense, le reclaman ahora once millones de dólares a título de indemnización. El abogado de la familia está tratando de obtener información adicional del Ejército para determinar si otras pruebas biológicas han causado también enfermedades y defunciones.

Las investicaciones referentes a estos ensayos de guerra biológica son naturalmente de muy difícil realización; sólo cuando se plantea un caso judicial puede tenerse acceso a los archivos militares. Otro método de estudio consiste en relacionar un fuerte aumento de una enfermedad dada en una determinada zona y los desplazamientos y los gastos militares o de la CIA.

De este modo, el grupo titulado Ciudadanos estadounideneses en favor de la honradez en el Gobierno ha hallado pruebas de que la CIA diseminó bacilos de tos ferina en Florida, ocasionando doce muertes.

El mismo grupo declaró hace unos meses que su análisis de los archivos de la CIA le permitía afirmar que este organismo realizó experiencias de guerra bacteriológica al aire libre en Nueva York.

En el citado estudio de la OMS sobre la salud pública y las armas químicas y bacteriológicas se examinan detalladamente las posibles consecuencias sicosociales de la amenaza de guerra química o biológica. Al tratar de la angustia y el miedo y de las reacciones consiguientes, se habla de la deshumanización, que puede dirigirse contra los demás o contra uno mismo. Entre estas dos reacciones psiquícas, la primera consiste en considerar que los individuos capaces de emprender acciones de guerra biológica no pertenecen plenamente a la raza humana. Es una forma de protección que permite al individuo desentenderse de lo abominable que otros realizan y de seguir llevando una vida más o menos normal. La deshumanización dirigida contra uno mismo se caracteriza por un serinmiento de impotencia o de incapacidad para discutir o modificar la marcha de los acontecimientos.

Cualquiera de las dos actitudes no resuelve gran cosa. al situarnos en una posición análoga a la del hombre primitivo, amedrentado por los supremos poc.cres.

Uno de los medios inás eficaces para luchar contra estas dos peligrosas actitudes es la información; sólo cuando se sabe ec,n precisión lo que sucede pueden adoptarse posiciones útiles y no de pánico o indiferencia.

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